Estuve recientemente indagando sobre Jean Seberg, la actriz norteamericana, y me sorprendió el averiguar que se había suicidado. Lo hizo justo el día en que cumplía cuarenta y un años. Lo curioso es que había intentado suicidarse anteriormente otras siete veces, siempre en el día de su cumpleaños.
Dejando de lado el drama que supone un suicidio y todo lo que hay detrás, me llama la atención que una persona intente suicidarse ocho veces. Si uno se quiere suicidar se suicida y punto. Se sube a lo alto del Miguelete, se tira de cabeza y asunto concluido. No conozco a nadie que se haya tirado ocho veces de cabeza desde el Miguelete. Siquiera conozco a nadie que se haya tirado dos veces. Tampoco conozco a nadie que se haya tirado una vez sola, pero no dudo de la infalibilidad del método.
En Madrid existía la tradición (iba a escribir bonita tradición, pero bonita no es, aunque no deja de tener su poso romántico) de tirarse desde el Viaducto. Ahora está acristalado y resulta complicado, mas no creo que antes, cuando al acercarte descubrieses a alguien sentado en la barandilla, pudieses tener esta conversación:
-Pero, ¿qué va a hacer?
-Voy a tirarme.
-No lo haga. La vida es bella. Hay que tener esperanza. Siempre hay un mañana. Todos los días amanece. Cuando uno toca fondo desde ese momento el camino siempre es de subida. El Ebro nace en Fontibre, se hace macho en Aragón y al llegar a Cataluña se nos vuelve maricón. Tiene que luchar. Hay alguien que en este momento está pensando en usted, alguien que le quiere, alguien a quien va a destrozar la vida. No lo haga. Afronte sus problemas. Luche. Vénzalos. Sea fuerte.
-No se preocupe y no siga con la cantinela. Ya me he tirado siete veces y aquí estoy. Voy a ver si a la octava hay suerte.
-Pues que tenga suerte. O mala suerte. O yo qué sé.
Imagino que se trata de morir sin dolor, dulcemente, atiborrado a pastillas. Aunque, y vuelvo a lo mío, tirarse de cabeza desde el Miguelete tampoco duele. Es pesado subir las escaleras y ya. En cuanto te tiras, en cuanto tu cabeza toca el suelo ya estás muerto. Ni duele ni nada. Y es inmediato, sin agonías ni pijos, sin efectos colaterales como hemiplejías o tetraplejías. Es duro imaginarse uno a sí mismo tirado en el suelo y con toda la sesera por ahí esparcida pero, qué más da, se trataba de morir, ¿no?, no de hacer un bonito cadáver.
En el fondo creo que se trata de suicidarse pero poco, siempre dejando una puerta abierta a que te descubran y te salven y así seguir vivo. Llamas la atención, das mucha pena, llora todo el mundo y camino a la redención tras el momento de gloria. Bueno, es una opción, no muy fiable, con cierto margen de error, aunque una opción.
Pero el Miguelete es infalible.
martes, 12 de agosto de 2008
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7 comentarios:
Una vida triste y malograda la de Jean Seberg. Justamente ayer estuve también buscando información sobre esta actriz después de ver Al final de la escapada.
Por lo que he leído sobre su vida (que es poco, la verdad) tuvo muchas depresiones, y si a eso le juntamos sus adicciones varias de alcohol y pastillas pues ya ni te cuento. ¿Llamar la atención? Alguien que es un mito no debería tener la necesidad de llamar la atención... sin embargo, la vida es extraña, y las carencias las padecemos todos (del tipo que sean) y no todo el mundo tiene la fuerza para afrontarlo y salir adelante.
No me gusta alimentar los "mitos malditos", pero sin lugar a dudas, esta mujer forma parte de ellos.
¡Qué guapa era!, y por lo que se dice además inteligente (esto no es justo! no es justo! grito de rabia, envidia asquerosa y desesperación)
¿Sabías que el personaje de Ariadna Gil en Lágrimas Negras está inspirado en ella? Por lo visto, hubo un romance entre Jean Seberg y Ricardo Franco (director de la peli), pero que nunca confirmaron en vida.
Yo siempre he pensado que si me suicidase lo haría de forma que quien tuviese que encontrarme, por lo menos no le fuera desagradable, así que sí, yo abogo por dejar un bonito cadáver. No Migueletes, ni saltos ante trenes, ni ahorcamientos, disparos... Así en frío, optaría por las pastillas, pero como no controles la dosis encima te sale mal y lo pasas de pena y se trata de dejar de sufrir, no? Ay, dios! Con mi indecisión, por más que lo pretendiera no conseguiría suicidarme jamás. Y sí, estoy frivolizando sobre el tema, ¿Y qué?
http://es.youtube.com/watch?v=-0I0TRPJi8g
A propósito, curioso que a la octava fuera la vencida...
Es curioso, en todas las ciudades existe el puente de los sucidios. Aqui para que lo sepan es el puente Zurita (creo que de esto hemos hablado ya aunque no sé si en este blog)
http://www.rinconcitocanario.com/SantaCruz/Barranco/fotos/puente-surita-2.jpg
Un sitio que incluso sirve de inspiración para un romance canario
Por el puente Zurita
se tiró se tiró
por el puente Zurita
pero no se mató.
Aunque creo que nadie ha sobrevivido a la caida.
Eso del Miguelete me recuerda a "Cañas y barrao" cuando Cañamel echa a Tonet de su taberna y le dice "Para tí a partir de ahora la puerta de mi casa está más alta que El Miguelete"
En contra de lo que se cree casi todos los suicidas anuncian sus intenciones y hacen algún intento previo ya que -en contra de lo que se dice- quitarse la vida requiere mucho valor
COLD IN HAND BLUES
y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo.
Alejandra Pizarnik
Cuando escuché a Jean Seberg gritar New York Herald Tribune supe que la amaría siempre.
Y yo no creo que me suicide. Me falta valor. Y ganas. Y espero no encontrarme nunca en mi vida en una situación que me obligue a pasar por encima de mi valor y mis ganas.
Yo me sé una coplilla parecida:
Por el puente de Aranda, se tiró, se tiró,
se tiró el tio Juanillo pero no se mató.
Apunto a Alejandra Pizarnik en mi lista de pendientes.
Leo ocho y no me cabe en la cabeza otra idea que pensar que ibas a hablar de las Olimpiadas.
El 8 del 8 del 2008 a las 8 y 8.
Incluso suena poético.
El verano es tiempo de temas ligeros.
Hablaremos de suicidios más adelante. Pero para abrir boca te propongo suicidarte bajando de la hora en siete aguas.
Te sigo.
Saludos,
No iré a Siete Aguas. Ya me suicidé el año pasado por allí. Estuve en Garcimuñoz el sábado pasado donde cumplí sin más. Terminé demasiado fuerte, pues regulé en demasía. Mucho calor. Y Siete Aguas me pilla muy lejos. No creo que vuelva a hacer cuatrocientos kilómetros para correr quince. Me llamó Jose para que fuese con él, pasando por Alarcón. A quien te envío hecho un toro es a Tomás. Un par de días he salido con él allá por el Puig y me ha llevado por todas las cuestas del mundo.
Da recuerdos a la gente.
Y el Shalke acaba de marcar el uno a cero.
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