Pobre Rafa. Ni él ni su hijo son falleros, pero resulta que su mujer y su hija sí. Y en la plaza de la Reina nos lo
encontramos, en plena Ofrenda, cargado con la cámara de fotos, junto a su hijo, siguiendo a la falla familiar que desfilaba entonces, haciendo el reportaje reglamentario. -¡Que se me escapa la cría! -¡Tranquilo, ya nos vemos! Pues ahora tendrá que pasar su mujer. Seguro. La saludamos, ¿no? Por supuesto. ¿Cómo se llama? Y yo qué sé. (Es curioso las horas que uno pasa en las actividades de sus hijos con personas de las que no sabes el nombre. Todos tenemos allí el nombre de nuestros hijos). Pues no querrás que silbe o que dé una voz. Tú di guapa. ¿Guapa? Sí, di guapa. Verás cómo funciona. Mira, es la de azul. Por allí viene.
-¡Guapa!
Se giró. Se giraron todas las falleras. La vanidad sigue moviendo al mundo.
miércoles, 25 de marzo de 2015
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