Hoy: la Zapatilla.
Se cortan dos rebanadas de un pan de hogaza bien hermosas, con un espesor considerable. Se untan bien las dos rebanadas con mantequilla y se ponen a la plancha donde ya tenemos fundiéndose queso de tetilla y calentando al gusto una abundante ración de lacón. Se saca todo de la plancha y se mete el condumio entre las dos rebanadas. El ancho del bocadillo desborda con creces la capacidad de cualquier boca humana, pero no hay nada imposible. Es recomendable acompañar la ingesta de la Zapatilla con unos cuantos litros de vino de Ribeiro. El plato es económico (nos fuimos sin pagar) y de digestión lenta. En el caso de que uno tenga edad o ganas (o las dos cosas) de irse de fiesta después de haberse metido media Zapatilla entre pecho y espalda, el número de pelotazos que se puede tomar sin dejar de sentirse en ningún momento como una rosa es infinito.
miércoles, 4 de marzo de 2009
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4 comentarios:
He pasado por la experiencia de comer una zapatilla de esas... Y madre mía, qué locura, je, je, je... Incluso pagando es económico.
¿Eso no tiene casi calorias cierto?
Menos mal que ya he cenado, porque si leo esta entrada con el estómago vacío como que estaría más fundida que ese queso... Si es que se me está haciendo la boca agua con sólo imaginármelo... ¡ñam,ñam!
¡¡Y QUÉ RICAS!!
¡¡Y qué baratas!!
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