-¡Hijo de puta!
Fue un grito apagado. La voz era de varón pero sonó metálica. Era una grabación. ¿De dónde había salido? Delante de mí un hombre de setenta y tantos años paseaba a su perro. No vi a nadie más. Tal vez de un balcón. No lo sé. Seguí andando. Al llegar a la altura del hombre que paseaba al perro vi que tenía su teléfono móvil pegado a la boca y que estaba hablando muy bajito.
-Gilipollas. Maricón de mierda. Cabronazo. Hijo de puta. Eres un hijo de puta. Así te mueras. Así…
No escuché más. Aquel hombre andaba muy despacio.
jueves, 4 de junio de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario