Aquí ahora corre hasta el Tato. Y no me gusta. No me gusta
que se haya puesto de moda correr. Mis razones son puramente egoístas. Antes yo
era maratoniano como Abebe Bikila y Emil Zatopek. Ahora soy maratoniano como
Anne Igartiburu o Iñaki Urdangarín. Mis proezas han perdido valor. Nos meten a
todos en el mismo saco. Me tratan de igual a igual los que debieran pedirme
autógrafos. Y no. Yo soy un pionero. Yo soy histórico. Yo tengo en mi poder la
esencia del correr desde hace muchos años. El viejo cauce del río Turia es mío
y debieran pedirme permiso para poder correr en él. No hay respeto. No hay
consideración. Es el triunfo de la mediocridad. Es el acabose.
Hasta ahora en esto de correr estaban los atletas, los
corredores y los aberronchos. Los atletas van delante, ganan carreras, cobran y
hacen atletismo. Los corredores corremos, estamos lejos de los atletas y
quedamos por delante de la inmensa mayoría. Por detrás siempre viene la chusma,
la calderilla, los aberronchos; los que, al llegar a un semáforo en rojo no se
paran sino que se quedan dando saltitos o trotando dando vueltas, no vaya a ser
que se enfríen o pierdan ritmo; los que, cuando en una carrera llegan a una
bajada, dejan caer los brazos y ponen caras de estarse relajando mucho. Así
había sido hasta ahora. Con la masificación ha surgido con fuerza una nueva
casta y es la que forman los runners, los que practican el running. Y como
demostró Newton, a más masa, más peso.
Los runners tienen sus carreras. Se suelen celebrar en
Valencia capital y acuden todos en tropel. Hace poco se celebró una. Cerca de
nueve mil inscritos. Yo no figuraba entre ellos. Ese día me tocaban series y las
iba a hacer solo. Me llamaron para decirme que me dejaban un dorsal. Era de la
mujer de un climaterio. Entre hacer tres cuatromiles solo o hacer un diez mil
mal acompañado me decanté por lo segundo. Al fin y al cabo iba a correr Pilar.
Para lo bueno o para lo malo era ella la que iba a figurar.
El dorsal que me dieron no era preferente, es decir, que no
tenía acceso a los cajones de delante. Me sumergí entonces dentro de la chusma
runner. Ello me permitió hacer un pequeño estudio de campo sobre los hábitos y
comportamientos de toda esta gentuza, con algunas conclusiones que quiero
compartir.
La primera de dichas conclusiones es que un runner necesita
siempre motivación externa. Las carreras en las que toma parte deben tener un eslogan
pues si no se sentiría desubicado, desamparado. En esta carrera era “Valencia:
the running kingdom”. Tal y como lo leí pensé dos cosas (en realidad pensé
tres, pero la primera tenía demasiadas palabrotas, así que la ocultaré). Por
una parte, conociendo un poco los antecedentes valencianos, vi que este eslogan
era peligroso. Dentro de poco aparecerá otra carrera donde digan “Valencia: the
running country” que colisionará con ésta y, al final, se tendrá que llegar a
una solución de consenso que diga “Valencia: the running community”. Lo segundo
que pensé es que menos mal que el eslogan estaba en inglés porque esto es
Valencia y aquí todo el mundo habla en inglés. Los padres ya no envían a sus
hijos a Irlanda en verano. Los mandan a Valencia, donde se habla un inglés
universal: el inglés runner de los que hacen running.
La segunda conclusión va sobre la animación que precisa un
runner antes de la salida. En las carreras siempre hay megafonía, donde suena
la música que le apetece al que organiza y donde nunca falta Vangelis y su
“Carros de fuego” (canción que todos los que corremos tarde o temprano
terminamos aborreciendo). También suele haber alguien con un micrófono que
avisa del tiempo que falta, que da alguna consigna si fuese necesario y que
dice preparados, listos, ya. En el mundo runner no es así. El runner necesita
vivir otras experiencias antes de salir a correr. Así, en la tribuna había un
tío que se autodefinía como speaker (al llegar a mi casa busqué en mi
diccionario inglés-español y viceversa si speaker podía traducirse como
cantamañanas o como gilipollas. No lo encontré. Tiré el diccionario a la
basura). El speaker, que incluía el término yo en cada una de sus frases y que
estaba obsesionado por sentir nuestra energía, no dejaba de decir unas
tonterías que a cualquier hombre de bien le hubiese producido vergüenza ajena
(en inglés, spanish shame). Luego empezó a hacer fotos. Decía –todo el mundo
con los brazos levantados- y los runners levantaban los brazos. Decía –todo el
mundo a dar palmas- y los runners daban palmas. Decía –todo el mundo a saltar-
y los runners saltaban. Por otra parte, había dos dj`s (creo que se escribe
así) sobre una torre. Eran tías, por supuesto muy molonas ellas, con sus gafas
de sol puestas y muy cool en cada uno de sus movimientos. Pero la música que
ponían era una puta mierda. Los runners bailaban y la sentían en sus entrañas,
pero aquello no dejaba de ser bases rítmicas, sin ninguna melodía. Ritmo puro.
Yo los miraba y pensaba -¿esto es la salida de una carrera o es un after?- y luego mascullaba - mi reino, mi país y mi
comunidad por “Carros de fuego”.
Dieron la salida (con diez minutos de retraso. Para qué íbamos a ser puntuales). Como éramos tantos ésta fue muy lenta.
Cuando ya conseguimos arrancar, de repente volvimos a parar. ¿Por qué? Porque
delante había otra torre en la que estaban situados los fotógrafos y las
cámaras de televisión. Y delante de ésta todos los runners saludando, dando
saltos, gritando, levantando los pulgares, etc. Los runners son mediáticos. Las
cámaras les quieren y ellos aman las cámaras. Cuando corren no piensan ni en
distancias, ni en tiempo ni en promedios. Sólo van pensando: ¿dónde está mi
cámara? ¿Cuál es mi cámara?
Y así, pues pasa lo que pasa. Serán runners pero en cuanto
sudan un poquito les aflora todo el pelaje del aberroncho que llevan dentro
porque no son más que eso, chusma. Pilar empezó a correr y sin ir a tope,
corriendo a ritmo de maratón (bueno, un pelín más deprisa), no dejó en ningún
momento de pasar gente a borbotones terminando quinta. Y menos mal. Llega a ser
tercera y habría tenido que depilarse las piernas para subir al podio. Por
cierto, Pilar no corría en la categoría de veteranos. Corría en la categoría de
Master 40. Los runners llevan su jerga a todos los niveles, incluso hasta lo
más inverosímil. En meta nos dieron una bolsita con frutos secos. Pero no eran
frutos secos. En la etiqueta ponía -kit de recuperación energética. Yo ya no
podía más. Volví a coger el diccionario y consulté si runner podía traducirse
como memo integral de la peor especie. No lo encontré. No tiré esta vez el
diccionario a la basura. Directamente lo quemé. Si Prefontaine levantase la cabeza...
martes, 29 de enero de 2013
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11 comentarios:
Qué gran entrada, aunque me ha dado pena leer que los atletas me miran mal cuando relajo los brazos bajando los pinos del barbero. Lo de pararme en los semáforos no porque no tenemos en el secarral ;) A mí me gusta salir a trotar desde que tenía 15 años y siempre lo he hecho igual, como las mujeres que van a dar un paseo después de comer, por relajarme y dar un paseo, nunca con reloj y nunca compitiendo, salvo una vez en Valencia y fue más por el ruido. Y si hablas mal de los runners, no te quiero decir lo que pienso yo de los que son capaces de correr una hora en una cinta en el gimnasio o pedalear en una bicicleta estática...
Estás alterado, y vas a hacer enemigos: alguno de esos pobres runner con los que tanto te metes te castigaría gustoso con correr sin parar más de cuarenta kilómetros o algo así. Mira, así me hacías una crónica de la carrera. Mecagüen: pensé que hoy leería una.
Por cierto, qué fue del footing, ¿ya no se hace?
A pesar de que esta clasificación que haces puede haber sido malinterpretada en algún otro foro, me siento bastante identificado con ella.
Me jode comprobar que los mismos que me trataban de gilipollas por plantarme en la salida de un Maratón se codean ahora conmigo en otras carreras. Perdona pero no, no somos iguales.
Yo he llegado a encontrarme a uno que era asiduo al campo de golf del Saler y que no se le caía la palabra handicap de la boca. Se ve que ya no le llega.
Echo de menos los tiempos en los que, a finales de febrero, no eramos más de 2.000 los que molestábamos por Valencia en el Maratón. Me gustaba más ser un rarito estorbando que parte de la masa de moda.
Solo te haría una puntualización: No todos los runners son lentos, no necesariamente. Se puede correr muy rápido y no ser un corredor sino un runner. Del mismo modo que se puede ser lento y no ser un runner sino un corredor de los de toda la vida. Tal vez por aquí llegue alguna mala interpretación.
En mi caso, sin ir más lejos, creo que soy un corredor con velocidad runner. En realidad sin velocidad a día de hoy.
De acuerdo, Kyezitri, con tu opinión con los que corren y andan en cinta y hacen bicicleta estática. Por cierto, creo que en tu pueblo (y el mío) hay una cinta para andar y correr en el pabellón. Con lo bien que se sube y se baja la cuesta de los pinos del barbero (y todas las demás). Y no te preocupes si dejas caer los brazos. Mis manías, como el patio de mi casa, son particulares.
Peri Lope, si no pasa nada antes de que acabe el invierno habrá crónica maratoniana. Y el footing cayó en desuso a mitad de los ochenta. Como el jogging.
No te extrañe, Garraty, que dentro de poco también llegue el handicap a la carrera pedestre. Hubo un intento hace muchos años con lo que llamaron maratón compensada. Pero eso fue en la prehistoria, cuando corríamos con camisetas de algodón y no era considerado un crimen.
Y tienes razón con que hay que pulir la definición de runner y hacerla independiente de la velocidad. Y recupérate pronto.
¡¡¡En mi vida me atrevería a semejante intrusismo!!! Más que nada por que solo con subir un piso de escaleras hasta la azotea para tender la ropa ya me acelera el corazón a mil... Como para salir a correr y jugarme la vida estoy yo.
Pero oye, si hay gente que, por seguir modas absurdas, consigue con ello estar un poco más en forma y saludable, ¿Porqué criticarlos? Entiendo tu estado de cabreo si me pongo en tu piel y hago un paralelismo con los conciertos de Nacho Vegas a los que he asistido y la púrria de reciénsubidosalcarrodelindiemodernikicoolhipsterguay que he tenido que soportar tan cerca de mí. Pero siempre acabo por pensar que si eso le da más pasta y con ello se puede seguir dedicando a componer de forma más holgada, pues porque no soportar el mal menor... Pues lo mismo con los runners y demás fauna. Digo yo, que para salir a correr al monte ya tienes espacio en el Secarral, no? pero si con la "moda" se da más espacio a las carreras en las que puedes participar como te defines: corredor. Pues eso que te llevas.
Ah! lo que si llevo tiempo sopesando es la idea de unas bicis estáticas de esas que tanto criticais, pero más que nada porque en casa seria terreno plano y podría ahorrarme el ridículo que haría bajándome de la bici a la menor cuesta (y si es hacia abajo ya ni te cuento, pánico me entra, oye)
jajaja me he reido con ganas! y no tienes facebook? porque ahora el lunes en facebook es el dia del runner. venga gente a poner fotos de las carreras, que ya se parecen a mi con las fotos de bicicletas :-)
Pi, la estrategia de ver el lado bueno de las cosas es muy práctica, sana y útil. Pero el derecho al pataleo y renegar echando espuma por la boca también tiene su encanto. Y de eso sabes tú más que yo. Y mejor subir una cuesta empujando una bici que tener una bicicleta estática que termina sirviendo únicamente para tender la ropa en ella.
Me alegra que te hayas reído, Slim. Respecto a las fotos, por esa fase pasamos todos. Antes las coleccionaba, hasta que me di cuenta que tenía un montón y en todas tenía la misma cara y como siempre iba con la misma camiseta, pues apenas distinguía una de otra, por lo que me quedé con una y borré el resto.
No pillo lo de los semáforos ¿se supone que no hay que pararse?. Pregunta de un hombre que la última vez corrió fue delante de la policía el segundo año que el Real Madrid perdió la liga en el Heliodoro.
Cuando llegas a un semáforo en rojo para peatones, ¿te paras o te quedas andando arriba y abajo hasta que se pone en verde?
Por cierto, casi veinte años sin correr. Estaba yo en la mili.
Qué tal, runnerman.
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Me parece curioso que hayas dicho nada de los móviles de dedete que cuentan calorías y kms. Será que tienes uno de esos y te estás convirtiendo.
Muy bien, tunoculebelmonteñovazín.
(Ahora no dejaré tanto espacio como tú).
Y no, no me estoy convirtiendo. Todavía no tengo ni móvil del dedejo, ni Garmin, ni Polar ni nada parecido. Mi viejo Casio, que va a pedales, sigue siendo mi mejor compañero. Simple pero efectivo. Y suficiente.
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