Oh Carole

Sirva esta entrada para dar la bienvenida en nuestra morada a una nueva inquilina. Armada con su arco y su flecha Carole tiene el deber de protegernos desde la pared que ocupa. Porque nuestra nueva inquilina se llama Carole. En la foto nos enseña su perfil bueno puesto que el otro lo tenía surcado por las cicatrices. Un accidente de coche. Mala suerte tuvo con los vehículos a motor puesto que fue en otro accidente, esta vez en un avión, donde murió. Tenía entonces treinta y tres años y dejó viudo con bigote, grandes orejas y, según la leyenda, algo de halitosis de nombre Clark. Pobre Clark. Dio mucha pena. Cuando murió Carole me faltaban veinticuatro años para nacer pero he de decir que tras ver “Ser o no ser” y “Al servicio de las damas” también me sentí un poco viudo. Porque Carole era actriz. Y era una estrella. Estrella de las de entonces, que eso sí que era ser una estrella. Y ahora la tenemos de inquilina. Buenos días, Carole. ¿Estás bien, Carole? ¿Has pasado buena noche, Carole? ¿Está todo a tu gusto, Carole?

No muy lejos de Carole está Gloria. Gloria tiene su carácter. Y qué carácter. Los ojos de Gloria dominan todo lo que acontece en nuestra casa. Y ahora la he notado la mirada torva. Tal vez debimos pedirle a Gloria su consentimiento antes de acoger a Carole. No sé, pero me parece que Carole va a tener que usar su arco y su flecha. Quizá para protegernos. Quizá para protegerse.