Son fiestas en el secarral. Los críos son pequeños así que, siguiendo turno riguroso, me toca quedarme mientras Ana sale con su cuadrilla. –No tardes mucho que mañana hay que madrugar. –No te preocupes. Suena el despertador a las siete. Ana está todavía en el primer sueño por no llamarlo sueño cero. Me levanto. Desayuno. Cuarto de baño con abluciones completas y todo lo que se puede hacer en el baño a esas horas. –Steichen, decía. Tenemos que ir a ver a Steichen. Pues vamos. Reina Sofía y luego Caixa Fórum, que hay una exposición de Mucha que me gustaría ver. Pues vamos también. Juega Nadal la final olímpica. No pasa nada. Me apetece ir a Madrid aunque me pierda la final. Me apetece pasar el día allí aunque sea para ejercer de turista. A lo mejor es lo que soy ya en Madrid: un turista. No me importa. Quiero ir a Madrid a ser turista y a tomar cañas, aunque tenga que ver a Steichen, a Mucha y perderme a Nadal. Pero claro, ahora no iremos. ¿Cómo vamos a ir, a la hora que se ha acostado? Me da rabia esto. Me da mucha rabia. Si se hacen planes son para cumplirlos, y que sean las fiestas de tu pueblo no es excusa. Ya sabías que eran fiestas. Lo sabías cuando fijamos la fecha. Dijiste que sí. Y ahora no iremos. Dirás que estás mala. Dirás que no puedes. Dirás que no te apetece. Y ya tendremos el lío. Ya tendremos el lío. Pues, ¿sabes lo que te digo? Que me da igual. Me da igual. Cojo el petate y me voy. ¿No dijimos que íbamos a ir a Madrid? Lo dijimos, ¿no? Pues yo me voy. Y no me importa que vengas o no. Aunque me tenga que tomar las cañas yo solo. Aunque me achicharre solo paseando por el Retiro. Yo me voy. Yo me voy.
-Ana, levanta, que es la hora.
-Ah, vale.
Y se levantó.
-Vamos a ver, ¿cómo que ah, vale? Ésa no es la respuesta. La respuesta es que no quieres ir, que estás cansada, que no te apetece. ¿Tú te crees que puedes chafarme este fabuloso cabreo que me he cogido yo solo? No tienes ningún derecho. Los enfados están para disfrutarlos y yo ahora tendría que explotar para quedarme a gusto. No me puedo tragar este sapo. No puedes levantarte ahora tan tranquila y dejarme de cabreo interruptus. Eso no se hace. Eso no se hace.
-¿Tú estás tonto?
Nos fuimos a Madrid. Vimos a Steichen. Vimos a Mucha. Ganó Nadal. Tomamos cañas. Se me pasó el cabreo. Se me pasó enseguida.
jueves, 9 de febrero de 2012
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9 comentarios:
Cabría analizar qué desgasta más si prepararse para lo bueno y cargar con lo malo o si prepararse para lo malo y encontrarse con lo bueno. En la segunda opción el cabreo está asegurado pero en la primera te arriesgas a la decepción. Qué dilema.
Puestos a elegir mejor cabreo frustrado que desilusión plena.
Jo, yo cuando quiero ir a Madrid tengo que ponerme en manos de Ryanair, qué cosa la insularidad :(
En relación a tu respuesta por el comentario de Petrarca, no se yo que decir a eso... También soy de las que se pone antes la venda que la herida, pero es que esto no es vida... Con tanta segregación de bilis desmedida voy a terminar por sufrir una úlcera de estómago o algo... Las decepciones plenas por prepararse para lo mejor y no encontrarlo creo que son proporcionalmente menores a las veces que, hablo por mí, me agarro semejantes cabreos que luego terminan frustrados como el tuyo... Nu se... me da por pensar, que tal vez debería echar un vistazo a ese manual del optimista que debe andar por algún rincón de mi cerebro...
acostarse tarde y levantarse pronto es una habilidad desarrollada por pocas personas en el mundo y debería estudiarse en los laboratorios para que todo el mundo pudiera hacerlo.
tienes suerte de que tu mujer sea de ese tipo de personas, te ahorrarás muchas discusiones!
Dos veces viajé con Ryanair y quedé convencido de que en algún dialecto gaélico ryan era transporte y air ganado.
Pi, he dicho puestos a elegir. Lo normal es planear las cosas para que salgan y poner todos los medios para ello. Yo no suelo hacerme mala sangre. Pocas veces.
Con críos sabes que te puedes acostar a la hora que quieras que la hora de levantarte es invariable y es temprana. Así, en mi caso, estoy desarrollando la habilidad de acostarme cada vez más temprano. Y cada vez me gusta más madrugar los sábados y los domingos. No es que me esté haciendo mayor. Ya soy mayor.
No quiero pensar en lo que habría pasado si la que que se queda con un "cabreus interruptus" hubiera sido ella. Yo creo que los hombres lo llevamos mejor, ¿no?
Cabreo interruptus es un término masculino que carece de equivalencia en femenino.
Esto es, como el daltonismo o la fimosis. Ya entiendo.
Menos mal que leo blogs cultos, que si no...
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