miércoles, 18 de marzo de 2015

Ni el agujero

En casa hace ya tiempo que, en los cumpleaños, no compramos tarta. O, más bien, hacemos una tarta especial puesto que ésta consiste en una montaña de Donuts. En el que hace cima plantamos la vela y soplamos y cantamos (o cantamos y soplamos. Nunca nos pondremos de acuerdo) y a comer. Lo que es imprescindible es que el número de Donuts que componen la montaña ha de ser múltiplo de cuatro. Porque sí, los hijos son lo primero, y eso de los sacrificios paternales y ver todo a través de sus ojos y pensar a través de ellos es cierto y que todo por los hijos y siempre superprotectores y que nada les moleste y que nada les disguste y tal y cual es una gran verdad. Pero eso no afecta a los Donuts. Con los Donuts no se juega. Cada uno los suyos. Todos los mismos, exactamente los mismos. Y no nos pongáis ojos de cordero degollado ni hagáis pucheros que ni el agujero os vamos a dar. Si ya os habéis comido los vuestros, os aguantáis. Estos son nuestros, de mamá y míos. No los compartimos. Y da igual lo que intentéis. Jamás conseguiréis que nos los comamos con sentimiento de culpa. Con los Donuts las leyes paternales no rigen. Los Donuts siguen sus propias leyes.

5 comentarios:

Slim dijo...

últimamente me preguntaba quien seguiría comiendo donuts, y ahora ya se que son el impenitente y familia.

gracias por mantener ese dulce de la infancia vivo.

El Impenitente dijo...

De nada. No nos cuesta. Mis hermanos también mantienen la llama. Y tuve un compañero en la Escuela que afirmaba que podía comerse sesenta en una hora. Nunca lo dudé. Seguro que aún sigue en la brecha. Y luego estaban los Donuts madrileños. Fabulosos. Y los de chocolate, con aquel chocolate que se deshacía. Cada vez que mi padre iba a Alemania le obligábamos a traernos pan negro, mantequilla y salchichas. Cuando tenía que ir a Madrid, Donuts.

SisterBoy dijo...

A mí de pequeño me hacían tartas de gelatina porque no me gustaban las otras.

Y yo hace tiempo que me pasé a los rosquetes de batata.

Slim dijo...

vuelvo para decirte que ya me he leído Galveston, la novela noir ;-)

y me ha gustado bastante. el motel, las caravanas, texas. Que si, que igual le falta acción..pero está tan bien descrito todo! Me parece estar allí en uno de esos bares de cowboys.

El Impenitente dijo...

Vas a un concierto de AC-DC. Tocan tres canciones, luego sale Nat King Cole, canta cinco y después vuelven a salir los AC-DC y tocan dos más. Que sí, que Nat King Cole es muy bueno, pero es que yo pensaba que había ido a un concierto de los AC-DC.