Yo creo. Sí creo

La deriva culé de mi hijo va llegando a su fin. Los árboles del qué bien jugamos y cuánto ganamos ya no le tapan el bosque. El humo de La Masía ya no ciega sus ojos. El veneno rojiblanco estaba dormido, pero se ha despertado y corre desbocado por sus venas. Siempre dije que nunca haría el menor esfuerzo para que mi hijo se hiciera del Atleti, que casi prefería que fuera de otro equipo, pero era mentira. Lo decía con la boca pequeña. Lo escribía con la mano pequeña. Ahora lo pasamos en grande sufriendo juntos. Aunque todavía lo tengo desheredado. Es puñetero el tío pues utiliza lo del Atleti como amenaza, como herramienta para el chantaje. –Si me compras tres cajas de cromos, me hago del Atleti para siempre. -¿Tres cajas? ¿Noventa euros? Que te las compre Iniesta. Y siempre que se enfada reniega en blaugrana. Pero falta muy poco para que desaparezca cualquier vestigio culé de su memoria. Muy poco. Este año no he pedido nada para mí a los Reyes Magos. Este año les he pedido una camiseta del Atlético de Madrid para mi hijo. Y los Reyes Magos se la van a traer. Yo creo en ellos y confío en ellos, pues nunca me fallaron, y sé que se la van a traer. Lo sé. Estoy seguro. Y tal vez la noche del cinco mi crío se acueste bisbiseando que todo el campo es un clamor, pero la mañana del seis el clamor será rojiblanco. Y su nombre volverá a figurar en mi testamento.