Cada vez soy más de día y menos de noche. En realidad ya soy totalmente de día y nada de noche. Me luce y disfruto mucho más madrugando un sábado o un domingo que acostándome a las tantas. Supongo que serán los años. Seguro que son los años.
Pero por no parecer siempre un ser huraño de vez en cuando hay que ceder y salir a dar una vuelta. Quedamos este sábado pasado unos cuantos amiguetes, algunos de los cuales no veía en quince años, y nos fuimos de cena. Nos pusimos al día, renovamos los votos y promesas de amistad eterna y terminamos tomándonos algo un garito de Comomolos.
Escribí sobre los Comomolos o Comomolitas allá por el verano de dos mil seis, cuando residía en mi palacio de verano en San Petersburgo, tras realizar un trabajo de campo junto a mi amigo G. por alguno de los garitos que han florecido a la vera del Foredeck en el Puerto de Valencia, todos muy lounge. Adjunto algunas de las conclusiones que sacamos aquel día:
Los Comomolitas son los moradores de Comomololandia y, básicamente, se distinguen porque son comomolistas convencidos.
Rasgo principal de los Comomolitas o Comomolos, según la zona, es el tiempo que emplean en acicalarse y arreglarse para cada una de sus presentaciones públicas. No hay poro de su piel que no reciba un mimito. No hay pliegue de sus prendas que no haya sido tratado con esmero.
A los Comomolitas, una vez epatado el auditorio, lo que más les gusta es mirar. Ellos no se enamoran de los demás. Se plantan con su combinado o copa (ellos no toman cubatas ni, mucho menos, pelotazos) y se miran. Somos los que estamos. Estamos los que somos: los elegidos.
Los Comomolitas no bailan. El pinchadiscos, o dj, un ser pálido y mustio que es capaz de distinguir cincuenta corrientes diferentes dentro del Free Latin Cool Jazz Groove Boogaloo Funk, los provoca con melodías de bajo contundente que ellos celebran con su parpadeo y, en el paroxismo, tamborileando su dedo meñique en el vaso del combinado. El dj, cuando llega a casa, baila la conga de Jalisco. A los Comomolitas les encanta la conga de Jalisco, pero no lo reconocerán nunca.
Todos los Comomolitas tienen varios masters y unos trabajos de enorme responsabilidad de los cuales dependen todas las naciones extranjeras. Si tú les pides que te nombren tres obras clásicas de la literatura griega te responderán al instante que "La iliada", "La odisea" y "La barbacoa" de Giorgios Dannakis.
Las Comomolitas, como en cualquier orden, gremio o estamento, están buenísimas. Los Comomolitas, a pesar de sus ropajes, sus cremas, sus perfumes, sus zapatos y sus cochazos, son todos unos gañanes.
Después de esta nueva incursión en terreno comomolita, me reafirmo un tanto en lo que escribí en su momento. Si acaso me agradaría añadir algo:
Los Comomolitas se miran mucho, sí. Pero también dialogan. Y el que habla lo hace con una vehemencia elegante, con una pose algo sobreactuada mientras que el que escucha siempre está poniendo caras de que lo que escucha le está resultando superinteresante, superdivertido o superalucinante (donde se lee súper puede leerse híper o mega). No escuché ninguna conversación, pero todas tenían pinta de ser fascinantes.
El tradicional vaso de cubata cilíndrico alargado, aquel al que el Senséi ha llamado el AK 47 tradicional frente a los vasos más anchos, está en trance de desaparición. Se pierde un clásico. Ese vaso sujetado con toda la mano, con el dedo meñique en el culo del vaso como seguro para evitar su caída tiende a desaparecer. Ahora los combinados se toman en copa. Las copas se toman en copa, sí. Parece redundante pero, para mí, es toda una novedad.
El tío más tonto de Europa estaba el otro día pinchando música. Como llevaba unas gafas de pasta de color rojo chillón se creía Petronio, el arbiter elegantiorum, y esas gafas, junto a su sonrisa semisocarrona semimajadera parecían decir: estoy deseando que alguien me meta un tiro entre las cejas. Y lamenté no llevar un subfusil conmigo. El caso es que el tío no pinchaba música. Sólo ponía ritmos, bases rítmicas. Allí no se escuchaba ni una melodía. Nada de canciones, sólo ritmo. No sé si la SGAE habrá inventado el canon rítmico pero debieran ponerse manos a la obra, no vaya a ser ésta la nueva tendencia.
Para trabajar en un garito orientado a los Comomolos hay que cumplir los siguientes requisitos: si eres tía tienes que tener las tetas operadas; si eres tío has de trabajar con un pinganillo en la oreja. La utilidad de las tetas operadas me la puedo imaginar. La del pinganillo es todo un misterio para mí.
Y poco más. No sé si volveré a un antro de Comomolos. Supongo que sí, por aquello de la fascinación por lo abominable y porque, al final, me suelo divertir. Si así fuere, seguiremos publicando nuestros trabajos de campo.
martes, 20 de enero de 2009
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8 comentarios:
No sé que ha pasado con mi elaborado comentario que no ha salido publicado pero como no tengo ganas de repetirlo lo resumo en una máxima: Me cago en los DJ con imaginación
En el norte, donde somos más pragmáticos, el tradicional vaso de cubata cilíndrico alargado está siendo sustituido por el tradicional vaso de sidra, que, a la vez que no rebota en la nariz en caso de apéndice nasal hiperdesarrollado, permite al barman extenderse cuanto quiera en lo que a la parte alcohólica del cubata se refiere. Ventajas por doquier.
Lo de las copas en copa es una mariconada propia de ciudades con circuito urbano de Fórmula 1.
Lo del pinganillo debe servir para que el encargado le diga al camarero de la barra 1 que falta hielo en la barra 3 y reponga. Porque eso de pedirlo a gritos es exclusivamente propio de tascas tipo "Bar Manolo" no "Coktelería On the Rocks", que debe ser el tipo de nombre que tienen los locales de los comomolos estos que describes.
Yo el sábado también estuve de fiesta, pero en la franja horaria de la tarde (así como cuando tenía 16 años...) y más que de botellón, el rollo iba de Danonino. Celebramos el cumple de 3'15. ¡6 añazos ya!, por todo lo grande en un chiquipark de estos de bolas e hinchables. (algún día debería escribir sobre este tipo de antros...)
En cuanto lo de aprovechar el día... pues como que yo también, pero más por imposición familiar que por propio placer, eso cuando puedo y no trabajo, pero el domingo, después de la resaca del sábado, todavía tuvimos humor para madrugar e ir a ver la nieve, otro regalo que mi niño pedía desde principios de invierno. Y es que a estas edades es relativamente fácil hacerles felices.
Y en Valencia, ¿qué tal andáis de porteros en los garitos?
Supongo que el DJ con imaginación será aquel que trate de demostrar a todo el mundo cuánto sabe y que cojonudo es, no de poner la pista patas arriba de gente cantando y bai,lando. Me uno, si es así a tus deposiciones.
Por el secarral también está empezando a imponerse el vaso ancho o de sidra. Otra ventaja es que suele caber todo el refresco, evitándose esos primeros tragos que son de alcohol puro hasta hacer sitio para vaciar la Coca Cola o similar.
Pi, has clavado el nombre. Quítale cocktelería.
Y de los parques de bolas tal vez escriba yo también algún día, pues estoy empezando a coger experiencia.
Poco te puedo hablar de los porteros. He visto muy pocos y a los que vi ni eran armarios ni maleducados ni nada por el estilo. Sólo trataban de minimizar el tiempo que estuviese la puerta abierta para que no se escapase el gato.
Es que yo molomogollón, veo que tendría futuro montando un bar fashion para comomolos XD
La verdad es que también iba a animarte a que escribieras sobre los parques estos, pero como ideas no te faltan no quería presionarte.
"La barbacoa" de Giorgios Dannakis.??
Ese no me lo conozco.
Hace tiempo que no salgo de copas pero supongo que habrán cambiado los vasos de cristal por plastico que les salen más baratos y pinchan menos ruedas en las salidas domingueras.
¿Qué no conoces "La barbacoa" de Giorgios Dannakis? Pero, hombre de Dios, si es un clásico. Homero, Sófocles, Eurípides y Dannakis.
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