jueves, 23 de febrero de 2012

Con el pelo alborotado

Querido diario íntimo: me acabo de arrancar un pelo de las cejas con el que creo se podría amarrar perfectamente un transatlántico. Lo tengo ahí, sobre la mesa. Es una hermosura. Tiene personalidad propia. No es un pelo de ceja sino un pelo de sí mismo. Es un ente. Queda fuera de la máxima que rige el cabello y que afirma que éste ni se crea ni se destruye, sólo se traslada. Éste no es un pelo que haya desertado de la cabeza y se haya hecho fuerte en lugares tan distinguidos como pueden ser la espalda, los hombros, la nariz o las orejas. No. Es un pelo independiente, orgulloso. Es una manifestación individual. Quizá su aparición tenga que ver con el cementerio nuclear que nos van a montar en el secarral a un tiro de piedra y ya haya comenzado con las mutaciones (de aquí a no mucho este blog será radioactivo). O quizá sea una manifestación de la pubertad, querido diario íntimo, y por eso te lo cuento, porque tal vez los quince años estén llamando a mi puerta.

8 comentarios:

Camilo dijo...

Yo el otro día me moví el lóbulo de una oreja y me encontré un spaghetti negro. No descartes que sea un pelo del alma. Yo que tú lo plantaría por si es uno de aquellos famosos brotes y florece, yo qué sé, el jardín del Edén.

G. dijo...

Nuestro querido amigo A. tenía, como bien sabes, y quizá todavía tiene, un pelo púbico, sólo uno como tú, en la colleja. ¿No será lo tuyo un pelo púbico en la ceja? Tendría su explicación ya que a ti lo púbico se te suele meter entre ceja y ceja y te deja cejijunto perdido.

Pregúntale a tu querido diario íntimo. Él sabe lo suyo de lo tuyo.

El Impenitente dijo...

¿El alma tiene pelos? ¿Será mi pelo la afirmación de la existencia del alma? Se pone el tema interesante. Lo plantaré en un bote de cristal junto a una alubia y algodón humedecido. Publicaré los resultados, tal vez en una revista de botánica, tal vez en un tratado de teología.

Recordé a Alejo y su vello púbico en el cuello, hice las comparaciones pertinentes y descarté tal opción. Respecto a tus explicaciones creo que el hecho de que pasaras tantos años en la facultad de Bellas Partes ha desvirtuado tu criterio sin hacerle perder ingenio. Piensa el cejijunto que todas ls cejas son de su condición.

Trapatroles dijo...

¡Un pelo de la ceja! Impresionante lo que da de sí. Saludos

Anónimo dijo...

Hace varios años, en el lujoso hall de los aseos de La Fonda, le vi a Villis un pelo que resultó ser gemelo de los que tenía Dalí en sus cejas. Me pidió que se lo arrancase, y doy fe que lo intenté, pero sin la maquinaria pesada oportuna fue imposible. Y hoy día, si no se lo ha cortado, lo tendrá, porque si le lo hubiera sacado había salido el cerebro con la raíz.

El Impenitente dijo...

¿Villis en La Fonda? Eso sí que es raro.

Desde luego, las horas pasadas en La Fonda (y en Miguel) nos han inmunizado no sólo contra el riesgo del cementerio nuclear, sino contra cualquier guerra bacteriológica que pudiese haber.

Bienvenido, Trapatoles. Un honor recibir a un dos treinta y seis.

Altosybajos dijo...

¿Tú en la pubertad? Y yo con los cojones pelados.
País este que nos condiciona.
¿Te has contado los pelos del culo?
Son menos dignos pero ayudan a dar vida a los tarzanetes.

El Impenitente dijo...

¿Contarse los pelos del culo forma parte de la energumenoterapia?

Ya al principio me contaba las canas. Hasta que perdí la cuenta.