miércoles, 13 de mayo de 2020

La Podeda

Ya nadie hará ruido por la mañana ni nos despertará tosiendo. Nadie lanzará los troncos a la chimenea desde el pasillo. No habrá más melodías de una sola nota. Nadie montará el chiringuito. Ni la huerta. Ni los Móviles de Calder. Nadie me reprochará lo sucio que llevo el coche. Ni me explicará cada vez cómo se arrastran las redes. Ni cómo se pliegan. Ni cómo se llena una espuerta. Ni cómo se vacía. No protestaré más porque, de todos los tiempos verbales que existen, sólo uses el imperativo. No volveré a alterarme porque eres incapaz de seguir un orden. Nadie verá crecer la hierba mientras conduce. Ni me preguntará si hace calor en Valencia. Ya no olerá a puro. Ni habrá poca lumbre. No habrá nadie en la Poveda. No serán de nadie esos atardeceres. Me quedaré sin saber si pasé la prueba, si sé andar por el campo, si sé comer del perol. No nos encontraremos un jabalí colgando en la cochera. No habrá conejos en la nevera. Habrá menos dulce en casa. Nadie les explicará a los caminantes despistados en mitad del campo que buscan un cuarto de baño que todo lo que ven es un cuarto de baño. No habrá más podas artísticas. El árbol de la entrada perderá su esfericidad. Nadie cortará leña. A nadie le importará la marcha que llevo. Los pájaros camparán a sus anchas. El perol dejará de ser milagroso. El botijo ya no tendrá gracia. Las ciruelas. La mata. La balsa. De nadie. Los que regalan flores ya no serán maricas. La Academia tendrá pendiente crear una palabra que identifique a los nietos huérfanos de abuelo. Nadie será capaz de bajar los tableros. Ni los bancos. Nadie pondrá las bombillas. La era estará vacía. Da igual los que seamos. Nadie parecerá que tira el desodorante al aire y se pone debajo, como si fuese lluvia. De nadie será la tumbona. Para nadie volverá a florecer el cerezo. Para nadie. Porque nadie. Nunca. Imposible.

1 comentario:

J.P. dijo...

Nadie te dirá “qué pasa, tío”.
Jp.