lunes, 23 de abril de 2012
Siempre estabas en la barra (Who loves the sun?)
Velvet ha cerrado. Los lugares que se asentaron en la memoria pensé que eran independientes de la realidad, pero no deben de serlo cuando algo ha crujido en mi estómago al enterarme. Ha cerrado. Diez años (o más) llevaba sin pisarlo. La victoria del día sobre la noche fue absoluta y Velvet fue parte del precio a pagar. Sanfélix y yo, la barra del local, nuestras cervezas y nuestros rabillos del ojo dando vueltas. Eso era Velvet. Allí descubrimos que lo mejor de la pesca era pasear la caña y colocarla puesto que jamás picaron (nunca nos preocupamos de poner cebo) y, aún así, jamás olvidamos salir sin nuestras cañas al hombro ya que nunca fuimos cazadores (como Maroto. El daño que se ha hecho. El daño que ha hecho), siempre pescadores. En Velvet odiamos al Bombillo por estar horas poniendo música sin que llegásemos a conocer ninguna canción (aunque casi siempre acertaba con nuestros gustos) y al sosias de Alejandro Sanz por ser Alejandro Sanz y por sus aires de soy el dueño del local. En Velvet nuestra vocación de mitificar camareras alcanzó su máxima expresión. Veníamos de reverenciar a la Desustansiá en el Kiss me, a UCLA is on my mind en el Glop y a la Camarona de Mosquito (la cara de mala leche que tenía aquella tía), pero el mostrador de Velvet tenía un efecto embellecedor superior al del resto de tugurios. Estando solos viendo un partido del Mundial (creo que jugaba Dinamarca y era en Francia o en Estados Unidos), una de las camareras dijo –mejor os quito la música y os pongo el sonido del partido para que así sepáis quién la lleva. Hermoso gesto. Era fundamental para nosotros saber quién la llevaba y la quisimos por ello. Y también quisimos a la camarera de los gestos impecables. Era profesional de los mohínes. Muy teatral pero nada teatral. Y a Teresa, que accedió a ponernos la versión de Cake de “I will survive” y que nos dio unos caramelos. Y a Maribel. Sobre todo a Maribel. Insignificante delante de la barra. Portentosa tras ella. La mejor sonrisa del golfo de Valencia. La predilecta de nuestras miradas, fuesen de soslayo, fuesen frontales. Y ahora Velvet ha cerrado. Que estuviese abierto o cerrado nos era ya indiferente. No íbamos a volver. Allí fuimos pero ya nunca seríamos. Era pasado. Era recuerdo. Nuestro Velvet estaba con nosotros. Pero no. Una vez más el estómago atendió a sus propias razones. Y acusó el golpe. Nos queda el recuerdo pero ahora sí adiós a todo aquello. Ahora sí adiós, Velvet. Ahora sí adiós, Maribel.
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8 comentarios:
que cierren los bares, que se separen tus grupos, tener más años que el número que calzas...que nos hacemos mayores, eso es verdad, pero recuerda que todo es relativo, y que mientras para tu hijo siempre serás mayor, para tu madre siempre seras un niño.
parece que me he leido todas las frases del tuenti de sopetón.
(el tuenti, que no lo sabras porque eres mayor, es como los sobres de azucarillo, contiene toda la sabiduria de este mundo en frases cortas)
Un sobre de azúcar sin frase es como un jardín sin flores. Aunque suelo echar de menos aforismos del tipo "Jimmy desgrana maíz y a mí qué". O, casi mejor, cualquier cita de Clint Eastwood en "El sargento de hierro".
''Allí descubrimos que lo mejor de la pesca era pasear la caña y colocarla [...]''
Puedo releer lo que escribes sin esfuerzo alguno. Eso es increíble.
Hace poco, paseando, recorrí la calle en la que estaba el pub donde tantas noches de sábado coloque la caña y, ante la ausencia de carteles, no fui capaz de identificar el lugar exacto en el que se encontraba el local. Me sentí como si una parte de mi pasado nunca hubiera existido.
No quiero tener 20 años pero echo de menos tener 20 años.
El efecto embellecedor de una barra de bar es innegable.
Maladroit, ¿me lo puedo tomar como un cumplido?
Garraty, para tus veinte años, cuando aún eras capaz de recordar los lugares en que habías estado:
http://www.youtube.com/watch?v=7ikQ_t4JWko
El rabillo del ojo es el músculo insomne, un músculo injustamente infravalorado: el músculo estajanovista del amor.
La victoria del día sobre la noche nos ha dejado huérfanos de barra. Pero ahora we love the sun y las chicas con la cara fresca, como monedas recién acuñadas, que dijo Ernest.
Ya no tengo motivos para volver al pueblo en el que me crié y pasé mis años de juventud. Pero cada vez que lo hacía era con el suficiente tiempo entre una ocasión y otra como para asombrarme a cada visita por algo nuevo o diferente. "Todo eso de ahí antes era campo, derribaron esa fantástica casa para construir este bloque de mierda, las calles van en sentido contrario, por no hablar de los nuevos barrios y calles de "toda la vida" con el nombre cambiado. Las tiendas parecen tener piernas y moverse de un lado a otro constantemente... Ya apenas queda nada del lugar donde crecí. Pero bueno, perdura en mi recuerdo, distorsionado y selectivo, hasta que el alzehimer me lo permita.
Hay chicas (con la cara fresca. Sí, we love the sun) que miran tu mundo desde prismas lejanos, como escribió Fernando con la mano izquierda.
Y sigo con las canciones. Leyéndote, Pi, recordé a Los Enemigos y una canción titulada "Por qué no me vuelvo al pueblo": Si es grande vuestra alegría y no os diré yo que no, tan grande o más fue la mía el bendito día en que os dije adiós.
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