Estaba con el ordenador dándole vueltas a una entrada para el blog. Tenía a mi crío al lado. Me vio pensativo y me preguntó -¿puedes dejarme que escriba yo algo?
-Toma, pero me lo devuelves enseguida.
Y entonces escribió lo siguiente:
Pero todo se fue al garete. Y se me fue de las manos. Y no pude evitar pensar -cómo pude ser tan tonto. Y dije adiós.
Algo lo he corregido, es cierto. Pero muy poco. Poquísimo. Le pregunté de dónde lo había sacado, si lo había leído o escuchado. Se rio. –No. Se me acaba de ocurrir.
Pasión de padre, sí.
P.D. Llevaba en el coche a mi chaval con unos cuantos de sus primos. Llevaban una conversación muy trascendente a pesar de que los mayores están por los diez años. Mi sobrina S., que era la que dirigía la conversación, les hizo entonces la siguiente pregunta:
-Vosotros, ¿qué creéis que os pasará después de muertos?
A lo que mi crio respondió:
-A mí me van a regalar un burro.
lunes, 9 de abril de 2012
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13 comentarios:
Vale muchísimo.
Con su ayuda el blog cariacontecido apunta muy alto.
Escribid siempre a dos (o cuatro) manos.
Qué bueno!! Tenemos cariacontecido para las generaciones venideras, no cabe duda.
Futbolista y escritor. Multimillonario de joven y a vivir la vida a partir de su retirada sin necesidad de buscar un trabajo en el que fiche todas las mañanas. Como me imagino que en los primeros años tú serás su representante, haz el favor de apuntar mi petición de una entrevista al muchacho.
El otro día fue el cumpleaños de mi sobrina postiza. Seis añitos. La llamé para felicitarla, pero no se pudo poner. Llevaba 25 minutos hablando por teléfono con el hijo de otros amigos que viven en Sevilla. Con el "noviete", como dice su madre. "¿De qué hablan por teléfono 25 minutos dos críos de seis años?", me dijo la madre, mi amiga. Pues eso.
Eso, que haya sección del pequeño cariacontencido.
oh dios mio
el cariacontecido ha muerto. Viva el mini-cariacontecido :D
Gracias, Sanfélix, por lo que tus palabras suponen para mi autoestima. Muy bajo apunta mi blog y sólo con la ayuda de mi hijo apuntará más alto. Gracias. Tomo nota. Acabo de reservarte cita con el urólogo.
Y es cierto. Espero que este blog sea escrito a cuatro manos para que suba su nivel. Será breve pues mi crío cogerá sus dos manos y se irá a pelear por objetivos de amplias miras mientras que yo me quedaré con mis dos manitas apuntando al subsuelo. Y vosotros os iréis todos con él y me dejaréis aquí como en el tango: solo, fané y descangayado.
Espero haber dado la suficiente pena.
Y Juan, una niña de seis años puede estar horas hablando de Hello Kitty y de las princesas Disney.
¡Un burro! El animal (y el ser en general) menos de ultratumba que se me ocurre. Da cierto descanso pensar que habrán burros allá donde vayamos.
Mientras no haya mosquitos, serpientes ni avispas del resto que haya lo que quiera.
Si un comentario que pretende halagar al orgulloso padre que hay en ti hace zozobrar tu autoestima de caca eres tú quien necesita la ayuda de un especialista. Tu personalidad bipolar alterna episodios de ego mayestático con otros de patetismo agónico.
Pero me viene bien lo del urólogo. ¿Me acompañas? Necesitaré una mano amiga.
Es que mi ego mayestático es un tanto de mondondanga pues siempre está ávido de mimitos.
Y te acompaño si quieres pero me quedo fuera. Para mano amiga la del urólogo y su dedo del amor.
Pero bueno, ¿qué pasa por aquí?
Vengo poco últimamente pero percibo un cierto mal rollito que no sé yo.
Venga, dense la mano o me los cargo a los dos, hombre ya.
Eh, no hay marollito, hay un infante pleno de verborrea. Es lo verdaderamente importante.
Un burro, qué grande.
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