miércoles, 22 de enero de 2014

Entremeses: PPC

Junto a las notas pusieron una hoja en la cual uno debía anotar su nombre si quería que le revisaran el examen. Dudé si apuntarme. Esperanzas de aprobar no tenía ninguna puesto que me había quedado a años luz del cinco, pero si rascaba de aquí y de allá tal vez superase la nota mínima que me permitiría promediar con la nota del segundo parcial. Además, ¿qué podía perder? Y me apunté.

Llegó el día de la revisión. Y cuando me tocó el turno, entré. En la sala habían dispuesto cuatro mesas situadas, por decirlo de alguna manera, en los cuatro puntos cardinales. El examen había constado de teoría, cuestiones y problemas y lo habían corregido entre cuatro profesores, cada uno de los cuales estaba sentado tras una de las mesas. En el centro de la sala habían situado una silla. Me ordenaron que me sentara en ella. La silla era más pequeña que la de los profesores y estaba orientada hacia la mesa donde se sentaba PPC, catedrático de la asignatura. PPC, no muy alto, con barba relamida, frente despejada y con un tono de voz muy grave y rotundo que reservaba para sus alumnos y sus enemigos, levantó la cabeza y de su garganta salió la frase –bien, usted dirá- frase que continuaron sus ojos –impertinente, pelele, inútil, cretino, majadero.

Si la intención de toda aquella puesta en escena era intimidarme, lo consiguieron. Y si no era ésa, también lo consiguieron. Desde un lugar remoto, perdido en la insignificancia más absoluta, bañado en sudor y tras superar un nudo en la garganta que llegué a temer fuese infranqueable, acerté a balbucear (o balbucir) una frase que hacía mención a un problema y a una cuestión. PPC levantó la mirada e interrogó con la misma a los profesores responsables. Se escuchó un movimiento de hojas y, después, la voz solemne y triunfal de PPC.

-Está perfectamente corregido.

No tenía sentido seguir con la revisión. Dado mi tamaño salté de la silla minúscula y recorrí los escasos cuatro metros que me separaban de la puerta en un tiempo que me pareció infinito. Salí y comencé a andar. Tenía que alejarme de allí. Tenía que recuperar mi estatura, mi autoestima, mi dignidad, mi amor propio. Y anduve. Y anduve. Y anduve. Y anduve. Y anduve.

9 comentarios:

Slim dijo...

Qué pesadilla! Ahora que he vuelto a estudiar también han vuelto mis antiguos temores:llegar tarde al examen, que se me quede la mente en blanco...sóle faltaba este! Brrrr

El Impenitente dijo...

Y esperar que salga la nota. Nada como aquel temor.

GARRATY dijo...

Si sólo leerlo ya da miedo, no quiero ni imaginar lo que debió ser vivirlo.

El Impenitente dijo...

Sobreviví. El caso es que, años después, salí una noche por el Carmen junto a Maroto y vimos a PPC en la plaza del Negrito. Y fuera de su entorno vi (o vimos. Maroto también lo sufrió) que PPC estaba completamente desactivado. Y entonces me di cuenta de que yo era más alto que él. Y de que no tenía ni media leche. Hasta ese día me había parecido un verdadero coloso.

3'14 dijo...

Jamás acudiría a una revisión de exámen, es suspenso asegurado para el próximo...

3'14 dijo...

examen... la culpa del acento es del bilingüismo. Y da gracias que no lo pusiera abierto...

El Impenitente dijo...

Abierto hubiese quedado muy elegante.

Y alguna vez en las revisiones se aprobaba. Doy fe de ello.

SisterBoy dijo...

Como siempre hay una tira de Mafalda para cada momento de la vida.

http://i155.photobucket.com/albums/s295/Sisterboy/f26.gif

El Impenitente dijo...

Tal cual. Sólo que mi tira no tuvo final feliz.

Y he de confesarte que me acordé de Felipe mientras escribía la entrada.