lunes, 22 de agosto de 2016

Lecciones recordadas. Lecciones aprendidas

Bueno, dos semanas donde el tiempo pasa rápido salvo en verano, en que se ralentiza hasta detenerse. Dos semanas donde siempre se es adolescente, una adolescencia que esta vez me ha superado y se me ha llevado por delante de tal manera que, esta mañana, al reincorporarme al trabajo, al ver mi mesa llena de papeles y con dos folios escritos con todas las tareas pendientes, he pensado –joder, ¡si aquí se está de puta madre! Y aquí está el blog. Dejemos constancia de las lecciones aprendidas y recordadas. Que nos sirva de bálsamo. Que nos sirva de recordatorio.

La primera lección ya es conocida: la clave de quererse mucho es verse poco. Y, en algunos casos, ese poco empieza a tender asintóticamente a cero.

La segunda, y ésta es aprendida, es que, en lo referente al criterio y al gusto musical, no estoy en posesión de la verdad absoluta. Y esto me parece que tendré que repetírmelo muchas veces. En lo referente al criterio y al gusto musical, no estoy en posesión de la verdad absoluta. En lo referente al criterio y al gusto musical, no estoy en posesión de la verdad absoluta. En lo referente al criterio y al gusto musical, no estoy en posesión de la verdad absoluta. En lo referente al criterio y al gusto musical, no estoy en posesión de la verdad absoluta. En lo referente al criterio y al gusto musical, no estoy en posesión de la verdad absoluta.

La tercera también es clásica: hay que ver qué poco pinta lo bueno frente a lo malo. Da igual lo bien que te lo pasaras o lo mucho que disfrutaras. Al final la cagaste y ese final puede con todo y borra lo demás. Da igual también el tiempo que nos haya llevado organizar algo y todo el trabajo que hayamos realizado. Da igual todas las cosas buenas que pudimos hacer o que nos salieron bien el día de la carrera. Al final sólo puedo pensar en la entrega de trofeos. Al final sólo puedo pensar en la cena. Podemos mejorar y lo haremos. Pero lo que salió mal devora a lo que salió bien.

Había trofeo al primer veterano, es decir, al primer atleta mayor de cincuenta años. Tal y como dieron la salida me di cuenta de que llevaba a un tío pegado a mis talones. Me fijé y vi que era mayor, de unos cincuenta y cinco años. Aquel tío tenía clara su estrategia: marcarme. Aquel tío tenía muy claro que yo era su rival. Cuarta lección aprendida: aparento la edad que tengo. Y eso entronca con el primer párrafo: macho, tienes cincuenta años. Eres un señor mayor. Compórtate como tal.

Fuimos a “La Traída”, a Mota del Cuervo, como un reto deportivo (en mi caso, cuarenta kilómetros en bicicleta y catorce y medio corriendo). Nos encontramos con un espectáculo religioso y popular realmente impresionante. Volveremos, por supuesto, en bicicleta y corriendo. Y con la lección aprendida.

Y, por último, otra ya conocida, pero nunca lo suficiente. Los trofeos que dan en las carreras siempre son horrorosos. Pero, dentro del horror, algunos son más bonitos que otros.


(Tenía que contarlo. El podio sigue siendo mi lugar natural. Tres podios en dos semanas. Algo bueno tenía que tener mi senectud ridícula adolescente).

3 comentarios:

GARRATY dijo...

Deberías, a modo de expiación y para saciar nuestra insana curiosidad, ahondar en el tema de la carrera a la que estuve a punto de acudir.

Feliz vuelta al cole. Ponte a entrenar.

Paco dijo...

Yo también llegué ayer, y hoy he pensado en volver por aquí... veo que sigues, impenitente. Y yo que me alegro. Feliz regreso y ¡felices podios!

El Impenitente dijo...

Pues, Garraty, hasta las 21:45, lo que fue la carrera en sí, todo estaba saliendo a pedir de boca. Digamos que hasta ese momento te lo perdiste. A partir de ese momento, la megafonía empezó a fallar, la entrega de trofeos fue caótica, no se oía nada, comenzamos a dar la cena, nos quedamos cortos, dejamos a cien personas sin cenar. Un desastre. Digamos que desde las 21:45 te lo ahorraste.

Y no he parado este verano. Estoy preparado, bien de peso y con ganas. Más de mil kilómetros nos esperan. A por ellos.

Paco, con tantas idas y venidas pareces un torero o Michael Jordan. Aquí sigo, sí. En este blog sólo cambia el tiempo.