Tammi Terrell murió
joven. Un tumor cerebral. Tenía veinticinco años. Tammi (que en realidad se
llamaba Thomasina. Qué nombre más bonito) era cantante de la Motown y alcanzó
fama y pasó a la posteridad por las canciones de Nickolas Ashford y Valerie Simpson que grabó a dúo junto a Marvin Gaye (“Your precious love”, “Ain’t no mountain high enough”, “If i could build my whole world around you”, “The onion song”, etc.). Marvin Gaye la sobrevivió quince años, grabó unas cuantas
canciones portentosas (en mi opinión) y cayó abatido por los disparos de su
padre que actuó, según el tribunal, en defensa propia. Tenía cuarenta y cinco
años. Una discusión religiosa, por lo visto. Las drogas no son buenas, aunque
te llames Marvin Gaye y hayas escrito “Inner city blues”.
Era feria en la
capital del secarral. Tenía yo quince o dieciséis años. Volvía a casa solo
paseando entre los puestos que había montados. Uno de ellos era de casetes, de
esos que todo lo tenían amontonado. Me detuve. Empecé a rebuscar. Tras un rato
encontré sepultada una cinta de “Grandes éxitos” de Marvin Gaye y Tammi Terrell.
Marvin Gaye me sonaba, aunque de Tammi Terrell nunca había oído hablar. Como el
precio de la cinta era asequible para el bolsillo de un adolescente que
dependía de su exigua paga semanal, decidí comprármelo. Aquella cinta terminó
borrándose de tanto como la escuché. Canciones melosas que irradiaban felicidad
y melancolía a partes iguales. Canciones maravillosas. El paraíso para un
adolescente cursi. Aquel encuentro me marcó, además, en otro sentido pues desde entonces no ha
habido paraeta de música en cualquier feria ni expositor de música en bares o
gasolineras en que no me haya parado a echar un vistazo. El placer de encontrar
perlas en el barro es incomparable y, una vez sentido, siempre se siente el
anhelo de repetirlo. Lo mismo me ocurre con los libros. Mucho mejor encontrar
que buscar. Muchísimo mejor.
Cada vez que
empezaba un episodio de “Aquellos maravillosos años”, mis padres y los cuatro
hermanos estábamos sentados delante del televisor. Las peripecias de Kevin
Arnold y sus padres, sus hermanos, su vecina Winnie Cooper y su amigo Paul
Pfeiffer a finales de los sesenta, principios de los setenta nos encantaban. En
mi caso no sé si era que me gustaba la serie o que la música que sonaba en ella me encandilaba tanto que, como ocurre siempre, el azúcar que añadía a la píldora hacía
que me la tragara con verdadero deleite. Sea por lo que fuere el caso era que, si
no me falla la memoria, los lunes teníamos cita los seis con la serie y ésta era ineludible, por mucho examen que tuviésemos al día siguiente. Recuerdo el
final de un episodio. Después de muchos malentendidos y de mucho tontear, Kevin
y Winnie empiezan a salir. La cámara se queda fija y ellos se van alejando
cogidos de la mano. Winnie le sacaba la cabeza a Kevin. En aquel momento Tammi
Terrell y Marvin Gaye comenzaron a cantar “You’re all i need to get by” (todos
los enlaces que he puesto hasta ahora es voluntario el pulsarlos. El de esta
canción es obligatorio). Yo estaba hundido en el sofá, con los ojos rojos,
aguantándome como podía las ganas de llorar. Mantuve el tipo hasta que ya por
fin me quedé solo. Entonces ya no pude más, empecé a hacer pucheros y exclamé entre sollozos–esto ha sido lo más bonito que he visto en toda mi vida.
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4 comentarios:
me encantaba esa serie a mí también, romántica sin ser cursi, tierna sin empalagar.
Jo piensa en la banda sonora de una serie como esa ambientada en esos años y en España :(
http://youtu.be/IlhnNUpjTDI
Era un gran seguidor de la serie pero perdí interes cuando Kevin empezó a crecer.
Me encantaba aquella serie.
Que tiempos aquellos en los que daba tiempo a memorizar la programación semanal de la tele: el lunes "aquellos maravillosos anyos", el viernes "1, 2, 3", el domingo , creo, " Canción triste de Hill Street" ...
Por cierto, leí hace poco que Winnie iba a volver a la televisión. Hasta ahora era una Matemtico de renombre e, incluso, hay in teorema que lleva su nombre.
Rascayú estuvo prohibida por la censura. Lo de -tú serás un cadáver nada más- no encajaba demasiado bien en un estado confesional.
"Canción triste de Hill Street" era los domingos por la noche. Seguro. Y la ventaja es que Furillo no crecía, así que nunca perdió interés, aunque a mí me gustase más con el sargento Esterhouse (creo que se escribe así), el de -tengan cuidado ahí fuera.
Y acabo de comprobar lo del teorema matemático con su nombre. Es cierto. Joselito en Angola pegando tiros, Judy Garland tomando pastillas a troche y moche y Winnie Cooper estudiando matemáticas. Nunca se sabe.
Y Garraty, esto es para ti: ññññññññññññññññññññññññññññññññññ.
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