Ser tío es guay (tercera parte)

De nuevo hijo y padre compartiendo vivencias. Dejamos para otra ocasión las opciones museos y exposiciones y nos fuimos al baloncesto no una sino dos veces en cuatro días: Valencia Básquet frente a UCAM Murcia en Liga ACB  y frente a como se llame su patrocinador Bilbao en Eurocup. Fuimos invitados, mostrando una vez más nuestra incapacidad de decir no y siendo consecuentes con la política de austeridad que rige este periodo de futuro incierto. Tras la canasta situada más al norte nos colocamos, justo donde se ponen los que mueven los brazos cuando el rival lanza tiros libres.

Decía Alfonso Sánchez, aquel crítico cinematográfico que fue célebre en su época no tanto por sus crónicas sino por cómo las contaba, que el baloncesto es un deporte de patio de cárcel. No estoy de acuerdo, por más que algunos jugadores parezcan presidiarios y se comporten como tales. El gusto musical en el baloncesto es aceptable, pues en los tiempos muertos puedes escuchar desde a los Rolling tocando “Jumpin’ Jack Flash” hasta a los AC-DC y su “You shook me all night long”. El público en la Fonteta es pasional pero con un nivel de corrección bastante superior al que se ve en un campo de fútbol. En el fútbol se dice –¡árbitro, burro! En el baloncesto se dice –señor árbitro, es usted un burro. Además, en invierno se está calentito y de vez en cuando lanzan regalos al público y así mi crío se distraía corriendo por las escaleras pendiente de coger algo. Y, de paso, me dejaba descansar un poco. Papa, ¿por qué el árbitro tira el balón al aire? ¿Por qué gritan? ¿Por qué ha pitado?  ¿Por qué ahora tiran tres tiros libres si antes tiraron dos? ¿Cuántos tiros libres van a tirar ahora? ¿Qué significa pasos? ¿Qué es un tiempo muerto? ¿Por qué se llama así? ¿Por qué en fútbol no hay? ¿Por qué antes sacaban desde un lado y ahora sacan desde el fondo? Papa, ¿por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Antes pensaba que lo más difícil del mundo era explicarle a ... (iba a escribir una mujer pero diremos mejor a alguien ajeno al deporte) la regla del fuera de juego y la puntuación en el tenis. Explicarle el baloncesto a mi hijo creo que va a ser por lo menos igual de costoso.

Los breves instantes en que pude aislarme y centrarme en el partido comprobé una cosa que noto que me viene ocurriendo desde hace tiempo y es que el deporte cada vez me gusta más y cada vez me gusta menos. Lo sigo, estoy al tanto de todo, tengo mil frentes abiertos, pero apenas lo veo. Siempre tengo la sensación de que esos partidos  o esas competiciones ya las he visto, que ya me las sé. El deporte sin pasión cada vez lo aguanto menos como espectáculo, y así me reservo para los grandes partidos y los grandes campeonatos. Sentarme en la grada de un pabellón a ver un partido ente dos equipos que no son los míos antes me parecía un placer irrenunciable y ahora lo hago únicamente por mi crío, para que su mente se agilice disparando preguntas una detrás de otra y porque soy de la opinión (supongo que errónea) de que divertirse con el deporte, sea como practicante, sea como espectador, es algo sano y bueno y, por tanto, educativo. Pero confieso que me aburrí y que estuve muchos ratos despistado, y eso que los dos partidos fueron muy emocionantes y muy igualados hasta el final; y que delante había viejas glorias como Raúl López, Álex Mumbrú o Berni Rodríguez, que estuvieron en la NBA o fueron campeones del mundo, algo que siempre tiene atractivo para un mitómano, pero ni aún así.

De todas formas, dudo mucho que nos vuelvan a invitar. El Valencia Básquet perdió los dos partidos en el último segundo y precisamente en nuestra canasta. Mi hijo y yo hemos sido declarados personas non gratas (o no ingratas, como decía aquel) y han puesto nuestras fotos en la Fonteta prohibiéndonos la entrada tachándonos de gafes. –Papá, ¿qué es un gafe? Pues lo que somos tú y yo, me temo. ¿Y por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?