Siempre pensé que el tenis murió el día en que John McEnroe se retiró. Hubo un ligero espejismo con Miroslav Mecir pero, desde entonces, lo que hay en vez de tenistas son pegadores de raquetazos. Supongo que será la evolución natural en el deporte. Cada vez todo es mucho más físico, más atlético. Dudo mucho que ninguno de los que consiguieron la plata en baloncesto en Los Ángeles 84 (Corbalán, Epi, Martín, Romay, Solozabal, Margall, Iturriaga, de la Cruz, Llorente, Fernando Arcega, Jiménez y Beirán. Todavía me acuerdo) pudiesen jugar siquiera en la ACB. Y tampoco tengo muy claro que el mejor McEnroe fuese capaz de hacerle un juego a Nadal. Ahora se juega a otro ritmo, con otra velocidad. El talento se supedita al músculo y esas cosas que siempre se dicen.
Alguno me podrá acusar de nostálgico. Eso es seguro. Comentaba el otro día qué difícil es idolatrar a alguien que es más joven que tú mientras que era sencillísimo elevar a los altares a quien estaba en su mejor momento coincidiendo con mis veinte años. En ese aspecto soy tendencioso y no lo niego.
Y en éstas estaba cuando llegó Federer. De la misma manera que Zidane era un futbolista distinto hiciese lo que hiciese, Federer también me pareció siempre alguien diferente. No sé si es la elegancia. No sé si es la apostura. No sé si es su carácter. No lo sé. El caso es que siempre voy con Federer. No puedo evitar el ir con él, juegue contra quien juegue.
Roger Federer acaba de ganar Roland Garros. No sólo ha sido un acto de justicia deportiva. Ha sido un acto de justicia estética, de justicia emocional, de justicia poética si queréis. Federer se merecía tener el Grand Slam. Se lo merecía. No he pasado buena noche. No voy a decir que estaba tan nervioso como cuando la final del Europeo de fútbol o del Mundial de baloncesto, pero casi. Llevo todo el día con el estómago encogido. Y he saltado cuando Soderling ha tirado fuera el último punto. Y se me ha caído alguna lagrimilla al ver a Federer llorar (los emotivos tenemos que estar unidos). Y ahora estoy muy contento, la verdad. Esto no me va quitar de trabajar mañana, pero tampoco me quitó el gol de Torres.
Siguiendo con los mitos, fue un placer el ver ayer a Steffi en la entrega de premios. Steffi, sigues siendo y estando perfecta.
Por último, felicitar a Televisión Española por impedirnos ver casi todos los primeros puntos de los juegos pares y por cortar la perorata de Federer a la mitad. Chavales, dedicaos a otra cosa, por favor. Vuestros méritos políticos han de ser indudables para estar donde estáis, porque, desde luego, por vuestra capacidad profesional no será, panda de inútiles.
domingo, 7 de junio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
Lo que tú explicas es lo que llevó a desencantarme por completo del tenis femenino hace años. Adoraba la clase de Martina Hingis, pero los pelotazos de las Williams y similares hicieron que no tuviera hueco una niña que le había puesto las cosas difíciles (y ganado) a la mismísima Steffi.
Aunque admiro mucho la forma de jugar y de ser de Federer, me quedé con la sensación de que no fue como debía ser. Para que lo hubiera sido, el rival tendría que haber sido Nadal (al que yo también animo siempre, consciente de que Roger tiene más clase que él) y vencerle en cinco sets. En absoluto pretendo quitarle valor, por descontado, pero los sueños deportivos son los sueños deportivos.
La capacidad profesional, desgraciadamente, ya no es un factor en el mundo del periodismo, la televisión o las retransmisiones deportivas. Tendrías que haber visto a Esteva, el de La Sexta, anunciando que "Rugé" Federer había ganado Roland Garros. Será que el Barça ha echo multiplicar los catalanes del mundo...
Llevamos muchos años oyendo hablar de Maiquel Shumacher, cuando resulta que el tío es alemán, es decir, Mijael Schumacher.
Pero si los catalanes quieren catalanizar el mundo, bueno. Joan Gamper nació en Basilea y se llamaba Hans. No pasa nada. Para eso los reyes son los del Athletic de Bilbao. Todos son de la cantera y del Bocho. Ezquerro nació en Calahorra, La Rioja. Pero todo el mundo sabe que la Rioja es la octava provincia de Euskal Herría. Como sigan sin sacar gente ficharán a alguno de Miami, pues con tantos vascos como hay por allí jugando profesionalmente al frontón, es innegable que Miami es la novena provincia vasca.
Nunca pude ni con Hingins ni con Seles. Cuando veía a la Hingins sonreír a mí me daba un cólico. Ahora, te doy la razón en que, por lo menos, jugaba al tenis. Con las Williams llegó el desierto. Si bien si Hingins desapareció (como Capriatti) tal vez fue por culpa de la explotación de su madre.
Y seguro que hubiese engrandecido el triunfo de Federer haberle ganado a Nadal en cinco sets, pero me hago mayor y prefiero que el mío gane por tres seis a cero. Sobresaltos ya los justos.
Hace poco leí que los tenistas ya no sufrían del famoso "codo de tenista" debido a que la forma de jugar actual había producido un cambio en las lesiones.
Definitivamente Federer es el jugador mas elegante del circuito. A bote pronto creo recordar que es el único que queda que pega siempre el reves a una mano, el último reducto de los clásicos.
Con todo lo que ha ganado yo no acabo de verlo como un mito. Tal vez sea porque también soy mayor que él o tal vez por su caracter. No me gustó nada que llorara en Australia, un campeón no debería llorar cuando pierde, sí cuando, como ayer, gana.
El tema de las televisiones es peliagudo. Hay tantas, con tanta necesidad de periodistas, que, obligatoriamente, el nivel baja. En la primera han jubilado un montón de profesionales con el único criterio de la edad y en la sexta parece que para estar en deportes es necesario ser ex-jugador o ser guapa.
Además está la publicidad. Aún me acuerdo cuando en una retransmisión de futbol veías el partido entero practicamente sin interrupciones, solo diez minutos en el descanso de los que cinco eran para las mejores jugadas. Ahora salen ventanitas por todos lados (cuando no te dejan el deporte en la ventana pequeña y la publicidad en la grande), letreros por debajo de la imagen sin preocuparse de si tapan media jugada y, encima, el locutor te anuncia toda la programación de la cadena cuando menos te descuidas. Y, por supuesto, en cuanto el arbitro hace mención de querer pitar el final pasan a publicidad, no vaya a ser que alguno se levante a mear y se pierda el anuncio.
A mí me pone malo lo de envía un mensaje al 7321 con la palabra clave tenis o llama al 905 y tal. No sé cuánto ingresarán por eso. Debe ser muchísimo. Pero me produce vergüenza ajena.
Federer sabe perder. Y en la derrota no se muestra arrogante ni soberbio. A mí me conmovió cuando se echó a llorar en Australia. Y luego reaccionó como un campeón. Igual que Nadal.
Nunca he entendido esa manía que tenemos en este pais de satanizar a todo aquel que se enfrenta a un español cualquiera que sea el deporte del que se trate.
Por lo menos en este caso el bueno de Nadal se ha ocupado de dejar claro que considera a Federer un amigo aparte de un rival y el trato entre ambos siempre ha sido exquisito.
También deseaba que Federer obtuviera este trofeo incluso si se hubiera encontrado contra Nadal en el último partido.
Espero que ambos se vuelvan a encontra en Wimbledon y esta vez sí que gane el mejor. Sea quien sea.
Publicar un comentario