martes, 4 de octubre de 2011

La mitomanía

A las cuatro de la tarde se supone que los jugadores iban a bajar al hall del hotel camino del estadio. El autobús estaba ya en la puerta preparado. Por allí andábamos mi crío, la cámara de fotos y yo. El Sánchez Pizjuán está a poco más de cien metros. –Mira que son vagos estos futbolistas, que no pueden ni cruzar la calle. Cuatro gatos por el hall. Unos cuantos chavales con sus camisetas del Sevilla junto al autobús. Nos sentamos. No bajan. Parece que no bajan. Mi crío está nervioso. Se los conoce a todos. Es lo que tiene hacer la colección de cromos, que se sabe las plantillas de pe a pa y no duerme por las noches pensando qué fue de tal jugador que el año pasado estaba en este equipo y ahora ya no está. Y no es sólo mi crío. El tío Javier, con mucha mili a sus espaldas, no para de moverse pensando en la posibilidad de hacerse una foto con Negredo. No bajan. En el hall cada vez hay más gente. Entre la puerta del hotel y el autobús hay ya hecho un pasillo. Policía. Guardias de seguridad. Más gente en el hall. Y más. Y más. Y fuera son ya multitud. Se abre el ascensor. Manu del Moral. Avanza. Unos cuantos chavales se hacen fotos con él. Otro ascensor. Kanouté. Pone mala cara y sale corriendo sin atender a nadie. Se oyen voces por la escalera. Muchos jugadores bajan. Ahí está Negredo. Ahí está Jesús Navas. Ni una mala cara. Se paran. Saludan. Se hacen fotos con todo el mundo. Con el tío Javier. Con mi crío. Baja más tarde Marcelino García Toral. Se para. Sonríe. Más fotos. Mi chaval está por ahí. Cada vez que sale un jugador a la calle se escucha un clamor. Salen ya todos. El autobús arranca. Nos quedamos en el hotel. La calle se vacía. El tío Javier está feliz. Mi crío está feliz, deseando subir a la habitación para enseñarle las fotos a su hermana y a Ana. Y yo estoy feliz. Y no es sólo por mi chiquillo. No es sólo por él. Dos ilusiones he tenido siempre, dos ilusiones que jamás me abandonarán: participar en unos Juegos Olímpicos y jugar en Primera División. Y todos esos a los que acabo de ver son jugadores de fútbol de Primera División. No sabrán hablar. No sabrán leer, pero sigo idolatrándolos. Me siguen produciendo mucha envidia. Me sigo estremeciendo cada vez que los veo. Yo quisiera ser como ellos, estar donde ellos, jugar al fútbol con ellos. Jugar al fútbol donde ellos. Y Jesús Navas. Ahí estaba Jesús Navas. Pensaba en mi pequeño y en hacerle su foto, pero lo que de verdad me apetecía, lo que de verdad deseaba era abrazarlo. Ese tío el once de julio del año dos mil diez estaba en Johannesburgo. Ese tío es campeón del mundo. Ese tío es uno de los que me ha hecho a mí campeón del mundo. Y estaba ahí, junto a mi crío. Y yo estaba enfrente, haciéndoles una foto. Feliz. El tío Javier. Mi crío. Yo. Felices.

El Atleti nunca se suma a la fiesta. El Atleti nunca colabora para que el día salga redondo. Tiene esa extraña habilidad. Y el caso es que, por muchas veces que me la juegue, siempre pienso que no va a ser así. Estamos de boda. El día está siendo perfecto. El Atleti juega esa noche en el Nou Camp. Venimos de ganar dos partidos seguidos cuatro a cero. El Atleti esta vez no me puede fallar. No me va a fallar. Es más, vamos a ganar de goleada. Tan convencido estoy que tengo ya una entrada para el blog preparada mentalmente (bienaventurados sean los culés porque ya por fin podrán decir que han visto cómo se juega de verdad al fútbol) y he apalabrado con J.P. para que deje de pasar durante un par de minutos su dedito por la pantalla de su iPijos, aunque ello me cueste pagarle un psicólogo, y me lo preste para poder escribirla tras nuestra magna victoria. Empieza el partido. Por ahí estamos con la cerveza, el vino y el tempura, charlando con unos y con otros. J.P., figura eminente de lo que podríamos definir como el tocapelotismo, se acercaba de vez en cuando. –El primero. -¿Vamos ganando? –Creo que no. Al ratillo, –ya son dos. Pasamos al salón. –Tranquilo, que son sólo tres. Algo después. –tú no sufras que ya son cuatro. Y al final –cinco a cero. No está mal. Son cosas que pasan. Bien es verdad que las penas con langostinos, con sorbete de gin-tonic y con música de fondo de Jobim y de Chico Buarque son menos pero aún así te quedas un tanto atribulado. Llega el novio. -¿Todo bien? –El puto Atleti. -¿El Atleti? Ahora que me acuerdo, ¿tú conoces a Agustín? –Ni idea. –Vente conmigo. Y me lleva a una mesa y me presenta a un abuelo de ochenta años. La juerga padre, pensé. Y me equivoqué. Agustín García Quesada, un tinerfeño que jugó diez años durante la década de los cincuenta en el Atlético de Madrid, donde ganó Ligas y Copas y donde llegó a ser internacional. No había oído nunca hablar de él. Tenía ochenta años, pero una memoria prodigiosa. Y empezó a hablar de partidos, de jugadores, del Ala Infernal con Peiró y Collar, de Gainza, de Di Stéfano, de Helenio Herrera. Me hablaba de una época que no conocí. Él estaba encantado de tener público y de poder contar sus recuerdos. Y yo no estaba delante de un viejo que contaba batallitas. Yo estaba delante de un jugador de fútbol del Atlético de Madrid que me estaba dando una lección de historia. Y cuando le comenté el cinco a cero se sonrió y dijo –bueno. Para él, el Atlético de Madrid no es algo que tenga que ver con perder y ganar. Para él, el Atlético de Madrid era algo más que eso. Había sido parte de su vida. Seguía siendo parte de su vida y era, sobre todo, un sentimiento. Y escuchándole y viéndole me sentí mejor, mucho mejor. Me despedí de él y le di las gracias. Empezó el baile. Y entonces sí: qué pasará, qué misterio habrá. Puede ser mi gran noche.

12 comentarios:

Juan Rodríguez Millán dijo...

Qué te voy a decir, en todo esto soy igual que tú... No me pierdo una visita de la Real a Madrid, siempre voy al hotel a recibirlos, siempre voy al campo, siempre estoy pendiente de la Real (sí, incluso en bodas). Y siempre reverencio la historia, siempre. Por una buena historia de cómo era el fútbol antes, lo que sea.

El Impenitente dijo...

El amigo de un amigo mío, muy colchonero aquel, se casó el mismo día y a la misma hora en que el Atleti jugaba en el Calderón contra el Albacete para ser campeón de Liga el año del doblete. Me contaba este amigo que tal y como el cura dijo podéis ir en paz, el novio se giró y preguntó -¿Cómo van? ¡Por favor, que alguien me diga cómo va el Atleti! Supongo que serviría como motivo de nulidad si llegase el momento.

SisterBoy dijo...

Olvidense del Barça al que ya han fastidiado muchas veces y concentrense en el verdadero objetivo a batir. FIGHT THE REAL ENEMY

El Impenitente dijo...

Supongo, Sisterboy, que al final de tu comentario habrás roto la foto de Florentino y habrás echado una lagrimita cantando "Nothing compares to you".

SisterBoy dijo...

Por cierto que Sinead ya no está pelona.

El Impenitente dijo...

Vaya. Tenía a Sinead, dentro de los nacidos en el 66, en la estantería de las cantantes pelonas que rompen la foto del Papa. Tendré que buscarla nuevo acomodo.

Álex dijo...

Moraleja: el que no se consuela es porque no quiere.

Por cierto, hablando de fútbol y de historias del fútbol, creo que te gustaría una revista que se llama Panenka (se compra en su web). No me llevo comisión ni escribo en ella (todavía), pero es la clase de revista que reconcilia a uno con el periodismo deportivo.

El Impenitente dijo...

Hobre, toda manifestación lírica tiene una justificación y una conclusión prosaica.

¿Panenka? Tomo nota. Es curioso cómo se puede pasar a la historia. Nadie recuerda si Panenka fue un buen o un mal jugador. Ni siquiera en qué puesto jugaba. Malos no serían los checoslovacos cuando le ganaron a la RFA de los Maier, Breitner, Beckenbauer, Hoeness, Hoelzenbain y demás. Pero sólo Panenka es recordado de todos ellos.

J.P. dijo...

"El tío Javier" no paró de repetirme que a partir de las 16, los jugadores iban a salir del hotel.
"El tío Javier" me preguntó si iba a bajar, lo que suponía aplazar mi siesta.
Por supuesto, pasé de verles.
"El tío Javier" ha colocado su foto con Negredo en su perfil de facebook.

Los partidos del Atleti contra el barça siempre son divertidos.
Si gana el Atleti, es divertido.
Si pierde el Atleti es divertido.
El partido del día de la boda fue divertido porque veníais de ganar unos cuantos y ya os pensábais que íbais a ganar la Eurocopa.

Y ya puedes ir poniéndote de rodillas ante mi iPijos, el cual, tiene una foto tuya caminando entre la oscuridad con un bolso de mujer en tus brazos...

El Impenitente dijo...

Mi foto con el bolsito ya fue expuesta públicamente este sábado en tu casa.

Con el bolsito al hombro, camino hacia el hotel, me crucé con un montón de Erasmus, guapísimas todas, y crucé por la zona de los botellones donde todos los chicos llevaban camisas de manga larga y todas las chicas o bien iban de boda o bien volvían de alguna. Nadie me dijo nada.

Y tengo una foto junto a ti con la Giralda de fondo. Tú publicas mi foto con el bolsito (o la de la camiseta vikinga) y yo emito un comunicado con foto incluida proclamando a los cuatro vientos que tengo un novio con el cual he pasado un fin de semana de amor inolvidable en Sevilla.

J.P. dijo...

Seguro que también tienes fotos con Samuel, ya son muchas explicaciones.

El Impenitente dijo...

Con Samuel sólo hay una y estás tú también. Dos son pareja y tres son una fiesta, Lolito mío.