Siempre que llegan estas fechas me pregunto si merecen la pena las vacaciones. En mi trabajo el mundo se acaba dos veces al año: en agosto y en Navidad. Son semanas tremendas, de mucha tensión para poder dejar todo acabado, para tener a todo el mundo contento y que todos puedan irse tranquilos certificando obra de un mes en quince días. El teléfono no suena más que para follones, las obras se eternizan y, al final, y a pesar de los gritos y las amenazas, nunca se muere nadie y volvemos en septiembre como si nada hubiese pasado y tan amigos.
Pero este año la sangre sí que ha llegado al río. Este año ha habido burofaxes, rescisiones de contrato, amenazas cumplidas, prohibición de paso a obra. Una calamidad. Algo humillante. Vergonzoso. Nunca había vivido algo así. Nos ha desbordado todo y, confiando como siempre en que la divina providencia o el sentido común nos echase una mano, pues este año ha fallado, este año la cuerda se ha roto y en septiembre me tocará negociar a ver qué puedo sacar. En septiembre me toca hablar de dinero, suplicar, mendigar mientras me hablan de ética, de informalidad, de cláusulas y de compromiso. Lo que más me gusta.
El caso es que, tocado o no, hundido o no, me voy de vacaciones. No sé si me las merezco, pero me voy, me largo, con la boca llena de llagas y calenturas y tras tres semanas sin pegar ojo, pero me voy. Quince días, al secarral, con mis zapatillas y mis libros, entre los cuales, por supuesto, hay uno de Faulkner pues unas vacaciones sin Faulkner es como un domingo sin fútbol. Dos semanas con la familia, con el Mundial de Berlín, con la previa de la Champions, compitiendo en Garcimuñoz, nadando, echando una mano a mi padre en todo lo que pergeñe su mente maligna, tomando cañas y pegándome unas siestas de jaque mate. Dos semanas. No sé si es mucho o es poco. Da igual. Dos semanas. Volveré. Siempre vuelvo.
jueves, 13 de agosto de 2009
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6 comentarios:
El maravilloso mundo de la construcción, el que no lo conozca no sabe lo que se pierde. Por cierto, un jefe de obra hablando de ética debería causar tal paradoja cósmica que el mundo debería implosionar sobre él.
Disfruta las vacaciones. Seguro que a lo largo de un año algo habrás hecho para merecertelas. Me las merecía yo y soy la persona que conozco que menos trabaja.
Deduzco que tus previsiones atléticas no incluyen Siete Aguas este domingo. Desde la costa subiremos el maquina y yo. No sé si habrá más climaturios.
Hasta la vuelta.
Y aquí te esperaremos, claro. Seguro que son vacaciones merecidas, porque en el mundo en el que te mueves (tengo algún amigo que está en él y me cuenta cada cosa...) se ganan los días de descanso con creces. Aprovéchalos. Hasta la vuelta.
Ya conozco esa sensación de estar siempre sobre el alambre con la certeza de que al final siempre sale todo bien hasta que llega un día que eso no sucede.
De Faulkner te recomiendo "Mientras agonizo" por si no lo hubieras leído ya
Ya conozco esa sensación de estar siempre sobre el alambre con la certeza de que al final siempre sale todo bien hasta que llega un día que eso no sucede.
De Faulkner te recomiendo "Mientras agonizo" por si no lo hubieras leído ya
a pasarlo bien! y cuando vuelvas aqui estaremos.
Unos que vienen y otros que se van... Aunque más o menos ya llevas cumplida la primera semana de vacaciones, por mi parte, ya estoy en casa, aunque todavía me quedan unos días para disfrutar de mi sofá antes de tener que volver al curro... En setiembre todo volverá más o menos a la normalidad, si es que alguna vez dejó de serlo. Disfruta (esto te lo mando telepáticamente, pues ya se que hasta tu vuelta no lo vas a leer, así que te digo: Espero que hayas disfrutado de tu merecido descanso, pro que mal suena eso, ¡Por Dios!)
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