También pensaba escribir sobre una serie llamada “Aquellos maravillosos años”. Creo recordar que la emitían los lunes en televisión. Allí estábamos los seis, mis padres y los cuatro hermanos, sentados delante, viendo, viviendo cada episodio. La sintonía de Joe Cocker y su versión de “With a little help from my friends”. Los avatares de Kevin Arnold, de sus padres, de sus hermanos, de Paul, su amigo. Y de Winnie Cooper. Todos estábamos enamorados de Winnie Cooper. Kevin también. Y deseábamos con toda el alma que estuvieran juntos. Y cuando llegó ese día, cuando la cámara se quedó fija y ellos se fueron alejando cogidos de la mano, mientras de fondo Tami Terrell y Marvin Gaye cantaban “You’re all i need to get by” (canción señera dentro de la categoría “canciones maravillosas”) todos nos sentimos felices. Y emocionados. Y no hay vez que escuche esta canción que no me lleve a aquel momento.
También tenía idea de escribir sobre relatos, sobre Herman Melville, sobre John Steinbeck, sobre Joseph Roth, sobre con cuántas páginas un relato pasa a convertirse en novela, cuando mi hijo nos envió un mensaje.
Y en ese mensaje nos informaba de que habían salido las actas de las asignaturas del segundo cuatrimestre y, en una de ellas, “Matemáticas III”, tenía matrícula de honor.
Matrícula de honor.
En la jungla que supone segundo en la Escuela, tú has sacado una matrícula de honor.
A mí ya no me quedan palabras.
Y esto, evidentemente, lo eclipsa todo.
2 comentarios:
Impresionante. Enhorabuena familia.
Pues muchas gracias, amicísimo. Y muy cervantino tu comentario.
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