martes, 23 de diciembre de 2008

Llegó Navidad

No recuerdo unas navidades que hayan llegado tan sin querer como éstas, con tanta desazón, con tan poca ilusión. Casi parecen una tregua antes del apocalipsis definitivo que se aventura para el año nuevo. Tan triste está todo que voy a tener vacaciones como en el colegio, de Nochebuena a Reyes. Por el secarral estaré, corriendo mucho que el maratón está cerca, aunque si la cabeza no está las piernas no van y así me están saliendo últimamente todas las carreras. También le echaré una mano al padre de Ana con las olivas. Ana creo que quiere ir a IKEA. Pues iremos a IKEA como oveja al matadero. También me daré mi tradicional vuelta por Vallecas la tarde de San Silvestre. Y poco más. Estaré ausente estos días, dado mi aislamiento en la Manchuela conquense. Dejo un par de entradas programadas que después de Reyes ya no tendrían gracia.

Y eso. Pues muchas felicidades a todos. Que paséis una bonita Navidad, un buen fin de año y que los Reyes os traigan muchas cosas. O alguna. También quiero felicitar especialmente a todos aquellos que el dos de enero cumplan cuarenta años. Cuarenta años. Quién los pillara.

Feliz Navidad a todos.

domingo, 21 de diciembre de 2008

32356

Repito el título de las entradas que escribí los dos años anteriores en mi otra vida en fecha similar. En aquellas entradas manifestaba mi total convicción de que dicho número iba a resultar premiado con el Gordo. Por los caprichos del destino no fue así. Encajé muy mal dichos reveses. Y me hicieron reflexionar.

Todos los amigos de la cuadrilla del secarral jugamos el mismo número. Dicho número es el que vende Miguel en su bar desde tiempo inmemorial, número al que es abonado. Nunca toca. No ya en Navidad. Nunca. Siempre pensamos que hay una confabulación judeo masónica entre los Niños de San Ildefonso en contra de nuestro número y no lo meten en el bombo. Miguel ha sido comisionado infinidad de veces a comprobar, como hacen muchos, si el número está en los hilos antes del sorteo pero no nos ha hecho ni pastelero caso. –Hombres de poca fe- siempre repite-no seáis desconfiados que este año toca. Este año sí.

Y nunca toca. Nunca. Y no puede ser que la culpa sea siempre de los demás o de la mala suerte o del mal fario o del mal ojo. Y me quedé pensando. Y una tarde que estaba aburrido empecé a contar: uno, dos, tres, cuatro…Y cuando llegué al treinta y dos mil trescientos cincuenta y cinco comprobé horrorizado que pasaba directamente al treinta y dos mil trescientos cincuenta y siete. Y entonces lo comprendí todo. Miguel, el 32356 es un número que no existe. ¡No existe! ¿Cómo nos va a tocar? ¡Es imposible! ¡Cambia de número, Miguel, por favor! ¡Cambia de número!

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Mariconaes

Mala educación he recibido, quizá no demasiado acorde con estos tiempos. No soy de los del hombre y el oso ni de los de sudor, tabaco y brea, pero antes el concepto hombre y masculino estaban bastante relacionados y bastante definidos, y lo que se salía del tiesto era rápidamente tildado como mariconada. Repito que no soy ni muy machito, ni muy machote ni defiendo la superioridad del hombre sobre la mujer salvo en el lanzamiento de disco, jugando al fútbol y conduciendo. Si soy, reconozco, algo misógino, especialmente en la salvaguarda de los grupos de amigos frente a las injerencias malignas de novias y esposas (Yoko Ono fue la punta del iceberg) pero creo que hombres y mujeres son personas siendo las personas mujeres infinitamente más atractivas que las personas hombres y no sigo pues estando el mundo tan sensible y tan políticamente correcto supongo que me estaré metiendo en un jardín babilónico.

Recientemente me hablaron del correr Chi, que se basa en las lecciones del Tai Chi y que se aplica a la carrera teniendo como objetivo el moverse con la naturaleza a la par que trata de modificar el modo de contemplar el mundo. Una mariconada. No dudo que tal vez sea efectivo y que correr pensando en la paz perpetua con la rodilla apuntando a la papada de Confucio hermanado con el sol y con las abubillas mejore mi rendimiento y mi esencia como ser humano, pero a mí esas cosas me parecen mariconadas. Es algo así como los corredores populares que corren mirando el pulsómetro obsesionados con sus pulsaciones, que en cuanto les duele una pestaña ya están pidiendo hora para el fisioterapeuta, que hacen dietas alimenticias disociadas antes de una carrera y que se depilan en cuanto te descuidas. Una panda de maricones.

Si el gran icono en la actualidad es el mariconazo de Cristiano Ronaldo, con un afán exhibicionista que le obliga a que cada vez que toca el balón tiene que hacer un helizoide alabeado en cono director en vez de dársela al compañero desmarcado, que tiene un asesor únicamente para sus cejas, que está deseando que ocurra cualquier lance del juego para subirse la camiseta y mostrar al mundo que por cada segundo que pasó en una biblioteca (si es que sabe lo que es una biblioteca o un libro) ha pasado cincuenta mil horas en un gimnasio, que alardea de novias macizas más que Alberto de Mónaco es que algo no funciona y el mundo está en un tris de desmoronarse.

Y seguramente esté equivocado y totalmente desfasado y lo que tendría que hacer es depilarme, untarme a cremitas antes de acostarme porque más que patas de gallo empiezo a tener al gallo entero y empezar a asesorarme sobre que tinte de pelo me convendría más antes que las canas tomen definitivamente el mando en mi cabeza. Y para convertirme por completo debiera empezar a creer en milongazas como la aromaterapia y risoterapia como complemento del mundo Chi en la búsqueda de la excelencia interior, volverme un erudito pedantón en vinos y hacerme adicto a los masajitos y a los spa.

Y del spa quería hablar (todo esto es para contar que he estado en un spa. Mira que me gustan los preámbulos). Le regalé a Ana por su cumpleaños una sesión de spa con masaje. Hasta aquí todo bien pues le hizo mucha ilusión y se alegró bastante. El tema de la apotema fue que no quería ir sola y me conminó a que la acompañase. Me negué, por supuesto. No podía ser que yo, el más macho de todos los machos, yo, el que se afeita como Gary Cooper con navaja y sin espuma ni jabón, yo, el que tiene como referente a Clint Eastwood en “El sargento de hierro”, fuese a un antro de esos lleno de mequetrefes, pusilánimes y nenazas. Evidentemente fui. Y allí estuve con los chorritos y las burbujitas, con el agua caliente y fría, con las duchas con aromas de esencia de no se qué, con el baño turco y la sauna, con la fuente de hielo y los cubos de agua fría, con los riñones calentitos en la zona de relax. Y me gustó. Y me lo pasé bien. Y cuando salí de allí estaba de un relajado que no podía dejar de sonreír y con una paz interior que bien podría ser Chi. Y no me preocupa pensar que tal vez me esté amariconando. Me preocupa que no me preocupe saber que soy un maricón.

domingo, 14 de diciembre de 2008

El Jamonero

A la pregunta de que si hay alguien en Valencia que no sea Calatrava que sepa hacer algo la respuesta es no. No hay nadie. Tenemos puente nuevo y, evidentemente, también es suyo. Por supuesto ha costado una barbaridad y la yema del otro y el sobrecoste ha sido espeluznante. No pasa nada. Justo al lado están levantando un mamotreto que parece un besugo saliendo de la boca de otro besugo denominado Ágora que también es del ínclito, que costará veinte veces el puente y que servirá como espacio multifuncional. No sé qué es un espacio multifuncional ni quiero saberlo porque sólo pensarlo me pone de muy mala leche. La verdad es que el Calatrava y el servilismo de las fuerzas vivas valencianas ante su persona es un tema que me irrita bastante.

El puente se llama oficialmente de l`Assud de l`Or y toma el nombre de la acequia del Turia que pasaba por allí, pero ya es conocido por todos como el Jamonero y así se va a quedar. Me gustan estos nombres populares irónicos que se quedan para los restos. También en Valencia tenemos la fuente de la Pantera Rosa de Miquel Navarro (otro ínclito) y no sé si habrá alguien que sepa el verdadero nombre de la fuente. Y un tramo del río es el Vetges Tu, que podríamos traducirlo como: te parece que… Y en Madrid está la Peineta, donde jugará el Atleti un año de estos.

El puente de marras no tiene carril bici, la zona peatonal está en el centro, lo cual te obliga a cruzar dos veces si quieres atravesarlo, y tiene dos rampas que no me hacen gracia. No tengo ninguna duda de que el próximo maratón cruzará este puente y me temo que estará en el kilómetro treinta y tantos, por lo que esas rampitas me van a hacer jurar en arameo. Por lo demás, es bonito.

Aunque no lo parezca, estoy encantado con este puente. El motivo es que me va permitir ahorrarme de cinco a diez minutos en el trayecto de mi casa al trabajo. Como lo hago cuatro veces al día, me voy a ahorrar una media hora. Tengo media hora. Poco a poco voy conquistando mi tiempo.

Mientras pensaba en esta entrada me vino el recuerdo de un capítulo de “El Principito”, capítulo que decía así:

-Buenos días- dijo el Principito.
-Buenos días- dijo el mercader.
Era un mercader de píldoras perfeccionadas que aplacan la sed. Se toma una por semana y no se siente más la necesidad de beber.
-¿Por qué vendes eso?- dijo el Principito
-Es una gran economía de tiempo- dijo el mercader. –Los expertos han hecho cálculos. Se ahorran cincuenta y tres minutos por semana.
-Y, ¿qué se hace con esos cincuenta y tres minutos?
-Se hace lo que se quiere.
Yo, se dijo el Principito, si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar, caminaría muy suavemente hacia una fuente.

Tengo media hora para caminar muy suavemente hacia una fuente.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Don´t think twice, it`s alright

Ana y yo nos fuimos de viaje de novios a Nueva York. Después de haber visto todas las películas de Woody Allen no podíamos ir a otro sitio. Y uno allí se sentía como en casa: por la Quinta Avenida vimos a la infanta Elena y a Zaplana, aparte que turistas españoles había un montón, y eso que era mitad de noviembre. Lo pasamos muy bien en aquel viaje (no podía ser de otra manera). Y Nueva York nos encantó (tampoco podía ser de otra manera. Puedo presumir de haber visto las Torres Gemelas, aunque la relación cosas que no he visto, cosas que he visto está absolutamente desproporcionada a favor del no he).

Pero no voy a contar el viaje, aunque sí una batallita. Una batallita muy tonta, por cierto. La crisis es universal. Por el SoHo nos metimos en una tienda de discos. Siempre me ha encantado mirar discos. No es que sea coleccionista ni nada parecido. Me entretiene. El caso es que, por aquella época, andaba obsesionado con una versión de los Peter, Paul & Mary de una canción de Dylan, del “Don´t think twice, it`s alright”. Y, buscando, encontré un LP de los citados donde venía la canción. El precio no era desorbitado y, bueno, me hacía ilusión tener un vinilo comprado en Nueva York. Qué le voy a hacer, soy un paleto, sí. Cogí el disco, lo pagué y nos dispusimos a salir.

Tal y como salíamos de la tienda, el encargado, muy sonriente, nos dijo con mucha educación –merci beacoup.

-¿Cómo que megsí bocú? Me cago en la leche, que somos españoles, joder, pijo, teta, culo, copón, gilipollas.

Iba yo muy contento con mi disco. Muy contento. Y fue entonces cuando recordé aquello de que el español piensa bien pero cae tarde. Muy bonito el vinilo, sí, pero ¿y el viaje de vuelta? Si lo guardaba en el equipaje a facturar tenía la certeza de que el fragmento más grande del disco que me encontraría tendría tres centímetros cuadrados (hemos hecho unos cuantos trabajos en el aeropuerto de Manises. He visto como tratan los equipajes). Así que tocaba llevarlo como equipaje de mano. Lo subiría al avión, sí, pero ¿y después? ¿lo guardaría en la estantería o portaequipajes o cómo se llame? ¿Me podría fiar?

Ocho horas de viaje de avión abrazado a mi disco. Ocho horas. Ningún sitio me resultó fiable para dejarlo, así que, los cuatro juntitos, Peter, Paul, Mary y yo, en amor y compañía. Ana dormitaba. De vez en cuando abría un ojo, me miraba y hacía un gesto que sólo podía significar -indudablemente, me he casado con un cretino. Pero ya era tarde. Y no te lo vuelvas a pensar que está bien así.

domingo, 7 de diciembre de 2008

La loor

Cuando la caterva periodística empezó a generalizar el uso de “en olor de multitudes” referido a toda recepción multitudinaria no faltó quien se tapase la nariz con los dedos ni quien la tildase de degeneración de la expresión “en loor de multitudes”, mucho más elegante y grandilocuente. Cuántas veces todos los quiero y no puedo gramaticales, ortográficos o fonéticos hemos corregido y nos hemos reído con pedantería y autosuficiencia al escuchar la frase de marras.

Pero no. Va a resultar que la expresión es totalmente válida y correcta. “En olor de multitudes” es una derivación de “en olor de santidad”. Los cuerpos de los santos no se corrompen y no huelen. Los que no son santos tienen otro olor en su descomposición y, en multitudes, hieden. Y bastante. La expresión es desagradable y, si se quiere, nauseabunda , pero totalmente correcta. Y tras el olor vino el loor, una corrección que se fue abriendo camino y que llegó a asentarse hasta el punto de casi desplazar a la expresión original. Mas no. Perico Delgado fue recibido en Segovia en olor de multitudes. También en loor, pero sobre todo y especialmente, en olor.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Mahna Mahna

Cada vez que mi cría ve que me aposento frente al ordenador se acerca y me dice: maná maná.

Y yo, muy obediente, entro en el youtube y le pongo el vídeo del Maná Maná o Manamaná o Mahna Mahna.

Del sesenta y nueve es. Sigue siendo fabuloso, o a mí me lo parece. Simple pero con toda la grandeza de la simplicidad. Alguno querrá ver en este vídeo una metáfora de la sociedad alienante, representada por las dos lobas, que cercena el espíritu libre, creativo y caótico del individuo, representado por el barbado. Que cada uno vea lo que quiera. Yo me parto de risa. Y nunca deja de sorprenderme la expresividad que siempre sacaron Henson y compañía a todos estos muñecos de trapo. Nunca. Y siempre veo estos vídeos con la boca abierta.

Se podrá decir que no soy objetivo, que observo los vídeos de Barrio Sésamo con el tamiz de la nostalgia y que eso me distorsiona. No lo niego. Me crié con ellos y podré renegar de mi adolescencia pero jamás de mi infancia. Y mi infancia son La casa del reloj, Los Chiripitifláuticos, Un globo, dos globos, tres globos y Barrio Sésamo a pesar de Perezjil, que era un gilipollas.

Y tampoco niego el orgullo que me produce ver cómo mis críos pasan completamente de “Los Lunnis”, que van a ser responsables directos de una generación de tarados irrecuperables, y se emocionan con el Maná Maná. No sé si tengo motivos para enorgullecerme pero viéndoles reírse como se ríen me hace pensar que fui y sigo siendo afortunado.