Óleo sobre lienzo que representa a la Gran Medusa comiéndose un plato de espaguetis con albóndigas

En los colegios públicos estadounidenses, en la asignatura que corresponda que no en religión, se explica la teoría de la evolución darwiniana. Ciertos sectores políticos y religiosos, un tanto conservadores ellos, presionaron para que, como alternativa a la teoría evolucionista (argumentando que el evolucionismo es una forma de religión) y en igualdad con la misma, se impartiese también en las aulas la teoría creacionista, conocida entre estos grupos como “diseño inteligente”. La presión fue tal que en el estado de Kansas se aprobó el diseño inteligente como alternativa. Y comenzó a explicarse en las aulas.

En protesta por dicha decisión un físico estadounidense llamado Bobby Henderson envió una carta abierta explicando su teoría de que el universo había sido creado por una deidad sobrenatural voladora con forma de bola de espaguetis con albóndigas a la que llamó Monstruo de Espagueti Volador (Monesvol) y exigiendo que se le dedicara a su teoría el mismo tiempo lectivo que al evolucionismo y al creacionismo. Había nacido el “pastafarismo”.

Si esta carta la hubiese escrito en el año mil novecientos algo probablemente se habrían reído los cuatro amigos del Bobby y ya está. Pero la carta fue escrita en el año dos mil cinco. Y el mundo ahora es muy pequeño (al menos occidente). Y la difusión fue vertiginosa. Y lo que comenzó siendo sarcasmo ha continuado siendo sarcasmo pero a una escala mundial (ha habido un pastafari austriaco que se ha tirado tres años pleiteando para que le dejasen poner en su carnet de conducir una foto en la que saliese con un colador en la cabeza, considerando este colador como un símbolo religioso). Y así tienen su deidad, su profeta (Henderson), sus principios, su uniformidad (se visten de piratas), su evangelio, sus justificaciones filosóficas, sus rituales y sus manifestaciones públicas.

Mi amigo Luis Santángel, conocido también como Blasfemator, físico él, en una de las múltiples discusiones irónicas y no tan irónicas sobre religión que mantuvo con el Pato, amigo suyo y también mío, afirmó de manera solemne que él sólo creía en la Gran Medusa y su creencia era tan respetable como cualquier otra. A los que estábamos de oyentes nos hizo gracia lo de la Gran Medusa y antes de dejarlo caer en el olvido empezamos a darle forma. Así la Gran Medusa, cuyo símbolo era el Loro Primigenio sobre fondo rojiblanco cantando “I never can say goodbye” (en versión de Gloria Gaynor), representaba el caos, el sinsentido y la autoconmiseración (por ese orden). En mis ratos libres comencé a escribir “El libro de la Gran Medusa” con un afán semievangélico y semiteológico (o granmedusológico) pero que se quedó en una especie de historia de un idiota contada por él mismo. El caso es que rápidamente abandonamos los aspectos teóricos de la nueva religión y nos dedicamos a crear la República Serenísima de la Gran Medusa con un afán absolutamente imperialista y nos entretuvimos durante un tiempo con nuestras luchas intestinas por la presidencia. La religión como excusa para el afán de poder y la megalomanía. Nada nuevo bajo el sol.

Y ahora es cuando le escribo una carta abierta a Bobby Henderson. Vamos a ver, Bobby, espabilao, tío listo, Monesvol es del año dos mil cinco mientras que la Gran Medusa es de finales de los ochenta. Tu teoría es graciosa pero no es original. Henderson, confiesa. Da la cara, sal a la palestra y humíllate. Confiesa tu plagio, niega a Monesvol y reconoce públicamente que la Gran Medusa es la Verdad, que el pastafarismo es una patraña, una mala copia nacida de tu envidia y tu vanidad. Sal y proclama a los cuatro vientos que la Gran Medusa es la fe verdadera, que reniegas de ser pastafari, que eres granmedusita. Vístete de rojiblanco, besa con unción al Loro Primigenio, déjate la garganta cantando “I never can say goodbye”. Henderson, sal y manifiéstales a todos los pastafaris que si la Gran Medusa es tu pastora nada te falta. Sal y diles que si la Gran Medusa es tu pastora, ¿a quién has de temer?