Orgullecido estoy de ser divino

Las tiendas de ropa son perfectas para andar cabizbajo, arrastrar los pies e ir escuchando la música que suena por los altavoces. No creo que se pueda hacer otra cosa dentro. Hubo una época en que Zara era un templo y allí uno podía dedicarse a la contemplación y a la admiración de las vestales, pero eso es algo que pasó hace mucho tiempo. Creía también que las tiendas de decoración tenían una utilidad similar. Pero no. Estaba equivocado. Si uno se distrae y no se fija corre el riesgo de perderse cosas sorprendentes, objetos tales como éste:


Ahí está. Míralo. Para chulos él, con los brazos en jarras. Voy sobrado. Aquí está mi ménsula, preparada para soportar cualquier momento flector. Y sí, soy un objeto de decoración. Pero no un objeto de decoración para sibaritas. Porque yo no soy un sinvarita. Yo soy un controncazo.