martes, 20 de abril de 2010

Sobre la pérdida de valores en Occidente

Hace no mucho, comentando un estudio sobre si el correr potencia el cerebro, hablé de las conversaciones entre corredores. Nuestras charlas mientras entrenamos van normalmente sobre carreras, ritmos, entrenamientos y demás. Para alguien ajeno somos muy aburridos. De vez en cuando sale el tema de las zapatillas y ése me duerme hasta a mí. Cuando empiezan con marcas, modelos y características siempre digo lo mismo: las casas son más listas que nosotros. Crean necesidades, necesidades que cubren con sus productos, las rodean de palabras en ingles muy bien sonantes y a fomentar el consumo. Soy de la opinión que las zapatillas quitan pero no dan. Ahora, cuando viene J. no digo nada. El tío es un catálogo viviente. Se sabe todos los productos en el mercado con sus características y precios y se recorre todas las páginas del planeta buscando ofertas. Si ve alguna la compra. El otro día nos confesó que tenía en casa ocho pares de zapatillas sin estrenar (sí, sí, ocho pares) y muchas más estrenadas y en circulación. Hablando del tema nos mostró las que llevaba y nos cantó sus excelencias, excelencias que remató diciendo que lo mejor de aquellas zapatillas era que pesaban treinta y cinco gramos menos.

-Y, claro, en esos treinta y cinco gramos está la gran diferencia.
-¿Qué pasa? Pues yo lo noto.

Ay la leche. Pero, ¿con quién estoy corriendo yo? ¿Con la princesa del guisante? Nos tiramos hora y pico pegando coces por el río. Te piensas que somos tíos aguerridos, bravos y sufridos y ahora resulta que somos de una sensibilidad exquisita. Pues nada. Se terminó el hablar de carreras. A partir de ahora, Rubén Darío y otros vates. Y todos declamando al unísono –Margarita, está linda la mar.

Otras veces las conversaciones toman otro giro. R., uno de nuestros primeros espadas, cercano ya a los cuarenta y que, aunque vive en Valencia, es natural de un pequeño pueblo de la sierra de Cuenca, nos comentaba al grupo que íbamos que el sábado anterior, estando en su pueblo, no había podido entrenar.

-Me pasé el día vendimiando. Ahora, cuando terminé y después de ducharme, aproveché y fui a la esteticién a que me hiciese las piernas.
-¿Cómo?
-Pues eso, a que me depilase.
-Tío, que tú eres de Cuenca.
-¿Y qué?
-Vamos, voy yo en el secarral a la esteticién (que hay una) y le digo que me haga las piernas y al instante están sonando todas las campanas del pueblo y tal y como salgo tengo a todo el censo esperándome en la puerta.
-Exagerado.

Lo malo no fue eso. Lo malo fue la conversación que siguió después ya que cada uno empezó a contar sus experiencias y que si la cera caliente o fría, que si las cremas depilatorias, que si la epilady, que si mi cuñado se pasa la cuchilla, que si el láser…

-No puedo estar oyendo lo que estoy oyendo. ¡Esto no puede ser verdad!
-Pero, ¿qué te pasa?
-Si os lo tengo que explicar es que hay algo aquí que falla, y seguramente seré yo, así que vamos a dejarlo.

Y es que esto ya no es lo que era.

21 comentarios:

Alex Maladroit dijo...

Depilarse las piernas es ingrato para con la vista de los demás.

Socorrito López dijo...

No hay nada peor para una tía que tener al lado a alguien que se depile más y mejor que ella, sólo de pensarlo me da grima

Arual dijo...

Tu amigo J. es como mi marido pero mi marido en vez saber de zapatillas sabe de motos de enduro. Es un catálogo andante de información acerca de precios, características de estas motos, sus recambios, de todo, de todo.

3'14 dijo...

Pues yo no veo la atrocidad de depilarse... otra cosa es pasarse el día hablando de este tipo de cosas...
Pero ya que estamos... Lo de las piernas velludas en los varones no me importa tanto como las espaldas peludas... uix!!! que grima!!

Anónimo dijo...

La esteticien del secarral es experta en depilar otras cosas. A eso es a lo que deberíamos ir y contarlo después.
Ya verás cómo la conversación es más amena.
Con la gente que salgo en bici, los temas de conversación también versan sobre marcas, modelos, ritmos, etc. y yo, de momento, con seguir el ritmo sin echar la lengua, tengo bastante. Pero escucho y aprendo, porque no llevo mucho tiempo en esto.

El Impenitente dijo...

Una de las últimas veces que fui a nadar estaban todas las calles ocupadas por dos o tres nadadores salvo una donde sólo había un nadador. Éste nadaba a crawl y tenía una espalda muy alfombrada. Es una tontería y el agua es agua pero me fui a otra calle.

Lo que no entiendo es por qué aún no han inventado un gorro de baño para la espalda.

La esteticién del secarral es una muchachita muy noblesita que seguro que nos podría dar tema para muchas horas de conversación.

GARRATY dijo...

Si lo de J. con el atletismo no es un trastorno obsesivo compulsivo se le parece mucho.

Reconozco que en un par de ocasiones le he preguntado al fisio si para los masajes era mejor estar depilado y creo que una parte de mi coqueteaba con la posibilidad de una depilación.

Por cierto, si te depilas las piernas ¿donde paras? porque a cualquier altura el cambio peludo/rasurado debe ser bastante antiestético.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Mira que yo estoy contigo, que esto de las supermegazapatillas que te hacen ganar una décima de segundo con sus 35 gramos menos me parece una tontería... El que corre, corre. Y el que no, pues se aguanta... Me pasa lo mismo con el fútbol, cuando me intentan vender que el balón no sé qué es más ligero o que las botas no sé cuántos permiten un mejor golpeo...

Anónimo dijo...

Decía Schuster que sus botas de fútbol preferidas eran las más viejas, y es que el mejor calzado para practicar deporte es el más cómodo. Los gramos de más o de menos están para Cristiano Ronaldo.
Change.
A la hora de depilarse hay dos opciones: integral o por el contrario, y en el caso de las piernas, trazas una línea con una cuerda impregnada en polvos azulete a la altura deseada en la nalga y hasta ahí llegará el cortacésped.

Slim dijo...

tambien existen las medias piernas, que es el depilado ciclista (mas o menos hasta la altura del culotte)

El Impenitente dijo...

J. es el tío más raro que me he encontrado en mi vida corriendo. Y sin correr.

Yo me hago una pregunta similar con estos que tienen tanto pelo en el pecho que se les junta con la barba. ¿Hasta dónde se afeitan? ¿Y por qué hasta ahí y no un centímetro más arriba o más abajo?

Lo que si pienso es que es cierta aquella máxima de que "el pelo ni se crea ni se destruye, solamente se traslada". Cuanto menos pelo tiene un tío en la cabeza, más tiene en los hombros y en la espalda.

Y es verdad. Parece mentira que con aquellas botas y aquellos balones Garrincha regateara como lo hacía, Zarra metiese aquellos goles y Puskas tuviese las escuadras de las porterías impolutas. En realidad parece increíble que se practicase deporte antes de Nike.

Unknown dijo...

Cuando me hablan de zapatillas me viene a las mentes una ZAPATILLA de lacón y queso de tetilla (jiji)derretido, y un sprint por la calle Ave María y amén, ¿cómo no se nos cortó la digestión?

El Impenitente dijo...

Sobre nuestra conciencia siempre pesará aquel día, que fue cuando el pequeño C. se inició en el turbio mundo de la delincuencia. Todavía le resulta sorprendente que su padre pague.

Por cierto, en su momento le dediqué una entrada a la zapatilla.

http://loscariacontecidos.blogspot.com/2009/03/gastronomia-for-parotets.html

SisterBoy dijo...

¡Ay Beckham cuanto daño has hecho!

Unknown dijo...

esa entrada me remueve los jugos gástricos, ¿no hay emoticono que describa esa sensación?

Marina Khalo dijo...

Hay un tema intersección entre los dos que tú tan bien has expuesto: Los límites en la depilación y la calidad de las zapatillas. A saber:

-Los que depilándose todo el vello del cuerpo hacen el amor en cueros pero con calcetines blancos y zapatillas deportivas. A esto se le puede sumar una esclava de plata en la muñeca y si eres italiano, el “correre della sera “dominical tras cubrir la etapa.

En el dibujo cartográfico de estepas arrasadas donde antes había frondosos bosques, me quedo con la nostalgia del felpudo “El origen del mundo” Gustave Courbet

http://www.fisterra.com/human/3arte/pintura/origen_del_mundo.asp

Un saludo

El Impenitente dijo...

No estoy muy puesto en emoticonos, pero no debe de ser muy difícil hacer una boca sonriente con la babilla colgando.

Marina, me alegra mucho volver a verte por aquí. Se te echa de menos (y ya que estás vuelvo a mi vieja pretensión de que abras tu blog para poder leerte a menudo).

A tu imagen de depilado con zapatillas y calcetines le falta un cronómetro. Importante los ritmos y los parciales.

Y en temas pictóricos siempre delego mi opinión en mi querido amigo G. que no sé si frecuenta últimamente estos lares pues me tiene muy abandonado. G. ¿Nos gusta “El origen del mundo”? ¿Nos gusta Gustave Courbet?

Y estoy de acuerdo con que la deforestación es un drama.

g. dijo...

Tan cierto es que últimamente no frecuento estas páginas tanto como quisiera, como que Cariacontecido no lee los textos de mis catálogos, ni tan siquiera de los catálogos a él dedicados. Si los leyese sabría de mi atracción hacia Johanna Hiffermann, modelo y amante de Whistler y de Courbet, pelirroja irlandesa que posó cómodamente para "El origen del mundo" (1866, gran año), cuadro cuyo acontecer es de lo más novelesco de la Historia del Arte.

Querido Impenitente, puedes decirlo sin sonrojo, nos gusta Courbet y nos gusta mucho. Y también nos gusta Johanna.

El Impenitente dijo...

Ah, ¿es que los textos de los catálogos se leen? Pensaba que sólo servían para satisfacer el ego del artista.

Y si el año 1966 fue tan fabulosamente fabuloso es también, entonces, porque se cumplió el primer centenario del día en que Johanna se puso cómoda y Courbet pasó por ahí (podría decir también que se la pasó por ahí pero sería un chiste demasiado malo y líbrenos los Hados de los chistes malos) y le vino la inspiración.

Así que, Marina, nos gusta Courbet, nos gusta "El origen del mundo" y nos gusta Johanna. Verás que tengo mucha personalidad.

g. dijo...

...ahora voy yo y digo "Ah, ¿es que los blogs se leen? Pensaba que sólo servían para satisfacer el ego del bloguero", y ya la tenemos liada.

El Impenitente dijo...

El ego del bloguero es infinito así como su sensibilidad y su soberbia. ¿Se deben de leer los blogs? No haberme hecho aquel regalo envenenado. Tú abriste la caja de los truenos. Tú sabías que mi destino era llevar una chaqueta de flecos, gafas de sol y reírme y hablar de manera engolada.

Respecto a los catálogos, estos están escritos en una jerga únicamente inteligible para los del mundillo. El artista que lo escribe lo entiende. El que expone o el protagonista del catálogo lo entiende. Se miran. Se abrazan. Son cómplices. El resto, como diría mi madre, del catálogo vemos los santos. Unos santos muy bonitos en tu caso y que espero se revaloricen por el bien de mi patrimonio.