jueves, 11 de diciembre de 2008

Don´t think twice, it`s alright

Ana y yo nos fuimos de viaje de novios a Nueva York. Después de haber visto todas las películas de Woody Allen no podíamos ir a otro sitio. Y uno allí se sentía como en casa: por la Quinta Avenida vimos a la infanta Elena y a Zaplana, aparte que turistas españoles había un montón, y eso que era mitad de noviembre. Lo pasamos muy bien en aquel viaje (no podía ser de otra manera). Y Nueva York nos encantó (tampoco podía ser de otra manera. Puedo presumir de haber visto las Torres Gemelas, aunque la relación cosas que no he visto, cosas que he visto está absolutamente desproporcionada a favor del no he).

Pero no voy a contar el viaje, aunque sí una batallita. Una batallita muy tonta, por cierto. La crisis es universal. Por el SoHo nos metimos en una tienda de discos. Siempre me ha encantado mirar discos. No es que sea coleccionista ni nada parecido. Me entretiene. El caso es que, por aquella época, andaba obsesionado con una versión de los Peter, Paul & Mary de una canción de Dylan, del “Don´t think twice, it`s alright”. Y, buscando, encontré un LP de los citados donde venía la canción. El precio no era desorbitado y, bueno, me hacía ilusión tener un vinilo comprado en Nueva York. Qué le voy a hacer, soy un paleto, sí. Cogí el disco, lo pagué y nos dispusimos a salir.

Tal y como salíamos de la tienda, el encargado, muy sonriente, nos dijo con mucha educación –merci beacoup.

-¿Cómo que megsí bocú? Me cago en la leche, que somos españoles, joder, pijo, teta, culo, copón, gilipollas.

Iba yo muy contento con mi disco. Muy contento. Y fue entonces cuando recordé aquello de que el español piensa bien pero cae tarde. Muy bonito el vinilo, sí, pero ¿y el viaje de vuelta? Si lo guardaba en el equipaje a facturar tenía la certeza de que el fragmento más grande del disco que me encontraría tendría tres centímetros cuadrados (hemos hecho unos cuantos trabajos en el aeropuerto de Manises. He visto como tratan los equipajes). Así que tocaba llevarlo como equipaje de mano. Lo subiría al avión, sí, pero ¿y después? ¿lo guardaría en la estantería o portaequipajes o cómo se llame? ¿Me podría fiar?

Ocho horas de viaje de avión abrazado a mi disco. Ocho horas. Ningún sitio me resultó fiable para dejarlo, así que, los cuatro juntitos, Peter, Paul, Mary y yo, en amor y compañía. Ana dormitaba. De vez en cuando abría un ojo, me miraba y hacía un gesto que sólo podía significar -indudablemente, me he casado con un cretino. Pero ya era tarde. Y no te lo vuelvas a pensar que está bien así.

10 comentarios:

Juan Rodríguez Millán dijo...

Qué te voy a decir yo que tengo también mis (muchas) venas frikis/paletas... Esa sensación de no soltar algo en un viaje no se vaya a romper no la tengo desde hace muchos años, cuando en un viaje a San Sebastián conseguimos entrar en el ya abandonado y casi a punto de derribar estadio de Atotxa y nos llevamos cartulinas del viejísimo marcador simultáneo...

3'14 dijo...

:)

Una cosa... ¿A la infanta y a Zaplana los visteis juntos o por separado?

Anónimo dijo...

Y resulta que el disco lo ha oído seis o siete veces en diez años. Dios mío.....que paciencia.

El Impenitente dijo...

¿Y qué número te trajiste?

Por cierto, ¿en Anoeta también tiran cohetes cuando hay gol como hacían en Atocha para avisar a los pescadores?

Por separado. Y a Zaplana muy bien acompañado.

¿Seis o siete veces? No sé yo si tantas.

Juan Rodríguez Millán dijo...

El 0 por un lado y el 1 por el otro. Acabará en mi futura casa enmarcado por el lado del 1. Sí, se siguen tirando los cohetes, aunque muchos árbitros incompetentes y ajenos al fútbol de verdad suelen poner en el acta que caen dos petardos en cada gol de la Real. Hay sanción económica por eso y, claro, ante las alegaciones, siempre nos la quitan.

SisterBoy dijo...

Eso no es nada. En mi penultimo viaje a Madrid un amigo me encargo comprarle un órgano. Yo le dije que sí como digo siempre y luego pensé "¡Coño! ¡Un órgano!" y así me vi transportando por toda la Gran Via un paquetón en el que podía haber cabido con holgura el cadaver de Jose Luis Coll.

Eso sí, lo facturé. Pero gracias a Dios llegó bien.

Álex dijo...

A mí me pasó lo mismo en Amsterdam (aunque no iba de viaje de novios, bueno iba con mi novia pero todavía no hemos pasado de ahí), en un rastro tenían grandiosos vinilos tirados de precio, pero como nos íbamos justo al día siguiente me acordé del tema de las maletas y pasé de comprarlos.

Además, tampoco tengo tocadiscos.

El Impenitente dijo...

Es muy útil el tocadiscos para escuchar discos.

¿Cuales son las principales diferencias entre un órgano comprado en Madrid y otro comprado en Tenerife?

SisterBoy dijo...

Pues que Madrid es la Capital de España y Tenerife es la Vetusta del Atlantico Sur. Osease que hay muchas cosas que no se pueden comprar alli

El Impenitente dijo...

Ya que la construcción está como está habrá que empezar a plantearse el montar una calle Barquillo en Tenerife.