Voy tan poco al cine que para una vez que lo hago tendré que contarlo. La oferta era tentadora: viejo cauce del río Turia, jardines del Palau; domingo, diez y media de la noche; el cielo amenazando tormenta; filmoteca d`estiu; John Huston, “El hombre que pudo reinar” con Sean Connery y Michael Caine cometiendo desmanes; relato del gran Kipling quien aparece como personaje; exaltación del orgullo británico como era previsible siendo el texto de Kipling, que no cita a Hernán Cortés a pesar de que le rinde homenaje, consciente o inconscientemente… en fin, que sucumbí a la tentación. Me fui solo, fané y descangayado pues no es el cine un lugar al que se haya de ir necesariamente acompañado. Me lo pasé en grande. Era previsible.
El caso es que echo mucho de menos el ir al cine y no. Soy más bien carne de filmoteca, carne de ciclos de películas del año de la polka, carne de reposiciones, carne de empezar a aplaudir cuando en los créditos, al comienzo, pone John Ford o Frank Capra, carne de blanco y negro, carne de Barbara Stanwick o James Stewart o Claudette Colbert o Humphrie Bogart. No estoy pendiente de estrenos ni de novedades ni del star system actual (si es que se puede llamar así) ni del cine afgano, ni del cine turco ni de la enésima revisión de la guerra civil española. Ni estoy pendiente ni me interesa. Si se dejase de hacer cine ahora mismo no me importaría. Como con la literatura, como con la música tengo la sensación de que todo está hecho y que no seremos capaces de digerirlo por muchas vidas que vivamos. Sé que esta afirmación es discutible y fácilmente rebatible pero es la sensación que tengo.
A. es amigo de Ana y forma parte de su cuadrilla en el secarral. A. tiene un grupo musical de nombre Seventyfour donde canta, compone y toca la guitarra. El nombre del grupo viene de la creencia de sus miembros de que la música murió en el 74 y que, desde entonces, nada de nada (algo que suscribo, si no al cien sí al ochenta por cien). Este fin de semana tocaron en el secarral y fuimos a verlos. Soy un groupie. Formación beatleiana (guitarra solista, guitarra de acompañamiento, bajo y batería). Actitud en el escenario ensimismada, sin aspavientos gratuitos ni poses exhibicionistas. Rock sureño americano con letras despechadas (son todas unas malas zorras, por lo visto) con momentos especialmente brillantes cuando el bajo y la guitarra se desparramaban. Terminaron el concierto con una versión más que digna del “Free bird” de los Lynyrd Skynyrd. Lo pasé muy bien. Me gustaron mucho. Esto no lo cuento sólo por hacer un poco de promoción a los amiguetes. Es la verdad.
Y ya que he mencionado a los Beatles, se está conmemorando ahora el cuadragésimo aniversario del “Abbey road” el mejor disco del mundo mundial de todos los tiempos habidos y por haber en tres, cuatro o ene dimensiones. Un disco que empieza con “Come together” y que concluye con “The end” (obvio “Her majesty”) con un Ringo voluntarioso y un Harrison desatado (qué grande fuiste, George), un disco que habré escuchado un millón de veces y siempre de manera extática. “Abbey road”. Lo sublime. Lo eminente. Lo majestuoso. Lo colosal. Lo excelso. Lo glorioso. Lo fabuloso. Lo fastuoso. Lo perfecto. Lo mayestático. Lo totémico. Lo absoluto. Lo óptimo. “Abbey road”. No soy moderno. Ni ganas.
lunes, 10 de agosto de 2009
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7 comentarios:
El sábado volviendo de compras en el coche grabé en la memoria de la radio de mi marido RAC 105. Estaba harta de subirme al coche y de que me machacara con la jodienda de FLAIX FM. Le dije seca y directa:
"O empiezas a escuchar la música que suena en esta emisora que acabo de grabarte o me divorcio". El sonrió y me respondió: "Freak que eres una freak".
Yo sí estoy pendiente del cine actual y creo que me quedan muchas cosas por ver. Pero en mi recuerdo están cuando vi los reestrenos de E.T., Star Wars o Alien décadas después de que llegaran al cine por primera vez. Cuando me escapé al Pequeño Cine Estudio a ver El último tango en París como si en el resto del país la censura la hubiera prohibido. Cuando me senté a ver Ultimatum a la Tierra en ese mismo cine, en su pequeña gran pantalla. Cuando vi King Kong, la de verdad, la de los años 30, en la Filmoteca.
¿El hombre que pudo reinar, hoy, en un cine...? Qué envidia me has dado... Aquí en los cines de verano me ponen la peliculita de acción, la estúpida cinta de animación para críos de parvulario o la comedia romántica del año pasado.
En que nuestra alcaldesa invierte parte del dinero que obtiene revendiendo bolsos de Louis Vuitton en la filmoteca, y queda una programación muy apañada.
De controversias musicales matrimoniales podría escribir yo la Espasa Calpe.
Las chicas de la Ínter son sólo para ti.
Sí señor (o señora). El eterno femenino. Mi dulce geisha es sumamente amable.
Bueno no te preocupes que cuando salga alguna novedad interesante ahí estarémos yo y mi blog para informarte. De momento el fin de semana voy a ver Public Enemies más que nada porque me apasionan las historias de los atracadores del medio oeste en la época de la depresión. Ya te contaré.
Yo no diré que la música murió en 1994 pero sí diré que murió en lo que a mí respecta.
Avisa cuando sea el aniversario de Sargent Peppers
El Sgt. Peppers es del 67.
Tal y como Tassotti le daba el codazo a Luis Enrique la música murió para ti. No me extraña.
Ya te leeré.
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