jueves, 27 de diciembre de 2012

La segunda vía

Corre el rumor, y de él nos hacemos eco, de que el prestigioso científico conocido como El Impenitente, de la Universidad Colchonera del Secarral, presentará próximamente en la International Health and Medical Board, a celebrar en la localidad canadiense de Vancouver, sus estudios relacionados con el sistema digestivo cuyas conclusiones se sospecha podrían resultar realmente revolucionarias. Hasta ahora se aceptaba que el aparato digestivo estaba formado por boca, faringe, esófago, estómago, intestino grueso e intestino delgado. El Impenitente rechaza en parte dicha tesis y demostrará en el citado congreso, según nuestras fuentes, su idea de la existencia no de uno sino de dos esófagos. El inicio de sus cavilaciones partió durante las recientes fiestas navideñas cuando, tras los aperitivos, la lombarda, el pescado, el pavo y el trozo de cordero, y mientras resoplaba sobre su silla sintiéndose como una boa constrictor tras haber engullido un antílope,  jurando que no iba a probar bocado en lo que le quedaba de vida, aparecieron los postres y aún dio cuenta de un trozo de flan, de una porción de bavarois a la pimienta (especialidad de la casa) con nata rematando con otro trozo de tarta de manzana. La explicación tradicional a este tipo de comportamiento habla del cerebro y de sustancias liberadas por el mismo que crean la sensación de apetito o de estar saciado, pero dicha explicación quedará obsoleta en breve. Según nuestras informaciones El Impenitente demostrará la existencia de dos esófagos: el del dulce y el del salado. Este extraordinario descubrimiento explicaría claramente por qué, pese a tener embozado uno de los canales, es posible seguir devorando cambiando únicamente de sabor. La expectación creada ante la ponencia a presentar por nuestra citada eminencia es tal que incluso miembros de la Academia Sueca han confirmado su asistencia en el congreso a realizar en Vancouver. Y en el mundillo corre el runrún de que el próximo Premio Nóbel de Medicina ya tiene ganador.

4 comentarios:

Juan Rodríguez Millán dijo...

Mira, por fin una formulación científica a eso que he dicho toda la vida de que siempre hay hueco para el dulce... Vamos, que me da igual no tener hambre si aparece un buen chocolate, una buena tarta, un buen bollo o cualquier otro análogo. Lechuzo, creo que es el adjetivo para semejante comportamiento...

El Impenitente dijo...

Nunca había oído lo de lechuzo. Siempre se aprende. Chusmo decimos nosotros.

SisterBoy dijo...

En mi casa hace tiempo que damos por asumido que en la cena de Nochebuena jamás pasaremos del besugo (o en este caso de la sama roquera). Aceptalo y todo irá mejor

El Impenitente dijo...

¿Una cena en Nochebuena o en Nochevieja en mi casa familiar o en la de mi familia política a base de pescado? Sólo el plantearlo provocaría una catarata de infartos.