No sé por qué, pero parece que nos encanten los alardes generacionales, con sus recuerdos, sus fetiches y sus iconos. Los publicistas se dieron cuenta hace tiempo de ello y no es raro encontrarse en los anuncios con Parchís, con los Simple Minds o con la digestión de tres horas. Y raro es que esas conversaciones sobre nuestros tiempos (y aquí abro un paréntesis pues he recordado una tira de Mafalda en la cual ésta preguntaba a su padre sobre cómo fueron sus tiempos, y aquel comenzaba a contarle batallitas de infancia y adolescencia, comparándose con los actuales. Mafalda sentenciaba algo así como: pensaba, papá, que me ibas a responder que estos son tus tiempos, pero ya veo que estás acabado. Cierro paréntesis) no terminen con un –nosotros sí que tuvimos infancia, con el yo-yo, las peonzas, las canicas, las chapas, los Madelman, el churro va, el fútbol jugando en una era, con dos piedras definiendo la portería y no estas generaciones que vienen, que con tanta Play Station y con tanto Disney Channel van a acabar todos tarados y atrofiados.
Se ha puesto de moda entre la chavalería, al menos en Valencia, el jugar a la peonza. Es una peonza un tanto extraña, de plástico, con una corona y con un cordel que lleva una arandela en el extremo que se engancha a la corona, distinta a lo que nosotros llamábamos trompo aunque similar. Mi sobrino tiene una. Estuve tratando de bailar aquella peonza pero imposible. Y sin embargo los chavales hacer virguerías con ellas. Va a resultar que no están tan perdidas estas generaciones. Va a resultar que tienen futuro. Les gusta la peonza. Disfrutan con ella. Tengamos esperanza. Confiemos en ellos.
Teniendo mi sobrino una, a mi crío se le antojó, claro. Y su padre no le compró una peonza de plástico. Le compró un trompo de los de toda la vida, de madera, con la punta metálica. No lo pinté de colorines ni le puse una chincheta en su extremo superior porque ahora no está de moda ni la barbarie ni las pinturas tribales cuando se juega al trompo sino que se dedican a los malabarismos. Y cogí el trompo, enrollé el cordel, lo tiré y bailó. A la primera. Después de la intemerata de años bailé el trompo a la primera. A partir de ahora se cambia la expresión. Ya no se dirá nunca es como montar en bicicleta, que nunca se olvida. Es como bailar el trompo, que tampoco se olvida. Por supuesto tuve una regresión brutal y estuve pelándome con mi hijo por jugar con el trompo e hice la única monería que sabía hacer (cogerlo con la mano) un millón de veces. Y ya le he dicho a mi hermano que se vaya preparando, que este verano, si no lo impide el lumbago, reeditaremos el mundial de chapas. Todavía guardamos aquellas chapas. En España está Pirri, en Alemania Breitner y en Holanda Rep. Vigencia absoluta. Lo dicho: la regresión.
jueves, 18 de junio de 2009
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7 comentarios:
La verdad es que el anuncio del Parchís me pone de bastante mala leche Impenitente.
Me alegra oir eso de que la generación de nuestros hijos no está totalmente perdida. De momento el mío se ve que disfruta con lo mismo que disfrutaba yo, con el cubo de las pinzas de la ropa, igual no va a haber tanto abismo generacional, no sé.
¿Recuerdan aquel año en que se puso de moda el hula hop?
De las chapas al único que recuerdo es a Barrachina. Como para olvidar el nombrecito
Reconozco que jamás hice girar una peonza, aunque también asumo que hice pocos intentos...
Interesante saber que la regeneración es posible. Pero yo no cantaría victoria todavía.
El día que abra mis cajas de chapas, me encontraré con Arconada, Górriz, Gajate, Zamora, López Ufarte... y me echaré a llorar indudablemente.
Yo era malísimo con la trompa. Recuerdo una vez que conseguí hacer rodar una y, acto seguido, mi primo lanzó la suya contra la mía, partiendola en dos.
Tampoco era bueno con las canicas. Al final de curso mi primo me tenía que regalar de las suyas porque yo había perdido todas las mías jugando.
Dios, cómo odiaba a mi primo en el colegio.
Jamás jugué a las chapas. Con eso no tengo traumas.
Hay quien dice que ya todo está inventado, de ahí que lo retro y los revival esté tan "de moda".
Lo más ya es reinventar lo existente. Con lo de los juegos infantiles no creo que se de tan claramente el caso, aunque con lo de la peonza y el trompo, juro que jamás había oído antes usar esta palabra para dicho objeto, pero sí lo de hacer trompos con el coche... En fin, que yo de peonzas y trompos nada de nada, y menos con el coche, que por no tener no dispongo ni de carnet (aunque lo uno no es necesariamente excluyente de lo otro al margen de la legalidad, por descontado...) Pero sí hay una larga lista de juegos de mi infancia que, hoy por hoy, aunque parezcan desfasados, prácticamente obsoletos, todavía se pueden encontrar en algunas tiendas: Cromos, no sólo los de panini de futbolístas con su álbum y tal, si no aquellos que se ganaban haciéndolos girar con la mano ahuecada, muñecas de papel recortables (con sus ropitas y complementos), las chapas y las canicas, por supuesto, el hula hop (que sólo tocaba en clase de gimnasia y por expresa obligación, pues no conseguía hacerlo girar más de dos vueltas, ¡lo detestaba!) En mi vida he tenido una Barbie, y yo que pensaba que era la peor muñeca que podía haber en toda la historia del mundo del juguete, pero no, ahí no estaba todo inventado, recientemente demostraron que todavía se puede empeorar el asunto, y si no ya me dirás tú que opinas de las Bratz :O
¿El hula hop? En casa de mis padres todavía hay uno. Jamás conseguí dar dos vueltas.
Yo era muy malo volteando cromos con la mano hueca. Vamos, malísimo.
¿Las Bratz? El horror. Mis hermanas eran de la Nancy, que tenían su encanto y eran alicantinas, a pesar de su nombre.
Pero las barbies tenían tetas. La primera iniciación sexual de miles de niños.
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