Y a ti te encontré en la calle

Una de las peculiaridades que tiene mi madre es que a ella no le gusta ir a los sitios. Lo que le gusta es volver, volver a esos sitios. Nosotros, por ejemplo, ya vemos como algo normal, cuando estamos de turismo y entramos en alguna iglesia o en alguna catedral, que es lo que a ella más le gusta en el mundo, que nos diga –luego, cuando volvamos, me compro un libro que he visto y que es muy bonito. ¿Por qué no se lo compra ahora? Pues porque no. Las cosas que le apetecen las hace cuando vuelve que es cuando ella disfruta. Esa y no otra es la explicación al hecho de que, cuando sale de compras, especialmente cuando tiene que comprarse ropa, siempre compre cosas que no le gustan o que no son de su talla. No es torpeza. No es negligencia. Lo hace deliberadamente. Como digo a ella no le gusta ir de compras sino volver a ir de compras. Si acierta no tiene excusa para volver. Si no compra nada porque no ha visto nada no tiene excusa para volver. Nosotros ya estamos acostumbrados. Nos llevó tiempo pues siempre pensamos que lo que hace no tiene lógica hasta que descubrimos que mi madre lo que tiene es su propia lógica. Y la aplica a rajatabla. Y su lógica es muchísimo más firme que la nuestra. No seré yo nunca el que trate de discutir con mi madre.