Con lo que vivimos aquí y por aquí en el pasado con los otros dos Europeos y el Mundial. Con la Selección. Y con los triunfos (y los dramas) del Atlético de Madrid.
Siento que cada vez estoy más lejos del fútbol.
No es del todo cierto. Me emociono hablando del Brasil del 82. O puedo recitar la alineación del equipo que ganó la Copa en el 91 y el 92, o la del equipo que hizo el doblete en la temporada 95-96. Y el gol de Maceda a Alemania en el 84 me sigue poniendo la carne de gallina. Y me siguen creando desazón los partidos de cuartos contra Bélgica, Italia, Inglaterra.
Pero sí que me voy alejando de la actualidad. Y mi pérdida de interés tiene algo de orgulloso. El fútbol ha devorado al resto de deportes y yo soy del resto de deportes, empezando por el atletismo y siguiendo por, bueno, ciclismo, tenis, natación, baloncesto, balonmano… Todos son bonitos. Bonitos en sí mismos. El fútbol, si le quitas la pasión, se queda muy cojo. Y, aparte del orgullo, con el Atleti tengo la sensación de que todos los partidos ya los he visto y de que soy incapaz de distinguir una temporada de otra. Y muy motivado no estoy. Y con la Selección, después de haber vivido lo que vivimos en 2008, 2010 y 2012, es como si hubiera quemado toda mi devoción y pasado a ser un espectador que mira de reojo.
Antes, que esperaba las convocatorias del Seleccionador con ansia, con nervios. Y opinaba. Y me enfadaba. Y protestaba.
Ahora, que la leo y veo que no conozco ni a la mitad y no sé ni dónde juega la mayoría.
Hemos ganado el Europeo, sí. Pero no me siento con el derecho de celebrarlo con la camiseta puesta yendo a la fuente (ahora es una rotonda desecada) de la plaza del Cedro con Maroto y con Sanfélix. De los siete partidos que hemos jugado, sólo he visto enteros dos. Y sí, veo al equipo y, de alguna manera, me identifico con ellos. Y el día de la final sufrí y disfruté como en los viejos tiempos.
Pero me subí al carro al final, cuando aquello empezaba a oler a victoria.
Así que, por si alguna vez generaciones futuras entran en este cuaderno buscando información, que sepan que España ganó el Europeo de fútbol de 2024. Y lo hizo mereciéndolo con un equipazo al que daba gusto ver jugar siendo un equipo.
Pero esta vez no siento que pueda utilizar la primera persona del plural a la hora de hablar de este título.
Porque no me lo gané.
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