martes, 23 de septiembre de 2008

Pepe

Eran las ocho y media de la tarde. Después de todo el día pateando y tras el viaje del día anterior los críos ya estaban bañados, cenados y con los ojos que se les caían. Ana también estaba molida. A mí no me apetecía quedarme en la habitación del hotel viendo películas norteamericanas subtituladas en sueco, por lo que me fui a dar un paseo.

Salí del hotel y comencé a callejear. Tenía idea de dónde quería ir, pero no por dónde, así que, a vagabundear. A esas horas Estocolmo parecía una ciudad fantasma. Era jueves y en algunas terrazas se veía gente, pero no había coches ni apenas un alma por la calle. Llegué hasta la zona más turística y me extrañó ver que no iluminan los monumentos. Apenas les llega el reflejo de la iluminación callejera. Seguí deambulando. Frente al Nordiska, delante de un restaurante de nombre Josefina, había bastante gente con pancartas vigilada por la policía. Al pasar junto a ellos un chaval se me acercó. Comenzó a hablarme en sueco. Le respondí que mejor en inglés. Entonces me explicó que estaban conminando al boicot al restaurante por su trato a los trabajadores y me rogaba (el chaval era educadísimo, como todo el mundo allí) que me uniese al boicot y que, incluso, podía unirme a los piquetes. Le respondí que era un turista español que estaba de visita y dando un paseo, que no tenía intención de entrar y que (mirando de reojillo a la policía) prefería continuar con mi paseo.

-¿Eres español?
-Sí.
-Espera un minuto.

Se dirigió directamente a uno que sujetaba una de las pancartas. Un chico alto, moreno, delgado, con gafillas. Éste me miró y me dijo con un acento andaluz cerrado.

-¿Hablas español?
-Hombre, me defiendo.

Pepe. De Jerez de la Frontera. Trabajando de camarero en el certamen de flamenco de Jerez conoció a una sueca y llevaba nueve meses en Estocolmo. Lo normal. Esas cosas pasan. Uno va a un certamen de flamenco y termina en Escandinavia. Me contó que el bloqueo era por él. Tal y como llegó a Estocolmo se afilió a un sindicato anarquista. Llevaba dos meses trabajando en el Josefina y todavía no le habían hecho contrato (Cucumber, actúa). Le habían pagado esos dos meses menos de la cantidad convenida y siempre en b. Y allí estaba el sindicato, manifestándose.

-¿Ves aquellos chavales de allí?
-Sí.
-Pues son los de las Brigadas Antifascistas.
-La leche. Sí que estáis organizados.

Los clientes llegaban al restaurante. Alguno se unió al bloqueo aunque la mayoría lo obvió y entraron abucheados por los manifestantes. Ni un mal gesto. Ni el menor atisbo de violencia. Los piquetes informativos en Suecia informan, no te clavan un machete por la espalda ni te queman la casa o el coche. Curioso.

Durante un rato me uní al piquete. Eso es algo que no había hecho nunca y me tuve que ir al quinto pino para hacerlo. Aunque tampoco es exacto, pues lo que realmente estuve haciendo es charlar con Pepe. Me contó que Suecia es un país muy rico y que allí hay trabajo para todos. Con un salario base de dos mil euros (y unos precios en proporción) pagan unos impuestos altísimos, pero las contraprestaciones son acordes. Por ejemplo, hay demanda de conductores de metro y de autobús y el propio estado te paga el carnet y te ofrece el puesto de trabajo.

-¿Y no te interesa?
-Pues claro que sí. Lo malo es que, aunque aquí todo el mundo habla inglés, tienes que hablar sueco. Y el idioma es una barrera enorme. Llevo cuatro meses estudiándolo y es que es jodidísimo. Y los suecos, a los extranjeros los putean bastante. Como a mí.
-¿Xenófobos?
-Clasistas.
-Pues como en España.
-Más. Mucho más. Muchísimo más.

Yo miraba las pancartas, con esas palabras de más de quince letras y pensaba: es más fácil ganar los cien lisos en unos Juegos que aprender sueco.

-¿Y qué tal el invierno?
-Insoportable. Yo me vuelvo ahora a Jerez a pasar los próximos cinco meses. Trabajaré de camarero o donde sea, y en la primavera me vuelvo.
-Está la cosa fastidiada. Ten cuidado.
-Algo tengo apalabrado. Y en el certamen de flamenco tengo faena segura.
-¿Vuelves al certamen de flamenco? Cuidado con las suecas.
-No hay problema.

Nos despedimos. Le deseé suerte y proseguí mi paseo. Y aprovecho, ya que estoy aquí, para decir que si alguna vez alguien va a Estocolmo y quiere ir a un restaurante caro a cenar, el Josefina, frente al Nordiska y cerca del Vasa, está vetado. Por Pepe.

14 comentarios:

elbé dijo...

Pues habrá que buscarse otro sitio para el Smörgåsbord. Por Pepe.

Álex dijo...

Tomo nota.

El mundo está lleno de españoles, por cierto. La primera persona con la que hablé en Inglaterra, para pillar el bus desde el aeropuerto a Londres, era de Valladolid, o así.

Slim dijo...

pues anda que yo que en estocolmo me encontre con TRES personas conocidas de valencia...si es que nos encanta viajar.

Anónimo dijo...

Pues, tu artículo me encanta por el tema y la forma de narrarlo. Dice mucho de ti (aunque no te conozco). Me puedo hacer a la idea de que perteneces a ese grupo de viajeros que cuando llegan al destino, pese al cansancio, dejan equipaje y exploran la ciudad con avidez. Ese primer contacto, superada la fatiga, para mi ha sido casi siempre muy placentero. Y ciertamente, en casi todos pasa algo. Si rememoro anécdotas para contar de la primera noche (en el que uno siempre va más perdido que un pedo en un jacuzzi), tengo también unas cuantas.

Una vez recuerdo un viernes en Florencia que estábamos una amiga y servidora en la Piazza della Signoria sin dinero metálico y sin tarjeta. Pintaba que hasta el lunes no tendríamos posibilidades de cambiar nuestro infortunio. Eso si llegábamos, porque había que pasar el sábado y el domingo sin guita. Sentadas en las escalinatas frente al David de Miguel Ángel, con la desesperación del que piensa hacer de mimo (porque de memas ya era visible) y sacar algo de pasta (daba igual si era de espaguetis); se nos apareció una compañera de gremio a la que divisamos por encabezar una marabunta de zánganos adolescentes a los que intentaba explicar la historia de la ciudad, con menos éxito que un bombero en el océano haciendo simulacros de incendio.

Está claro que nos sacó del apuro haciéndonos un préstamo. A lo que nosotras respondimos dándole las gracias y nuestras condolencias. El viaje con su curso duraba 8 días y llevaba sólo dos.

En otro momento, en Venecia, paseando cual madonas o tres Gracias de Rubens entre góndola y canal, se apareció de repente un fotógrafo que mirando a su perseguidor tropezó con nosotras y cayó al suelo (cámara incluida). En un traspié el perseguidor hizo lo mismo y al alzar su rostro comprobé que se trataba del director de cine, Polanski. Rendido a mis pies y con cara atónita por mi parte, no pude decir ni pío, ni Ohmaigad ni mamma mía…Un momento pava y una oportunidad perdida para siempre.

SisterBoy dijo...

Las mujeres mueven el mundo pardiez

El Impenitente dijo...

No creo que tengas problemas, Elbé. Más difícil es pedir eso.

La fama la tienen los japoneses, pero los españoles son subcampeones a la hora de viajar.

En Ginebra me encontré con uno que nos debía dinero. Había ido a conocer a su nieta recién nacida. Le di la enhorabuena y le avisé que el lunes siguiente pasaría a verle. Nos pagó.

No debe ser muy alto Polanski. Debe ser complicado verle. En tu lugar creo que me hubiese quedado tan cortado que le hubiese preguntado por Sharon Tate.

Y yo creo que sí me conoces. No soy muy distinto de lo que se puede leer aquí.

Con respecto a los viajes siempre pienso que ya descansaré a la vuelta. En este último llegamos al hotel a la una y media de la noche y a las siete y media estaba en recepción preguntando con un plano que hacia donde era mejor que me fuese a correr, si calle arriba o calle abajo. Me señaló parques. Le respondí que no quería parques sino gente, ciudad y monumentos. Me fui hacia abajo. A la hora de desayunar yo ya estaba emocionado con lo que había visto y lo que me quedaba por ver.

¿Tú también has viajado con alumnos? Esto es por averiguar tu gremio.

¿Que si las mujeres mueven el mundo? A ver quién dice que no. Por cierto sigo con "La notte" y tratando de elucidar a quién elegiría, si a Moreau o a Vitti.

Sett dijo...

Me alegra regresar al mundo blogeril y en especial a tu espacio para leer una de tus anecdotas,de esas tipicas tuyas, que sin esperar que ocurra algo importante necesariamente,son de un alto interés.Eso tiene mucho mérito.No sueles fallar.

Es algo así como ver Eyes Wide Shut.Por cierto,que subtitulada en sueco debe ser un puñal.

;)

Anónimo dijo...

Que bonito,a mi también me gusta pasear por las ciudades, sin prisa, disfrutandola, que lástima que tenga dos hijos pesadísimos a los que hay que bañarles y darles de cenar después de un viaje agotador, y vosotros me preguntareis¿no tienen padre que te ayude?, pues no, cuando no está corriendo, por no molestarnos,prefiere ir a pasear para conocer la ciudad y así el nos lo cuenta por la mañana.Hay que joderse.

Anónimo dijo...

H-san, tokiota y buen amigo mío, casi un hijo para mí, vino a la Tomatina. Entre tomatazo y tomatazo, vio como desde un balcón alzaban de entre la multitud a una chica desfallecida con intención de socorrerla. La sorpresa de H-san fue mayúscula, era una compañera suya de un instituto de Tokio.

Luego, una vez reanimada y ya en Valencia, en un restaurante chino próximo a la estación, lo pasaron en grande, junto a otros tres o cuatro compañeros de la adolescencia que también habían celebrado su bautismo tomatero. Ya nadie ignora que para los japoneses la Tomatina de Buñol es algo así como La Meca para los musulmanes.

El Impenitente dijo...

Me alegra verte por aquí, Sett.

Ana, luego hablamos. No quiero que nos convirtamos en los Pimpinela o en los nuevos Juanito Valderrama y Dolores Abril.

El Fujiyama y la Hoya de Buñol.

Altosybajos dijo...

La literatura es un arte. Escribir bien es difícil.
Escribiendo podemos crear un mundo, nuestro mundo, y ser protagonistas. El papel que más nos guste y la historia más apsionante que se nos pueda ocurrir.
Viajar es precioso (acompañado o no) y contarlo mucho más.
Pero la belleza de la literatura nos aleja de la realidad.
Ahí aparece una mujer, Ana que nos acerca a la realidad cotidiana, nos baja de las nubes y nos pone los pies en la tierra.
Ana escribe con lenguaje directo y sin florituras literarias.
Creo que a partir de ahora las intervenciones de Ana habrá que aplaudirlas, fomentarlas y agradecérselas.
Ana nos acerca a la realidad (me toca muy de cerca).
Creo que será tan interesante o más conocer a Ana que al propietario del blog pues la vida real tiene un gran encanto.
Animo

Anónimo dijo...

españoles al poder. Este verano se hizo famoso el estribillo: "yo soy español, español, español"

un abrazo.

El Impenitente dijo...

Altos y bajos, te puedo asegurar que mucho más interesante sí que es.

3'14 dijo...

Imprescindibles desde YA los comentarios de Ana.

El post adquiere un sentido diferente después de su aportación.