El Ekiden (o la Ekiden) es un maratón que se corre por relevos. Seis etapas (tres de cinco kilómetros, dos de diez y la última de siete y pico). Una carrera bonita al ser por equipos. Una carrera que, en Valencia, es uno de los paraísos de los runners.
Siempre repito la gracieta de que sobreviví al footing y al jogging y que espero sobrevivir al running, pero empiezo a dudar. No se agotan. No se van. Cada vez son más. Novecientos cuarenta equipos inscritos al Ekiden de este año. Más de cinco mil quinientos tíos (y tías. Una barbaridad de tías) que no se quitarán la camiseta del Ekiden de esta edición en los próximos meses (y que no se pondrán el año que viene. Para los runners una camiseta de la temporada anterior ya está pasada de moda). Era gracioso verlos entrenar el cambio de testigo (si el equipo de 4x100 estadounidense lo hubiese entrenado tanto como los runners no habría perdido tantas medallas como ha hecho en su historia). Es conmovedor escucharlos presumir de que han corrido una maratón olvidando mencionar que ha sido “por relevos”. Era curioso ver tanto fotógrafo por el circuito durante la carrera. No quiero ni imaginar cuántas fotos habrán hecho de tíos (y tías) corriendo levantando los pulgares y poniendo caritas a la cámara (cuando Miguel Ángel Somarro dijo que correr es el deporte más viejo y más vejado lo clavó. Y aquí tengo que recordar una anécdota de un antiguo padre de la piscina, a quien ya dediqué una entrada en su momento. Me contaba eufórico que había corrido una carrera de quince kilómetros (él decía 15 K) en un tiempo del cual se sentía orgulloso. –Y aún podría haberlo hecho mejor pero en el último kilómetro levanté el pie. -¿Y eso? –Hombre, en la entrada en meta siempre te hacen fotos y quería salir con buena cara).
Al ser una carrera de runners nunca la había prestado atención. Hace un año, un viernes tarde, me llamó Paco. ¿Tienes algo que hacer este domingo por la mañana? Es el Ekiden y se nos ha caído el último relevista. ¿Te animas?
Me animé. Al pijo los prejuicios. Correr puede con todo. Fui, vi el ambiente, corrí, cumplí y escribí a los climaterios –señores, es una carrera de runners pero nos la estamos perdiendo. El circuito es pestoso, no hay más que capullos pero también es una oportunidad de juntarnos, correr una carrera por equipos y almorzar. Aquel día tuve tanto apoyo que pensé podríamos juntar tres o cuatro equipos.-Estos son mis chicos.
Cuando abrieron inscripciones apunté al equipo. Los –cuenta conmigo- empezaron a menguar. Y conforme se acercaba la fecha los –me voy de viaje, estoy fuera, trabajo o estoy tocado- aumentaron. Me veía corriendo un maratón cambiándome el dorsal cinco veces. Pero no. Ramón dijo que sí. Y el Máquina. Y Jorge. JJ se ofreció como reserva y calienta que vas a salir. P. no sabía y no sabía y no sabía y no sabía. Al final supo (dos días antes) y nos dio el sí. Bueno, somos seis.
Día D. Menudo viento sopla. P. avisa que llegará tarde. Le dejamos el último relevo. Ramón se pide la primera etapa. No llega ni a calentar. No puedo. Como salga me rompo. Aparece JJ que se ha comido a JJ. Macho, ¿y esa lorza? El Máquina también dice que está tocado. Alguno tendrá que doblar. Jorge y yo hacemos las etapas de diez, así que echarlo a suertes. Sin sorteo. JJ doblará. Estamos los cinco en nuestra zona de la grada de las pistas completamente rodeados. Nos sentimos desubicados. Dan la salida. JJ cumple. Y Jorge. Llega P. (menos mal). Bien el Máquina. Yo no tan bien (he sufrido como un perro para hacer una mierda de tiempo. Le echaremos la culpa al viento y al circuito de tierra, que no tiene agarre ninguno). JJ vuelve a cumplir y P. remata. 2:51:40, a 4:04 de promedio. Puesto setenta y ocho de más de novecientos equipos que terminaron. No jugábamos en casa, pero, oye, es para estar satisfechos, a pesar de que nos ha ganado el equipo de Paco, como éste nos recuerda en cuanto nos descuidamos. Y en territorio runner disfrutamos porque correr puede con todo. Y si a correr le sumas almorzar…campeones.
viernes, 4 de mayo de 2018
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