Todos los martes por la tarde los abuelos tienen baile en el club social. Van siempre muy peripuestos y bailan la música que toca y canta un tío ya no demasiado joven que viste arreglado pero informal, con chaqueta y sin corbata, y que se hace acompañar por un teclado de esos que contienen todos los ritmos y que, al escucharlo, me hace pensar inmediatamente en una cabra subida a una escalera. Los martes por la tarde llevo a mi crío a la piscina que está junto al club social y, mientras él nada, yo mato el tiempo sentado en un banco leyendo teniendo de fondo la música que suena en el baile. Leo a ratos puesto que, de vez en cuando, el artista acierta con la pieza y entonces me quedo con la música y abandono la letra. Acababa de sentarme y escucho que empieza con “L’italiano” de Toto Cutugno. No la canta. Instrumental. –Qué raro-pienso. –Claro, teniendo en cuenta que es imposible escuchar esta canción sin crecerse en el estribillo, seguro que lo hacen así siempre y, al llegar, pues cantan todos. Ya verás. Tres, dos, uno, ¡ahora! Lasciatemi cantare, con la chitarra en mano. Lasciatemi cantare una canzone piano piano. No cantó nadie. Sólo yo. –Aquí ha pasado algo. Se han muerto todos y no se ha enterado nadie. Me acerqué y vi a los abuelos pelando la pava y lanzándose miraditas a hurtadillas mientras que el artista pensaba en la mona de pascua con la mirada perdida hurgándose la nariz. Desconcertado me fui y volví a mi banco. Seguí leyendo. “Release me” de Engelbert Humperdinck. Instrumental. No la canta. –Pero, hombre de Dios, si esta canción es perfecta para recrearse, para engolar la voz, para lucirse. ¿Y tú la dejas pasar? Che hombre, che. Siguió el baile y seguí leyendo. Y volvió a acertar. Varias veces. Y cantó. Cantó “Caminemos” y “Mar y cielo” de Los Panchos. Cantó “Toros y coplas” de Antonio Molina. Cantó “Amar y vivir“ de Consuelo Velázquez (y Antonio Machín). Cantó canciones que se cantan con todo dejándose el alma hecha jirones en cada acorde, en cada frase, en cada giro. Y no. Él no. Él las cantaba con un sonsonete monocorde como si estuviese rezando el rosario. Me tuve que salir a la calle porque estaba indignado, porque me veía irrumpiendo en mitad del baile encarándome con el artista para decirle –Tú…tú…tú eres un miserable. Tú no sabes la suerte que tienes. Tú eres un privilegiado, pudiendo estar ahí, sobre el escenario, cantando canciones fabulosas y disfrutando de ello y no lo haces. Tú no mereces estar ahí. Tú no te mereces la suerte que tienes.
Yo nací para ser un crooner. No lo soy y ésa es mi pena, puesto que condiciones tengo, unas condiciones portentosas. Pero nunca han sido apreciadas. y no es mi voz el problema. No lo es.
jueves, 18 de abril de 2013
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8 comentarios:
En el fondo me da pena que la gente no sepa disfrutar de profesiones bonitas. Que sí, que todos tenemos nuestras miserias, nuestros problemas y nuestras tristezas. Pero si uno que canta no lo disfruta, ¿qué se puede disfrutar entonces?
Debes ser el único que disfruta de la música ahí. Ya sabes a lo que van los viejos.
Porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones (ésta no la canta. Se ve que no le cuadra).
¿A qué van los viejos? El otro día, en el autobús, detrás de Ana iban dos abuelas charlando. Una le dijo a otra -Bueno, yo estoy con él hasta que le saque la lavadora. Después lo largaré. Entre una lavadora y Los Panchos, no hay color.
Yo soy más de Umberto Tozzi
Umberto Tozzi no tiene nada que hacer frente a las Hermanas Goggi.
También era de los New Trolls
En primer lugar voy a volver algunas entradas atrás.
No puedo perdonarte que dejaras de leer completamente "Memorias de Adriano". Es uno de mis libros de cabecera. Posteriormente he leido algún otro libro de M. Yourcenar ("El tiro de gacia") y me decepcionó bastante. pero "Memorias de Adriano" sigue estando en lo más alto.
Y en segundo lugar me va a costar perdonarte que, sin quererlo, me incitaras a leer "Anna Karenina". Terminaré de leerlo a toda costa pero en ocasiones estoy tentado a abandonar.
Y volviendo a esta última entrada voy a omitir los comentarios porque me parecen un poco fuera de lugar. Lo repensaré.
Tuve un disco de los New Trolls. "Concerto grosso nº 2". No sé dónde está ni tampoco me preocupa. New Trolls y sus armonías vocales. No eran los Beach Boys. Ni los Temptations. Y tenían un tío que siempre cantaba en falsete que era repelente. Sirva como ejemplo esta versión del "Let it be me".
http://www.youtube.com/watch?v=z65H0_I6i5w
De aquella época, o un poco después, estaban los Matía Bazar. Fueron breves, que yo sepa. Me sigue gustando "Sólo tú".
Y luego los Ricchi e poveri. Lo peor. Tenían un tío con bigote que debía de ser primo del de Los Cantores de Híspalis. Si se batieesen en duelo no iría con ninguno.
"Memorias de Adriano" volverá a mi mesita. Llegó en un momento que no fue oportuno y, como diría aquel, nos dimos un tiempo. Pero llegará su momento. Y respecto a "Ana Karenina" (¡ATENCIÓN, SPOILERS!), al final se arroja a las vías del tren al paso del mismo. Y una vez que ya sabes el final, ya tienes excusa para abandonarlo.
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