Conseguí encerrarme un rato en la habitación. Puse un viejo vinilo de grandes éxitos de Gladys Knight and the Pips (qué fabulosamente fabulosa es Gladys Knight. Y qué graciosos son su hermano y sus dos primos). Sonaba en aquel momento “Midnight train to Georgia” cuando la pequeña Berta, con sus dos años y medio, entró muy silenciosa en la habitación. Se puso a mi lado y se quedó escuchando. Luego, me miró y dijo:
-Papá, me gusta. ¿Bailas?
Y bailamos. Bailamos “Midnight train to Georgia”. La bailamos juntos. Y al terminar la canción, ella se marchó, muy suavemente, dejando olvidado en el suelo un pequeño zapato de cristal.
lunes, 4 de mayo de 2009
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7 comentarios:
Bufff.... eso sí que es la felicidad absoluta! Definitivamente Berta es tu princesa, verdad?
Es lo que tienen las princesas, que siempre tienen un zapato de cristal... Jo, qué bonito...
Estoy casi convencida de que existen paises en los que si encuentran un hombre de tu edad con una niña de dos años y medio (por más que sea su hija) bailando estas canciones le cuesta poco menos que prisión.
Comparto con que los mejores momentos de felicidad han sido con mi hijo, y a medida que crezca también estoy segura de que será con mi hijo (o por este) que tendré los momentos más amargos, cargados de disgustos, enfados, desilusiones...
Por un momento así merecen la pena todas las noches que me estoy tirando sin dormir. Seguro.
Yo sé que voy a sufrir mucho con mi hija.
Garraty, una sonrisa de tus hijas vale por una semana sin dormir.
Por lo menos no tiens que bailar las coreografías de High School Musical!
Pon buena musica a tus niños, que algo queda!
Cucumber, ¿tienes ya las entradas para ver la película de Hannah Montana?
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