miércoles, 4 de junio de 2014

Todo lo que no sabe sobre atletismo porque jamás le importó lo más mínimo

Bien, hoy contaremos un par de anécdotas relacionadas con el salto de longitud y con los jueces italianos.

Campeonato del mundo de Roma. Año 1987. Final de salto de longitud. Domina la prueba el gran Carl Lewis seguido por el armenio entonces soviético Robert Emmiyan. Es tercero Larry Myricks, estadounidense él, con una marca de ocho metros y treinta y tres centímetros mientras que el italiano Giovanni Evangelisti, ídolo local por supuesto, marcha en cuarta posición. Llegamos a la última ronda. Le toca el turno a Evangelisti. Inicia la carrera jaleado por el público. Corre. Bate. Cae. El salto es largo pero Evangelisti hace un gesto contrariado. No es suficiente. Sale del foso. Saluda al público agradeciendo el apoyo hasta que sale en el marcador el resultado de su salto: ocho coma treinta y ocho metros. Evangelisti es bronce. El público explota. Evangelisti explota. Evangelisti sube al podio. La bandera italiana luce en el mástil para orgullo de Primo Nebiolo, sempiterno presidente de la IAAF e italiano también.

Pero los Estados Unidos no son cualesquiera en el mundo del atletismo. Algo huele a chamusquina. Revisan las imágenes y deciden protestar. Y presentan su reclamación. Y se abre una investigación. Y se estudian las imágenes. Y se da el resultado por bueno. Y los americanos siguen erre que erre hasta que, por fin, alguien canta y se descubre la verdad: el salto de Evangelisti no fue medido. O tal vez sí pero para qué. El juez árbitro, sin necesidad de comprobar nada, se dirigió al que anotaba los resultados y le dijo –Otto metri e trenta otto pollici (traducción cortesía de Google). –¿Cómo? –Ocho treinta y ocho. –Pero… -Ocho treinta y ocho. Y así figuró hasta que dejó de figurar. Y Evangelisti fue bronce hasta que dejó de serlo.

Localidad de Sestriere, en los Alpes italianos. Año 1995. En su pista de atletismo se celebra un mitin siendo la prueba estrella el salto de longitud con la participación del cubano Iván Pedroso. Está Sestriere situada en altitud, lo cual favorece el rendimiento de los atletas en las pruebas explosivas como son la velocidad y los saltos. Los organizadores se frotan las manos pensando qué ocurriría si se batiese un récord del mundo en Sestriere, la promoción que ello supondría para la localidad y para su estación de esquí. Y si fuese el récord en longitud mejor todavía. Todavía está reciente la legendaria final del Mundial de Tokio en el 91, con el duelo entre Carl Lewis y Mike Powell dejando este último el récord en ocho metros y noventa y cinco centímetros. Y como además ese récord es de los que menos se mueven, ya que lo batió Jesse Owens en el 36, luego Ralph Boston en el 60, lo igualó después Igor Ter Ovanessian hasta que, en el 68, Bob Beamon voló, volando en el 91 Powell más todavía, los organizadores se emocionan pensando ¿y si Pedroso? ¿Y si él fuera capaz?

Pedroso está muy fuerte. Está haciendo un concurso fabuloso, con saltos muy largos. El problema es el viento. Demasiado viento. Un salto sólo se homologa si la velocidad del viento a favor es inferior a dos metros por segundo y el concurso se está celebrando con rachas siempre superiores a cuatro. Pedroso está en el pasillo. Inicia la carrera. Corre. Bate. Vuela. El salto es muy largo. Muy muy largo. En la pista se hace el silencio. ¡Ocho noventa y seis! Entonces todos se giraron para ver la medición de la velocidad del viento. ¡Uno coma dos metros por segundo! ¡Récord del mundo!

Pues no. No hubo récord o, al menos, no se homologó. Hubo truco. Las sospechas comenzaron enseguida. Entre los presentes no había habido constancia de que el viento, de repente, se hubiese apagado. Pero el anemómetro no miente. ¿No miente? No, no miente. ¿Entonces? Pues hubo un juez que se situó como por descuido delante del anemómetro, taponando la entrada del aire o parte de ella. Y lo pillaron. Y confesó. No hubo récord. Una pena. Pero, de alguna manera, los organizadores sí que lograron su objetivo: se habló de Sestriere. Y que hablen de uno, aunque sea mal.

2 comentarios:

Slim dijo...

que tramposini estos italianiani! pero ya tienes que empezar a buscar anécdotas de los MUNDIALES..que empiezan ya!
estás nervioso?
yo sí.

El Impenitente dijo...

Pues todavía no. Hoy he dedicado el día a recuperarme del partido de ayer de Nadal. Vaya partidazo, por cierto.