martes, 8 de junio de 2021

Vacunas

Cuando hablan de vacunas siempre me quedo pensando en cómo lo harán. No hablo del proceso de investigación o de desarrollo sino de su producción (deformación profesional). Me imagino a un montón de Panorámix con sus marmitas preparando el mejunje y llevándolos a la Coca Cola o a otras plantas para el embotellado. ¿A qué velocidad embotellarán? ¿Cuántas plantas existen? Porque el día tiene ochenta y seis mil cuatrocientos segundos y estamos hablando de millones de ampollas. Hay quejas de que no se cumplen los plazos y todo el mundo se cree con derecho a ser exigente pero, solidario como soy con los departamentos de producción (la misma deformación de antes), creo que no se valora lo asombroso que es llegar a esas cantidades en ese tiempo. Igual en Google o en Youtube podría averiguar más sobre el proceso productivo. Buscaré. O no. Prefiero quedarme con Panorámix. 

Ya me han puesto la primera dosis. Se habían olvidado de mí. Me dijeron que no tenían mi número de teléfono. Ya lo tienen. Me ha tocado con los de la siguiente franja de edad y hay que ver qué mayores son los de la siguiente franja de edad. Relacionado con la edad esto de la vacuna me ha hecho sentir sensaciones extrañas. Nosotros somos cuatro hermanos y yo soy el mayor. Y, por distintas circunstancias, me han vacunado el último. La primogenitura ya se la cedí de facto a mi hermano hace muchos años (y sin necesidad de un plato de lentejas a cambio), pero que mis hermanas también me hayan hecho la envolvente me cuesta más de asimilar. Siempre he sido el hermano mayor y ahora parezco el pequeño. Y no me encuentro.

Me ha tocado una enfermera muy joven y muy amable. Mientras me inoculaba el mejunje (con su microchip (chiz, chis) incorporado y mi obsolescencia programada (aunque nosotros ya estamos obsoletos, ¿verdad, Sanfélix?)) me he sentido en la obligación de defender a los de mi franja de edad legal (aunque ya no sea la mía) y he sido mucho más simpaticón con ella que lo que podrían ser estos cuarentones tan mal envejecidos con los que he coincido. Mis hijos se habrían muerto de vergüenza si me hubiesen visto (aunque avergonzarlos requiera de muy poco esfuerzo). Y eso me ha hecho sentirme todavía más orgulloso de mi actuación. Creo que aún puedo volver a ser el hermano mayor.

4 comentarios:

Sanfélix dijo...

Sí, obsoleto. Ya no encuentro recambios. Dicen que soy un modelo contaminante y que los nuevos son más respwtuosos con el medio ambiente. Mi sistema operativo ya no permite actualizaciones. He intentado devolverme pero el servicio postventa mira mi código de fabricación y no lo admite. Así vamos. Y si viste mal a la siguiente franja de edad no te costará gran esfuerzo imaginar el espectáculo de la que te corresponde legalmente. Los simpaticones.

El Impenitente dijo...

La Residencia Ballesol de Benidorm admite residentes a partir de cincuenta y cinco años. Un futuro esplendoroso se abre ante nosotros. El desguace puede esperar.

Sanfélix dijo...

Venga. Me apunto

GARRATY dijo...

Joder, convencidísimo estaba de que eras el segundo. No sé de dónde habré sacado esa impresión.
Me alegro de tu primera dosis.