La peor de las fallas que montan en Valencia vale más que el Manneken Pis.
En este reloj, con cada hora en punto, suena primero una melodía en el carillón, el prócer de la ciudad de esa hora se adelanta mientras el burgomaestre de arriba hace que tañe las señales horarias. La melodía que suena a las cuatro recuerda mucho a “A San Fermín venimos por ser nuestro patrón”.
España, capital Bruselas. Uno trabajando y seis mirando.
Bocadillo de queso preparado por Tonton Garby. Imprescindible. Por el bocadillo y por el personaje.
La estación de tren de Gante está bastante lejos del centro de la ciudad. Se puede ir andando pero estando entrenado. Es probable que mi hija (y Ana también) nos reprochen de aquí a los restos todo lo que mi hijo y yo les hicimos andar ese día. No nos agradecen que les descubriésemos rincones distintos.
Los turistas que más madrugan son los chinos.
Ser alpinista en Bélgica es como ser esquiador en Castilla La Mancha.
Me hice una foto con Jacques Brel (a quien tiraban patatas fritas al escenario, por lo visto). Y me la hice por "La chanson des vieux amants".
En Amberes saben perfectamente quién es español. Es el que, al pasar por delante de cierto café, hace una foto.
No me apuntaré, si lo hubiere, a ningún maratón en Bruselas. Qué cuestas. Cuánto adoquín.
Sólo vi a dos runners por allí. Aberronchos, unos cuantos, con su correr retorcido a ocho minutos el kilómetro y su indumentaria de algodón. Corredores sólo vi a uno y cuando me reflejaba en los escaparates. Poca gente corre en Bruselas.
Intenté llegar dos veces al Atomium, una andando y otra corriendo, una con mi hijo y la otra sólo, basándome únicamente en mi intuición y en mi sentido de la orientación. No llegué ninguna de las dos veces. Tampoco me importó. Junto al Atomium está el estadio de Heysel, lugar donde se escribió la primera de las tres páginas más tristes de la historia del Atlético de Madrid.
Mucha agua se ve por allí y me parece que es porque no la gastan. Ni una fuente en Bruselas (bueno, vi dos, pero sin agua). Y correr hora y pico buscando atomiums, basílicas, parlamentos europeos o monumentos por la independencia sin beber te hacen desear volver a la peseta.
Hay un mirador muy bonito en el estuario de Amberes. En dicho mirador había un abuelo tocando el acordeón. La escena era entrañable y muy agradable. El abuelo empezó a tocar "Los Pajaritos". Hay puñetazos en el mentón que duelen menos.
No fui al estadio olímpico de Amberes. Imperdonable.
¿Patatas fritas? ¿Gofres? ¿Mejillones? ¿Chocolate? Hay otras opciones.
Españoles se ven muchos por Bruselas. Algunos de ellos muy famosos.
El invento de la escuadra y el cartabón es posterior al diseño de las ciudades antes citadas. Si a eso añadimos que, salvo en Bruselas, los nombres de las calles están en neeerlandés, con no menos de quince letras por palabra, diremos que los planos de las ciudades nos fueron de enorme utilidad por los cojones.
En neerlandés estaba el periódico del que iba a mi lado en el tren camino de Brujas. Bajo el titular "Top fútbol" (sí, iba fisgando. Me da mucha rabia cuando me lo hacen a mí pero yo no puedo dejar de hacerlo) se leía "Jesús Gil y Gil" y, debajo, una foto del mismo y un escudo del Atleti. El texto del mismo estaba escrito con palabras de, mínimo, quince letras.
En Bruselas los nombres de las calles estaban en francés y en neerlandés. Me encantan los nombres de las calles. Algunos eran peculiares.
Ha sido el mejor viaje que hemos hecho.
4 comentarios:
y no alquilasteis unas bicis, en el país de las bicicletas?? allí mismo en la estación de Gante tendrías un millón y os hubierais evitado el paseo y los enfados.
a mi el Atomium me gustó. Igual soy muy años 70, no sé. me recuerda las pelis de ciencia ficción de nuestra infancia.
no te perdono que no hayas dicho nada de las patatas fritas.
En Gante había más ciclistas que peatones. Y ahora que lo dices habría sido una buena opción. Pero acabamos de caer. A la próxima. Igual que el Atomium.
Con las patatas fritas igual tuve mala suerte, pero no probé ninguna que me hiciese dar vueltas a los ojos. Con los gofres tuve más suerte. Y eso que soy poco de dulce.
Una sensación que tuve en Bruxelles en mi último viaje; caray como pasa el tiempo, lo he consultado y fue en 2005, cuando Aznavour era apenas un jovencito de 80 años... De allí cogimos un tren para Liège, que es donde actuaba... Pero a lo que iba: la sensación o la impresión es que sólo en las tiendas abigarradas de los "moritos" se vendía tabaco. Como si el hombre blanco se avergonzara de vender la hierba pérfida. Como descubrimiento, entre otros, la Blanche, que es como llaman a una cerveza, en efecto cuasi blanca, yo diría lechosa. Muy interesante. Tu relato, aunque diferente; yo jamás hubiera sabido dónde encontrar cenizas del Atlético de Madrid, me lo ha evocado. Muchas gracias.
De nada. No lo hago con esa intención, pero me gusta abrir la puerta de los recuerdos y sentirme magdalena.
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