miércoles, 4 de septiembre de 2024

Querer y poder

Al final del día siempre salíamos a tomarnos una cerveza. Normalmente una Regab, en formato de dos tercios. Solíamos ir al Café de Flore, de reminiscencias parisinas en el nombre, aunque sólo en el nombre, donde reinaba Lyrette. Otras veces bajábamos a la zona del casino, junto al mar. Allí estábamos cuando, en una mesa cercana, vimos a dos que estaban sentados. Nada de particular salvo que, sobre la mesa, tenían un paquete de Ducados y otro de Fortuna. Esto en sí mismo no significa demasiado salvo que estés en una terraza en Libreville, capital de Gabón, en pleno ecuador. Fue inevitable.

-Perdonad, ¿sois españoles?

-Somos gallegos.

No se pierde el acento por muy lejos que estés de casa. Eran pescadores. Normalmente hacían parada en el puerto de Santo Tomé y Príncipe, aunque esta vez habían decidido amarrar en Owendo (donde teníamos la obra), cerca de la capital.

Nos contamos qué estábamos haciendo por allí y la conversación cayó en las peculiaridades de la población subsahariana (los negros, vamos) como mano de obra. Ellos solían llevar lugareños como parte de la tripulación donde faenaban. Nos sorprendió cuando nos dijeron que eran muy buenos buceadores. De hecho, recurrían a ellos cuando tenían averías o maniobras que implicaban sumergirse. Aunque, como he dicho antes, eran peculiares. ¿Que quieres que me sumerja? Vamos a negociar. ¿Qué me ofreces? Una de las veces pareció que todos se habían puesto de acuerdo. Nadie aceptaba. Nadie pactaba. Convencieron, utilizando los argumentos que fueran (esto no nos lo contaron), a uno. Y éste se tiró al agua. Y el resto de los negros se tiraron detrás. -Pensamos que era para impedirle hacer su trabajo, pero no. Allí estaban, buceando, sonriendo. Habían rechazado el dinero y, gratis, estaban todos en el agua. ¿Vosotros los entendéis?

- Creo que sí. No es lo mismo no hacer algo porque no puedes que porque no quieres. Y ellos, me temo, sólo pretendían demostraros que no lo habían hecho porque no querían. Pero poder, claro que podían. Y tenían que mostrároslo.

No hay comentarios: