miércoles, 28 de octubre de 2015

Postales

Se fue Javi un año a Francia con una beca. –Me escribiréis, ¿verdad, cabronazos? –No lo dudes. Yo cumplí con mi parte de manera regular. Él también contestaba periódicamente y siempre me preguntaba por la gente, ya que no sabía nada de ninguno. –Pérez, ya podías escribir algún día a Javi, que parece que se vaya a morir de pena. –Mañana. –Pérez… –Mañana. –Pérez, coño, que parezco tu madre. –Mañana. Hasta que un día fui, compré una postal y le dije –rellena la mitad. Ya rellenaré yo el resto y me haré cargo de tu hernia. Y lo hizo y lo hice y la envié. Lo curioso fue que no había elegido una postal al azar sino que había comprado las más hortera que encontré, una llena de naranjas, paellas y fallas. Y funcionó. Contestó Javi dando las gracias y diciendo que le había hecho mucha ilusión la postal y que se había reído un montón con la misma. -¿Ves, Pérez, qué fácil era? –Yo ya he cumplido.

Hace unas cuantas semanas íbamos paseando por el centro y pasamos por delante de una tienda de souvenirs que tenía expuesto en la fachada un panel con un montón de tarjetas postales, a cual más recargada y chirriante. Recordé entonces aquella fabulosa anécdota de mi apasionante vida universitaria y se la conté a Ana. Tal y como se la contaba me pareció bastante ridícula, pero la verdad fue que Ana se rio con la misma y me confesó que a ella también le habría encantado recibir una postal muy hortera, y que cuanto más hortera hubiera sido, mejor.

Hoy es el cumpleaños de Ana y, por supuesto,…


…ha tenido su postal.

No hay comentarios: