viernes, 27 de enero de 2012

Res publica

Churches es profesor universitario y cuando habla contigo lo hace con gravedad, con solemnidad, con mucho empaque. Lo suelo dejar un rato porque me hace mucha gracia escucharle así. Luego le doy una colleja y le digo –Churches, que soy yo. Y entonces reacciona y vuelve a ser el de siempre. Nos conocemos de hace mucho y nos conocemos bien. Fuimos juntos al colegio y de allí, a la hora de ir a la universidad, pasamos al Politécnico donde, aparte de Escuela, profesores y asignaturas, también compartimos muchas horas de fútbol y de fútbol sala. Como era buen estudiante logró meterse en una cátedra donde preparó el proyecto y donde terminó quedándose. Luego hizo el doctorado, sacó la plaza y allí está, impartiendo, investigando, conspirando, criticando y haciendo todo lo que se pueda hacer dentro de una cátedra.

No hace mucho volví a verlo. Teníamos una obra en el Politécnico y decidí pasarme por la Escuela. Me acerqué en parte por curiosidad, por ver cómo estaba y lo que había cambiado, pero sobre todo por sentimentalismo, por darme una vuelta por mi pasado. Paseando estaba por allí cuando me vi a Churches muy trajeado.

-Te veo muy guapetón. No me digas que ahora os han puesto uniforme y os patrocina Emidio Tucci. ¿La comisión se la ha quedado el conseller o es cosa del rector?

-Menos coñas. Lo que ocurre es que ahora mimamos tanto a los alumnos que, para que no se descarríen, antes de que escojan la especialidad tenemos que darles unas charlas explicativas. Todo bien mascado no les vaya a quedar alguna duda. Y para la ocasión hemos de presentarnos hechos un pincel.

-Vamos que, al final, estés en la empresa privada o estés en la empresa pública, a todos nos toca vender.

-Bueno, no te creas. Cuantos más alumnos tenga pues más tendré que trabajar. A mí no me interesa vender. Mi charla no ha sido precisamente atrayente. Más bien desoladora.

-Y supongo que los del resto de cátedras habrán hecho lo mismo que tú.

-Pues no te extrañe.

Pues eso.

8 comentarios:

Camilo dijo...

Mis profesores en la universidad tenían otra táctica. El día de la bienvenida a los nuevos estudiantes, con toda la emoción de empezar a formar parte de lo que viene a llamarse "élite intelectual del país" (qué risa cuando dijeron eso), una señora catedrática en una charla de unos 15 minutos nos vino a decir que la verdadera vida universitaria no está en las aulas sino en la cafetería. Y por la cantidad de gente que había en las clases no le faltaba razón.

Anónimo dijo...

Nuestros catedráticos en cambio nos hacían creer que las materias que ellos impartían eran el eje central del universo, el quid de la cuestión, el to be or nor to be. Claro que nosotros en aquella época estábamos más interesados en resolver otro tipo de interrogantes más trascendentes (Beefeater o Tanqueray, escupes o tragas, etc.etc.)
Jaramiel

Anónimo dijo...

Quizás proceda puntualizar que fui a la Uni de los jesuitas (uséase, que había que apoquinar todos los meses, con lo cual mi aportación no encuadra en lo de res publica)
Jaramiel

Slim dijo...

me alegro de lo que cuentas (aunque no lo creo mucho), digo que me alegro, a ver si de rebote se cruzan de acera, se alejan del Poli y se vienen a la mia, que andamos cortos de alumnos y los necesitamos. Dentro de poco iremos a buscarlos a los institutos!

El Impenitente dijo...

La especialidad se cogía en cuarto, Slim (no sé ahora, con tanto cambio). Y en cuarto ya pocos abandonan. Y lo que he contado fue tal cual. Lo que no creo es que las charlas fuesen efectivas. En tercero pocos dudaban de la especialidad que iban a coger. Aunque eso ocurría en mi época, que de setenta que éramos en clase dos eran mujeres y dos se sospechaba mas nunca se pudo demostrar y estábamos descentradamente centrados. Ahora que hay tías en el Poli están todos empanados de la vida.

Jaramiel, tras leerte me has cambiado el concepto que tenía de jesuítico. Vaya con el Papa Negro.

El profesor de Química Orgánica, junto a las notas puso las faltas de ortografía cometidas en el examen. Aquel día tuve la certeza que la élite que saldría del Politécnico sería de todo menos intelectual. Y la vida universitaria para nosotros no estaba en el bar sino en el campo de fútbol.

Altosybajos dijo...

No puedo empezar mi comentario sin agradecer la entrada anterior sobre crítica literaria de libros de correr.
La entrada fue buena pero el cruce "literario" de los comentarios la hizo mejor.

Y volviendo a esta entrada no he podido evitar la, posiblemente, única presentación sincera de un profesor en el inicio de mi carrera de farmacia.
- Uds. van a estar aquí estudiando cinco o seis años en el mejor de los casos. Pidan a sus padres que cojan todo el dinero que se van a gastar durante esos años y monten una tienda de cualquier cosa. Saldrán ganando.

En parte no equivocó su vaticinio.

Lo peor del profesorado universitario es que gran parte de ellos no han pasado un buen puñado de años en la empresa privada.
Debería ser una obligación.

El Impenitente dijo...

¿Fuiste tú el que me contó que Farmacia es la carrera de las tres emes? Ahora que recuerdo, creo que no. Ya te lo contaré personalmente (si no lo sabes) pues igual si lo digo en público te molesta.

prestiti inpdap dijo...

Creo que es una regla general lo de la falta de alumnos en los tiempos que corren y como sigan asì, haciendo creer a los jòvenes que "pa' que van a estudiar si total no van a encontrar curro", las aulas se vaciaran del todo.
Sara m.