jueves, 8 de noviembre de 2012

Ser tío es guay (segunda parte)

Mi crío lleva ya varios años haciendo la colección de cromos de la Liga de fútbol. La hace él. Se compra los sobres, consigue que abuelas y los que no son abuelas le regalen, sabe los que tiene y los que le quedan, cambia con sus primos y sus compañeros de clase, se hace sus listas y se empolla el álbum. A veces resulta un tanto cansino puesto que está deseando compartir sus conocimientos y a mí me abruma con tanto currículo de jugador que ni me suena (mirando el álbum me doy cuenta de que no conozco ni a la cuarta parte de los jugadores de Primera División) pero todo lo daremos por bien empleado si así se entretiene y agiliza y hace trabajar la memoria.

Las colecciones llega un momento en que se estancan. En los sobres no te salen más que cromos repetidos y tu círculo, o bien lo tienes ya completamente trillado, o bien ya ha abandonado. Hasta ahora mi hijo, al llegar a esta fase, perdía interés por la colección y cambiaba de obsesión sin el menor cargo de conciencia. Este año no ha sido así y nos hemos visto obligados a dar el paso siguiente.

En Valencia, en el cruce de la calle San Vicente con la calle Moratín, se concentran en días festivos todos los que quieren cambiar cromos de la colección que sea. Aquello es un mercado que ha nacido de manera espontánea. Me habían hablado de él y nunca había estado. Este domingo pasado mi crío cogió su taco de repetidos y su lista de pendientes y allá que nos fuimos los dos, la facción viril de la casa.

Efectivamente, allí había mucha gente. Muchos niños acompañados por sus padres. Mucho adultos que utilizan a sus hijos como excusa para realizar ellos mismos la colección. Como ocurre tantas veces, hay otros mundos pero están en éste. Pensaba que lo de cambiar cromos no tenía mucho misterio. A ti te falta éste, a mí me falta ése y lo cambiamos. Error. No todos los cromos valen lo mismo. En la colección de fútbol están los normales, que son las plantillas de los equipos, los últimos fichajes y los coloca, que son ultimísimos fichajes que ya no caben donde correspondería y que son ubicados adjuntándoles un bis en las plantillas normales. Distintos valores, distintos mercados. Ya me tocó dar un paso al frente para ir orientando a mí hijo con quién debía cambiar y con quién no. Un euro no es un peso argentino y las fluctuaciones eran constantes.

También es muy importante la compañía que lleva el niño que va a cambiar cromos con tu hijo. La regla que manda, en un mismo nivel de cotización, es la de la paridad: doy lo mismo que recibo. Si el niño va acompañado por su padre, hay cierta flexibilidad: tú quieres seis y yo quiero ocho. Venga, estamos paces. Tú quieres quince y yo quiero cinco. Bueno, pues me das diez aunque sean repetidos y ya está. La cosa cambia cuando el niño va acompañado por su madre. Aquí la paridad ha de ser absoluta y tajante. No existe el menor margen a la flexibilidad. Y es más, es mejor permanecer callado. Si en el cambio la otra parte podría salir beneficiada y tú dices –venga, da igual- la madre te lanzará una mirada fulminante puesto que, dado que para ella la generosidad, estando su hijo de por medio, es algo inconcebible, está convencida de que albergas segundas, terceras y cuartas intenciones, todas ellas lúbricas, así que ni buenos días ni gracias al final de la transacción. Aunque todavía hay algo peor que un niño acompañado por madre y es un niño acompañado por abuelos. Estos, además, observan fijamente al crío que está negociando con su nieto con toda la desconfianza del mundo no vaya a ser que tenga dotes de prestidigitador y se dedique a escamotear cromos. Así que, otro paso más tuve que dar al frente para filtrar con quién sí y con quién no. Mi hijo me miraba raro pues no entendía nada pero obedeció sin rechistar.

Con todo, la mañana fue productiva puesto que mi chaval se volvió con un montón de cromos para pegar. Subimos al autobús y allí coincidimos con otro padre con hijo con cromos. Cambiamos unos pocos y charlamos. Entonces subió otro padre sin niño y con cromos, puesto que su hijo ya ni le acompañaba. Y nos dio la gran lección sobre el manejo de los tiempos en la gestión de comprar cromos siguiendo la estrategia de acaparar últimos fichajes y colocas para tener una posición ventajosa a la hora de negociar en el mercado. La leche. Así que, si veis a un crío con cromos de fútbol no penséis que está siendo abducido por el opio del pueblo. Está ejercitando la memoria, introduciéndose en el cálculo de probabilidades, aprendiendo las leyes de mercado, realizando un tratado de psicología y convirtiéndose en un experto en estrategia comercial. Hay mucho máster que te cobra un pastón por enseñarte la mitad de lo que se aprende en una mañana cambiando cromos. Lo malo es que lo que se aprende en la escuela de la vida no suele ocupar ni una línea en un currículo.

6 comentarios:

3'14 dijo...

Totalmente de acuerdo con el último párrafo. He acompañado varias veces a mi hijo al mercado de segunda mano, donde hay paradas que te "cambian" cromos repetidos, por uno que quieres tienes que dar cinco (o seis, según el criterio de valores que comentas) Así que si me encontrara con otros padres, madres o abuelos me daría lo mismo que el intercambio no fuera del todo equitativo... Las colecciones que ha hecho mi hijo no son de fútbol, pero la experiencia es la misma. Y siguiendo tus teorías, el próximo domingo, que le acompañe tu mujer, conseguirá aun mejores resultados... Vas a tener que cambiar el títul del post y decir: "Ser tío es guay, pero ser tía aun mola más" :D

SisterBoy dijo...

Una de las cosas que más me llamó la atención de mi última visita al rastro de Madrid fue precisamente la plaza consagrada por entero al intercambio de cromos y no se crean que todos eran nenes

El Impenitente dijo...

El fútbol y todo lo que está relacionado con él para mi hijo es nuestro reducto, el suyo y el mío. De ahí el título. Que Ana conseguiría mejores resultados es indudable. Pero ir a cambiar cromos no es sólo cambiar cromos. Mi crío va muy orgulloso con su padre. Y su padre no puede pasar por las Torres de Serrano porque no entra por la puerta.

Supongo que también estará pendiente el mapa de todos los lugares de España donde la gente se concentra a cambiar cromos.

Slim dijo...

jo a mi no me pidáis ayuda para hacer el mapa, por no saber no sabia que se cambiaban en valencia.

por no saber no sabia que aún se coleccionaban cromos.

imagínate lo poco que sé de estrategia comercial.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Efectivamente, antes nos sabíamos las plantillas de todos los equipos por los cromos. Bueno, y también porque no se tenían estos demenciales horarios, ni esta Liga bipolar en la que 18 equipos no existimos y esas menudencias de la mejor liga del mundo...

Orgulloso que me siento de decir que yo terminaba todas estas colecciones en el patio de mi colegio, sin mayores incursiones y sin tener que negociar con padres y abuelos. Solo con compañeros... y esquivando a los abusones de turno que disfrutaban de tirar los cromos de los más pequeños de una manotazo. Ah, qué tiempos...

El Impenitente dijo...

A veces ejerzo de abusón de los abusones de mi crío. Es un placer indescriptible.

Mi hermano y yo hacíamos las colecciones juntos. Estaba bien puesto que él cambiaba cromos en su clase y yo en la mía. Sí he de decir que sólo una vez la completamos y fue escribiendo (y pagando) a la editorial para que nos enviasen los que nos faltaban.