martes, 30 de marzo de 2010

Larry Bird

Las Boston Celtics vivían en el Boston Garden. El Boston Garden estaba en un piso situado en una plaza muy recogida que lleva el nombre de un primer ministro sueco asesinado. Las Boston Celtics eran tres chicas que apenas superaban el metro cincuenta. Dos eran hermanas y la otra no. Una celebraba su cumpleaños el tres de enero y las otras dos no. Dos estudiaban arquitectura y la otra no. Una se llamaba Isabel y las otras dos no.

Jesús estudiaba arquitectura. Jesús era amigo de Joseba, Fer y Gabi. Dos eran riojanos y los otros dos no. Dos eran oriundos del secarral manchego y los otros dos no. Uno de los cuatro era y es mi hermano y los otros tres no pero casi. Salimos una noche los cinco. Plaza Xúquer. Jesús e Isabel se conocían de la escuela. Ella iba con sus compañeras de piso. Coincidimos. Estuvimos un rato con ellas. Isabel se movía como Kevin McHale o Robert Parish lo hacían por la zona. En el fondo era como Larry Bird: no era la que más saltaba, no era la que más reboteaba, no era la que mejor tiraba, no era la que más balones robaba, no era la que más anotaba pero todo lo hacía bien. Me gustó. Invitaron a Jesús al Boston Garden al día siguiente a tomar café. Me apunté. Fui. Pasamos un rato agradable. Cuando salí del piso Isabel me seguía gustando. Bueno, me gustaba muchísimo más.

Pocos días después era su cumpleaños. Decidí emplear la táctica infalible. La escribí una carta muy bonita de felicitación y, en ella, un verso como regalo de cumpleaños. Me colé en su portal y la dejé en el buzón. Ella se sorprendería, supuse. Ella se alegraría, supuse. Ella se emocionaría, supuse. Ella haría lo imposible por encontrarme y caería rendida a mis pies, supuse.

Más de veinte años después en la plaza del líder sueco fenecido hay un bonito parque infantil. En el mismo juegan nuestros dos críos mientras Ana y yo estamos sentados en un banco observándolos. Miro de reojo al portal donde se encontraba el Boston Garden y le cuento a Ana aquella historieta. Ella se empieza a reír mientras me dice –pero, qué panoli has sido siempre. Yo la miro –sí, bueno, pero, ¿tú crees que algún día me contestará? ¿Tú crees que me buscará? ¿Tú crees que puedo seguir esperando?

10 comentarios:

Álex dijo...

Probablemente Jesús tenga algo que contarte sobre cómo Isabel le dio las gracias, repetidas veces, por aquella carta que creyó suya.

Arual dijo...

Jajaja!!! Qué bueno!!! Yo también opino como Alex, alguien debió recibir agradecimiento de aquella carta y aquel verso y evidentemente no fuiste tú.

El Impenitente dijo...

La verdad es que Jesús y yo nunca comentamos aquello. Y el silencio siempre se puede interpretar de muchas maneras.

cucumber dijo...

Por que será, que hay un tiempo en la vida, que se empieza a recordar el pasado con tintes romanticos y con cierta nostalgia.
Todos tenemos alguna contestación pendiente!

3'14 dijo...

Me sumo a la duda, y una pregunta: ¿Firmaste la carta?

Bonita historia, aunque entiendo que Isabel no contestase, es más, incluso que se mudase de piso, de ciudad, o directamente de país... Quizás es que yo vea, de lo que otros interpretan como algo romántico, un indicador de latente patología psicótica.

Marta I. Moreno Pizarro dijo...

Me avergüenza (tampoco mucho, no creais) decir que yo las he hecho peores. Si nos estuviéramos jugando el postre con gestos romanticoides que quedaron sepultados en la eternidad de los mensajes ignorados, creo que yo podría competir saliendo de la pole. Se ve que los psicópatas sabemos ser inofensivos haciendo el ridículo ;)

Por cierto: qué mala leche, eso de reírse así de las bajitas! :D

SisterBoy dijo...

Vaya el gran duelo de los ochenta entre Celtics y Lakers se puede considerar como el desembarco de la NBA en España. Me caía bien Larry Bird porque no era un payasete, supongo que fue el último gran jugador blanco de la NBA al menos hasta que llegó Gasol y suponiendo que allí piensen que Gasol es blanco.

¿Has visto alguna vez "Carta de uan desonocida"? Deberias

3'14 dijo...

Me juego lo que quieras a que no la ha visto, pero sí se ha leído el libro, es más, si mi memoria no me falla, creo que en alguna ocasión el impenitente lo ha comentado.


Pero siempre sin acritud y con cariño.
Joer.. que yo no llamo psicópata a nadie, sólo digo la posible interpretación que Isabel pudo hacer en aquel momento de aquel acto... Yo, que soy retorcida, nada más...

Marta I. Moreno Pizarro dijo...

¡Pero que me encantó lo de la patología psicótica! :D:D

¿Qué tal está la peli? El relato me encantó, y eso que Zweig tiene un estilo que en principio podría hacerme huir de empalago. Lo mismo me pasó con "La piedad peligrosa" (o en la nueva traducción "La impaciencia del corazón"): todo el rato pensaba, ¿por qué me tiene este libro tan enganchada si tiene aires de una novela de Corín Tellado? Pues es fantástica, oye, no veas cómo la disfruté.

El Impenitente dijo...

Cucumber, tal vez sea porque nos hacemos mayores.

Firmé la carta. Y éramos casi vecinos. Y por el Politécnico nos cruzábamos de vez en cuando. Ella la primera vez se hizo la despistada. Las demás no le di opción. No volví a hablar con ella. Si pensó que era un loco peligroso o un merodeador potencial, bueno, era posible

También las hice peores pero mi sentido del ridículo todavía me impide reírme. La pole estaría reñida.

Y Dios me libre de reírme de las bajitas.

Pi, de la misma manera que todos somos friquis, todos somos psicópatas. La clave está en que se note poco y desparramarse en el ámbito o en el foro adecuado, pero esto está lleno de perros verdes.

Sí que es verdad lo de Celtics y Lakers de mediados de los ochenta. Grandes finales aquellas aunque simpaticé más con los Pistons y sus Bad Boys. Luego llego Jordan y abusó demasiado.

Vi "Carta de una desconocida" y la leí. El relato es más duro, más descarnado. Los dos me encantan. Confieso públicamente que por mucho que cite a la Bellucci el amor de mi vida siempre fue y será Joan Fontaine y la primera vez que la vi fue en esta película.

Tomo nota, Marta. Y, si no te lo has leído, apúntate "El amor de Erika Ewald", de la misma manera que te digo que "Tiempo y mundo" me costó un horror el terminarlo.