miércoles, 8 de junio de 2016

Sobre padres, bodas y piscinas

Me lo contó mi hermana, pero creo que se lo escuchó a Joaquín Reyes. Éste contaba que pocas cosas hay peores que ir de boda con tus padres, principalmente por la vergüenza que pasas. Los padres, en una boda, tienen la desfachatez no sólo de pasárselo bien sino de estar haciendo el ridículo todo el rato. Se piensan que son graciosos, cuando no lo son en absoluto, y no paran de reírse y de hacer el tonto. Y lo peor ocurre cuando empieza el baile y los ves allí, en mitad de la pista, con todos sus amigos que más que bailar están con el trote cochinero. Y tú te pasas la boda huyendo porque, como entres dentro de su radio de acción, verás a tu padre o a tu madre muy sonriente acercándose, al trotecillo, hacia ti, abriendo los brazos, contoneando el cuerpo e indicándote con los dedos –ven, hijito mío, ven a bailar conmigo.

Me he apuntado a cursillos de natación. Se me ha metido en la cabeza hacer alguna travesía a nado este verano (la crisis de los cincuenta empieza a manifestarse) y, viendo que por mi cuenta entrenaba poco, pues dos días a la semana voy a nadar junto a unas abuelas y con un monitor que es descendiente directo del doctor Mengele, porque nos mete unas tundas imponentes y refinadas. El caso es que va surtiendo efecto, porque cada vez me veo mejor. Conseguiré, espero que sin problemas, completar una travesía y, a lo mejor, hasta logro no quedar el último, por una vez, en la competición de natación de la aldea del Secarral. Lo curioso es que la calle donde damos el cursillo está justo al lado de donde entrena mi hijo. Somos vecinos en la piscina. Nos separa una corchera. Pero él nunca me mira. Él me niega. Y, aunque terminamos a la misma hora, nunca coincidimos en el vestuario. Se queda fuera estirando o charlando o lo que sea mientras hace tiempo. Y luego le cuenta a Ana la vergüenza que pasa, lo mal que nado, lo fatal que hago los ejercicios y, sobre todo, me critica por no ir depilado. Deseando está que termine el cursillo. Y supongo que debiera afectarme la vergüenza que pasa mi hijo por mi culpa, pero no me afecta en absoluto. Porque yo soy como los padres de los que habla Joaquín Reyes. Y, cuando estoy en el bordillo y lo veo allí, rodeado de sus amigos, sin mirarme, aprovecho para llamarle a gritos, preguntarle cómo está, decirle que venga a darme un beso y todo ello mientras me atuso los pelos del pecho. ¿Que soy un cabronazo? No. Sólo lo estoy preparando. Algún día iremos de boda juntos. Y ahí sí que se va a enterar.

6 comentarios:

Slim dijo...

a mi si me ves en la piscina no me saludes, gracias

y ya estamos en la Eurocopa!! que te ha pillado despeinado! Vamos!!

El Impenitente dijo...

Me ha pillado en plena excedencia futbolera. Estoy de vacaciones. Volveré supongo que para el Tour y, si no, cuando empiece el atletismo en los Juegos Olímpicos.

J.P. dijo...

He tenido una pesadilla. Tenías las piernas depiladas y me saludabas mientras te SABUDÍAS los pelos del pecho.

El Impenitente dijo...

Y confiesa que te erizaste todo entero viendo mis pelos del pecho ondeando al viento.

J.P. dijo...

Ay. Zalamero.

J.P. dijo...

Me petrifiqué. Y ahora no puedo evitar imaginar tus pelos del pecho ondeando como campos de maíz.