domingo, 1 de marzo de 2015

Límites

Where is the limit? ¿Dónde está el límite? A los runners les encantan estas frases tan solemnes, estas cuestiones tan rimbombantes y tan en inglés. Un runner sin eslogan motivador ni es runner ni es nada. Uno de los iconos de los runners, Josef Ajram (que no es mi héroe) lleva tatuada la siguiente frase: I don’t know where the limit is but i know where it’s not. No sé dónde está el límite pero sí sé dónde no está. Para despatarrarse ante la profundidad del aforismo. Muy bien, pues hala todos, a buscar el límite. No hace falta que escribáis cuando lo encontréis. A lo mejor no está tan lejos. De hecho el mío no lo está. Mi límite está en lo que hice hace un año. Es lo que tiene hacerse mayor y estar en la cuesta abajo. Ya ni miro los tiempos que hice en años anteriores y sólo recuerdo mis mejores marcas si quiero epatar a alguien. Cuando me pongo un dorsal salgo a correr y a lo que salga. Y no es que siempre choque contra mi límite. Es que ni lo atisbo. Tampoco es un gran problema pues utilizo el viejo truco de plantearme objetivos asequibles y, si los consigo, pues mira qué bien. Pero, de uvas a peras, el límite se queda detrás. Y hoy ha sido uno de esos días.
Lo que se ve es el logo que ha diseñado Miquel Navarro, uno de los artistas de cámara de Rita junto a Ripollés, al que llaman maestro, sospecho que con ironía, para conmemorar el ciento cincuenta aniversario de Las Provincias, diario decano de Valencia. No deben de andar muy boyantes los de Las Provincias pues se han metido a organizar carreras. Cobran una pasta, dan una mierda (perdón. Dan una puta mierda, pues entre la nada que nos han dado figuraba una camiseta con el logo de Navarro en el pecho. Todas las noches de Reyes, en la aldea del secarral, organizamos una cena y después hacemos una especie de amigo invisible concurso y gana el que hace el regalo más horroroso. En la próxima no hay color) y a financiarse (presuntamente). La carrera que han organizado tenía una distancia de quince mil metros con salida y llegada en el puerto. Cuatro mil y pico inscritos. Circuito rápido. Buen día para correr, fresco y nublado. Corría algo de aire, pero se podía aceptar. ¿Objetivo en la salida? Hace tres semanas corrí la media maratón de Sueca en 1:26 y me puse como meta acercarme a 1:01. Si bajaba, mejor. Todo lo que fuese acercarme a la hora, premio. Bajar de la hora lo veía muy complicado. Cuestión de límites. En todo el año 2014 no corrí ninguna carrera de más siete kilómetros por debajo de un promedio de cuatro minutos por kilómetro. Y estamos en 2015.

Bien, dan la salida. Salgo muy bien. Llevo delante a los prácticos de la hora, los corredores que pone la organización para que marquen ese ritmo. Siempre van delante. A veces más cerca, otras veces más lejos, pero siempre a tiro. Paso el cinco en 20:00. Bueno, pues hemos llegado hasta el cinco. Paso el diez en cuarenta pelado. Collons, parezco un Omega. Bueno, pues hemos llegado hasta el diez. Pero no pincho. No aflojo. Y los prácticos delante, que no sé cómo no les dolía el cogote de tanto como los miraba. Paso el trece en cincuenta y dos justos. Un Omega y un Tag Heuer a la vez. Y empiezo a pensar que tal vez baje de la hora. Pero no quiero pensarlo. Kilómetro catorce: 55:56. No me jodas que voy a bajar de la hora. Miro el cogote de los prácticos. Lo miro hasta que dejo de mirarlo porque los tengo detrás. Voy sin cadena. Qué sensación. El final es dentro del puerto y pica para arriba, pero me da igual. Cruzó lo meta en 59:36. A hacer puñetas los límites. He rejuvenecido dos años de golpe. Estoy por ir a que me cambien la partida de nacimiento. Y estoy por quedarme con la camiseta del adefesio (presunto) y no regalarla. Ahora es un símbolo. Y siempre puedo ponérmela al revés.

4 comentarios:

SisterBoy dijo...

El logo parece una cafetera perturbada.

El Impenitente dijo...

Un poco drag la cafetera.

J.P. dijo...

Y entonces suena "Ummmm", "Ummmmm", y te despiertas a las 7:00 en el secarral.

El Impenitente dijo...

Cabrón, ya se me ha metido la canción de una sola nota acompañada de los lanzamientos de tarugos desde el pasillo hasta la chimenea en la cabeza.