lunes, 4 de mayo de 2009

La felicidad

Conseguí encerrarme un rato en la habitación. Puse un viejo vinilo de grandes éxitos de Gladys Knight and the Pips (qué fabulosamente fabulosa es Gladys Knight. Y qué graciosos son su hermano y sus primos). Sonaba en aquel momento el celebérrimo “Midnight train to Georgia” cuando la pequeña Berta, con sus dos años y medio, entró muy silenciosa en la habitación, se puso a mi lado y se quedó escuchando. Al poco rato dijo:

-Papá, me gusta. ¿Bailas?

Y allí estuvimos, mi hija y yo, bailando “Midnight train to Georgia”. Y “Baby, don`t change your mind”. Y “You and me against the world”. Y “I`ve got to use my imagination” Y “The look of love”. Y fue entonces cuando Berta se marchó, dejando olvidado en el suelo un pequeño zapato de cristal.

7 comentarios:

Arual dijo...

Bufff.... eso sí que es la felicidad absoluta! Definitivamente Berta es tu princesa, verdad?

Juan Rodríguez Millán dijo...

Es lo que tienen las princesas, que siempre tienen un zapato de cristal... Jo, qué bonito...

3'14 dijo...

Estoy casi convencida de que existen paises en los que si encuentran un hombre de tu edad con una niña de dos años y medio (por más que sea su hija) bailando estas canciones le cuesta poco menos que prisión.

Comparto con que los mejores momentos de felicidad han sido con mi hijo, y a medida que crezca también estoy segura de que será con mi hijo (o por este) que tendré los momentos más amargos, cargados de disgustos, enfados, desilusiones...

GARRATY dijo...

Por un momento así merecen la pena todas las noches que me estoy tirando sin dormir. Seguro.

El Impenitente dijo...

Yo sé que voy a sufrir mucho con mi hija.

Garraty, una sonrisa de tus hijas vale por una semana sin dormir.

cucumber dijo...

Por lo menos no tiens que bailar las coreografías de High School Musical!
Pon buena musica a tus niños, que algo queda!

El Impenitente dijo...

Cucumber, ¿tienes ya las entradas para ver la película de Hannah Montana?