viernes, 11 de diciembre de 2015

Reglamentación gatuna

Para poder entrar en la factoría donde se hacen coches (muchos coches) necesitas un pase genérico. Luego has de llevar los permisos de las distintas plantas que certifican que estás formado en su seguridad específica. El pase, por supuesto, bien visible. El chaleco reflectante siempre puesto. Y el calzado reglamentario. Y, según donde vayas, es obligatorio llevar bata, casco, protectores auditivos o gafas de seguridad. Y el candado personalizado para consignar. Y siempre has de andar por los caminos señalizados. No se te ocurra atajar. Amonestación por escrito con copia a todo el mundo. O sanciones más graves.

Y luego están los gatos. No llevan pase. Ni chaleco. Ni botas. Tampoco andan en fila por los pasillos reglamentarios. No piden permiso. Están. Se mueven. Corren. Nos miran.

Es curioso que en un lugar reglamentado hasta la asfixia y, muchas veces, desde la intransigencia, el único punto de humanidad sean los gatos.

2 comentarios:

J.P. dijo...

Grítales; ¡¡Miniiiiiiiiiinooooo!!

El Impenitente dijo...

Miz, miz.