sábado, 24 de septiembre de 2022

Orgullos y obviedades

Me preguntó mi hija cuál era mi grupo musical favorito. Los Beatles, por supuesto. ¿Y tu cantante? Elvis Presley. Rey de reyes. Me miró de arriba a abajo. Eres un poco obvio, ¿no?

Me dolió. ¿Obvio yo? Perdona, pero no. Que transite por caminos muy trillados no significa que sea uno más. Mi capacidad de sentir es una entre mil millones. Y mi gusto musical es único e incomparable. Y el que yo pueda decir Beatles, Elvis, Jobim, Otis, Chico Buarque, Beach Boys, Marvin, Aretha, Sinatra o Gladys Knight no desmerece mi estatus, mi soledad en la cima del buen gusto. Es más, lo engrandece. La refuerza. Así que, no. Obvio, no. En absoluto.

Se rio. Había conseguido su objetivo. Entré al trapo. Debiera haber sido adulto y haberla mirado yo de arriba abajo y haberla llamado ignorante o algo así o haberme sentado a esperar a que en el futuro termine dándome la razón. Pero no. Balbuceé justificaciones. No sé si la convencí. Era lo de menos. Sólo vio que mi orgullo estaba herido y se marchó triunfal.

Y sigue herido. Gracias a Ángel Carmona descubrí una canción titulada “Caballitos de mar” de Los Estanques con Anni B Sweet. La canción se convirtió en obsesión porque es una barbaridad de canción. De ahí pasé al disco que han hecho juntos: “Burbuja cómoda y elefante inesperado”. Trece canciones. Llevo dos semanas escuchándolo en bucle. Aparte de la citada hay otras canciones que me fascinan: “He bebido tanto” (que estoy) “Muerto de sed” (son dos pero hay que escucharlas seguidas), “Bla, bla, bla”, “Tu pelo de flores”, “Brillabas”, “Llévame al cielo”… Los Estanques hacen (según su propia definición) pop psicodélico progresivo. Anni B Sweet hace un pop más melódico. Y la combinación es, en mi opinión, fabulosa. ¿Y por qué lo cuento? Aparte de mi naturaleza emocionalmente exotérmica, Los Estanques, principalmente, reúnen dos requisitos. El primero, que son muy buenos. El segundo, que, todavía, son minoritarios. Y ello me permite poder presumir. Darme importancia. Ir de experto. De entendido. Y tratar con displicencia los gustos musicales de los demás. Porque yo, hija mía, no soy obvio. Soy un tío de gran sensibilidad con una cultura musical exquisita. Y además, soy un listo. Un listo. ¿Te ha quedado claro?

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