domingo, 15 de noviembre de 2009

Neuf étages

Relata Emilio Altos y Bajos en una entrada suya una peripecia que le ocurrió en el norte de África. En esa historia no deja de reflejar un contraste de mentalidades, formas distintas de vivir, de plantearse la vida. Experiencias que te hacen pensar.

Yo también tengo mi historia africana. Tres veces hube de viajar a Libreville, capital de Gabón, por temas de trabajo. Soy de la opinión, como Sisterboy, de que cuando uno viaja ha de hacerlo a lugares de un nivel cultural y económico similar o superior al nuestro. Viajo para divertirme, no para sufrir ni para pasar calamidades. Pero ya que fui a Libreville no iba a encerrarme en una habitación. Me pasaba todo el tiempo que podía en la calle. Ya conté alguna de mis peripecias y escribí sobre gente que conocí allí. También tuve tiempo para uno de mis pasatiempos favoritos: enamorarme platónicamente de una camarera. Y bueno, pues ya que estás, pues también te empiezas a plantear cosas. Le das vueltas a los caminos de la felicidad, a quién tiene razón, si estamos equivocados. Y también te indignas ante tanta desigualdad y buscas culpables y soluciones. Al final no dejan de ser obviedades, pensamientos estériles que te llenan el tiempo y te colman de autocomplacencia pues luego vuelves y tu vida sigue y nada haces pues, tal vez, nada puedes hacer, pero nada haces. En fin, simplezas que te hacen sentir profundo pero que no son más que una manera de engañarte o de justificarte.

Pero no era de esto de lo quería hablar. Fuimos a Libreville a levantar unas estructuras. En mi primer viaje, aparte de realizar las mediciones, preparé todo lo necesario para el montaje de las mismas. En mi segundo viaje acompañé a los montadores y me quedé hasta que la obra ya estaba enfilada. Los montadores habían pactado un precio y fueron allí a ganar dinero. Cualquier parada o retraso era dinero que perdían. Pero aquello no era Europa. Y aquí es donde viene lo del contraste de mentalidades, que no deja de ser una forma eufemística de decir que allí se vive a otro ritmo, un ritmo absolutamente parsimonioso. El concepto rendimiento no existe. Si la grúa se retrasaba, si la grúa se estropeaba, si se requería de un grupo electrógeno, si las plataformas fallaban, si el trailer para repartir el material no venía, en fin, cualquier contratiempo que surgiese y que en Valencia podría tener rápida solución allí era un mundo. Lo tenía todo localizado. Lo tenía todo apalabrado, pero... ¿para cuándo dice que lo quiere?

Otro problema que tuve fueron los montadores. Ellos, como he dicho, habían ido allí a ganar dinero. Sólo a eso. Y a cada contratiempo se encaraban conmigo. Poco podía hacer salvo tratar de agilizar las cosas y tomar nota de los retrasos. Al final todo era un problema económico y de dinero se podía hablar al final de la obra. Pero era una bronca detrás de otra. Y al final reventé, y les dije que bueno, sí, que estaba claro a lo que habían ido allí, pero que había otras cosas. Estaban en Libreville, en Gabón. Aquello era otro mundo, un lugar completamente diferente, un sitio donde no va nadie, en pleno ecuador. Estaban en el culo del mundo. ¿No tenía aquello aliciente para ellos? ¿No tenían curiosidad? ¿No les compensaba un mínimo aunque fuese? Me miraron como si fuese marciano y me volvieron a recordar pormenorizadamente por enésima vez todos los problemas que habíamos tenido. Dejé caer los brazos, suspiré y los mandé a esparragar.

Hicimos las paces, claro. Poco a poco, y de manera incomprensible, todo se fue resolviendo y me volví para casa. El avión salía tarde. Nos fuimos a cenar todos juntos. Y, por una vez, conseguí que, estando en un lugar distinto hiciesen algo diferente: cenamos pitón. No estaba mala. Sabe a pescado.

14 comentarios:

carlos esteve dijo...

Aportastes t ugranito de arena para que eso, por lo menos algo, saliese adelante....aunque solo fuese comiendo pitón. Saben mejor vivas...dicen

Anónimo dijo...

¡Jajaja! ¡Filósofo,que eres un filósofo!
(Y deja a los pobres constructores o promotores o lo que sea que se preocupen por su dinero,que igual era para preocuparse.Yo es que los gurús espirituales...)

ángela dijo...

La de antes era yo.

Altosybajos dijo...

Me has dejado con la miel en los labios. Seguro que podías dar más jugosos detalles sobre tu estancia allí.
Me viene a la cabeza una entrada que hice sobre "slow life" y la forma que tiene esa gente de entender la vida.
Seguro que podríamos aprender muchas cosas.
¿Para cuando una carrerita por tierras africanas? ¿"maraton des sables" tal vez?
Explica el título de la entrada.

SisterBoy dijo...

Yo vivo en lugar que (salvando las oceánicas diferencias) también puede ser considerado "distinto".

Por eso cuando alguien viene para acá y me pide algun consejo para desenvolverse por estas tierras yo siempre le pregunto "¿Y tú de donde vienes?", "De madrid" responde él y yo le contesto "Pues esto no es Madrid".

¿Parece una perogrullada verdad?. Pues hay gente a la que no se le mete en la cabeza, son los que se marchan de aquí a los tres meses de llegar con baja por depresión.

Pepe dijo...

El corazón de las tinieblas.

Slim dijo...

anda, que no hay gente que, haga el viaje que haga, del mas barato al mas caro, siempre vuelve y dice:
"que mal se come en...!" (sustituir los puntos suspensivos por cualquier lugar del mundo)-
la tortilla de patatas de tu madre sólo la hace tu madre. pero se viaja para conocer otras cosas, y para eso hay que tener la mente abierta!!

Juan Rodríguez Millán dijo...

Eso de explicarle a la gente algo que no sea dinero, dinero y dinero tiene su mérito... Qué grande tener experiencias así, en lugares tan diferentes. No recordaba como hobbie tuyo el de enamorarte platónicamente de una camarera. Yo también lo he hecho, claro.

¿Pitón? Me has recordado a la serpiente con sorpresa de Indiana Jones y el Templo Maldito... Qué gran escena...

El Impenitente dijo...

Si saben mejor vivas creo que es algo que nunca comprobaré.

Ángela, perdona pero no entiendo lo de los gurús espirituales. Debo de haberme levantado espeso.

¿La "Maratón des sables"? Habrá que pensárselo.

En Libreville estábamos alojados en el edificio Phoebus, conocido en toda la ciudad como el "neuf étages", nueve plantas. Si cogías un taxi bastaba con decir "neuf étage". Y con el francés me pasa como con el latín, que todo me suena bien.

Me resulta paradójico lo de las bajas por depresión en las Canarias. Cuando estuve en Estocolmo, lugar donde la depresión es un verdadero problema, me contaron que los psiquiatras recetan para curar la depresión viajar a Canarias. A ver si van a volver peor.

Pepe, cuando quieras remontamos el río Congo a ver si vemos a Kurtz.

En todas partes se come bien.

Supongo que si digo que no he visto ninguna de las películas de "Indiana Jones" me caerán rayos sobre la cabeza, pero es cierto.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Rayos no, pero si una recomendación sincera de que te pongas a buscar el arca, te pierdas en el templo, te lances a la última cruzada y te pierdas por el reino de la calavera de cristal. Yo creo que no te va a decepcionar...

Álex dijo...

¿A pescado? Siempre pensé que sabría a pollo. Todo lo "raro" que comen por ahí nos dicen que sabe a pollo.

Y mírate al menos la trilogía original de Indy, hombre de dios, que entre esto y lo de Poe se me está derrumbando un mito.

Ana dijo...

Un inciso,¡¡¡¡¡ FORLAN SALE EN LA PORTADA DE MEN´S HEALHT!!!!!!
¡¡¡¡MEDIO DESNUDO!!!!!
Es que yo la historia de Gabón ya me la sabía.

El Impenitente dijo...

Táchame de tu lista negra con lo de Poe. Ya me leí una colección de relatos cortos titulada "Narraciones extraordinarias" y las "Aventuras de Gordon Pym". Y muy bien. Respecto a Indiana Jones prometo verlas.

Ana, dile a tu amigo Forlán que menos fotos y que se aplique. Que este año no. Este año no.

Ana dijo...

¡Ah! pero ¿juega al fútbol?